Vitoria - El parque de Arriaga se empieza a desperezar a media tarde. Varios niños toman la zona de juegos infantiles. En los alrededores, aparece algún que otro perro. Zascandilean y juegan entre ellos sin correa, vigilados de cerca por sus dueños. El Ayuntamiento vitoriano siempre ha permitido esa libertad, aun no estando contemplada en la ordenanza de tenencia y protección de animales, pero muy pronto la flexibilidad se acabará. El decreto de Alcaldía que prepara el equipo de gobierno sólo permite canes sueltos en las zonas industriales, solares sin construir, en el Anillo Verde, varias medianas y, únicamente por la noche, en siete parques de la ciudad. Arriaga no está en la lista. Y no es la única exclusión que sorprende. A pie de calle, la propuesta del PP dibuja un mapa “poco homogéneo, restrictivo e incoherente”. Es la impresión tanto de las asociaciones animalistas a las que el gabinete de Javier Maroto ha transmitido su propuesta, como de los colectivos vecinales y de los propietarios caninos, ninguneados hasta ahora en el proceso.

Mucho tendrá que cambiar la iniciativa para salir adelante con consenso, aunque la vía utilizada por Maroto le permite hacer lo que quiera. De ahí la preocupación de las entidades que forman el recién estrenado Consejo de Convivencia, Defensa y Protección de Animales, que sólo disponen de quince días para presentar alegaciones. Poco tiempo para su carro de quejas. Desde Gaden, Diana Paniagua considera que el decreto “se carga la flexibilidad que había para hacer algo peor, porque crea alarma social donde no la había, convierte a los dueños caninos en proscritos y establece zonas y franjas horarias que ni eliminan el problema de los excrementos ni salvaguardan el bienestar de los perros y la seguridad de las personas”. Todo esto lo dice por los siete parques donde sólo se podrá pasear a los perros sueltos de noche, “justo cuando más difícil es ver un desecho”, las zonas industriales y de suelo no urbano donde se acumulan “cristales y otros materiales peligrosos” o esas medianas de la lista “rodeadas de tráfico”. También se queja de la distribución en sí, ya que deja a Zaramaga, el barrio del que además es portavoz vecinal, sin más alternativa que el parque del Norte cuando se pone el sol, con la sensación de inseguridad que puede generar en las mujeres, los niños o las personas con escasa movilidad. “¿No tendrán algo que decir los consejos territoriales, por qué no se les consulta?”, se pregunta esta mujer, quien reclamará junto a sus compañeros los datos en los que el PP se ha basado para configurar este cuestionable mapa. “Si la razón son las heces, ya existe una normativa para sancionar, y sobre la integridad de los niños, la ordenanza no permite el acceso a los juegos infantiles”, recuerda.

La opinión de los barrios suena en los mismos términos, gusten o no los perros, haya más o menos quejas por su presencia. Buen ejemplo es Lakua-Arriaga, uno de los que más sufre la restricción y su incoherencia, pues la mediana de portal de Foronda es el sitio contemplado, y el único, para que animales vayan sueltos. “No es el lugar más idóneo por motivos obvios. Está rodeado de viales de alta densidad de tráfico, por lo que si un perro salta a la calle mientras está jugando puede haber un accidente. Y además se usa mucho para correr”, advierte el representante vecinal, Ángel Lamelas. A su juicio, “lo que tendría que hacerse es habilitar zonas bien acondicionadas donde los animales puedan desahogarse sin alterar la convivencia ciudadana, hacer cumplir la ley en todos los demás términos, cosa que no sucede ahora, y que el Ayuntamiento asuma su parte, que tampoco lo hace, reponiendo por ejemplo las bolsas de los pipicanes”. Sus opiniones, por desgracia, chocan con una realidad de la que no ha sido hecho partícipe. Algo que no entiende y espera que cambie. “Lo normal es que se tome la decisión contando con los vecinos. ¿O es que nos vamos a tragar lo que venga?”, inquiere.

Puede que sí, a no ser que la polémica que ya ha empezado a bullir en las redes sociales haga recular al equipo de gobierno. “¿El Prado no sale en la lista? Me parece demasiado”, señala con sorpresa Ana Osaba, portavoz de la asociación de Ariznabarra, al conocer las zonas a través de los medios de comunicación. En este barrio, el espacio más próximo de esparcimiento para los perros es, según la propuesta del PP, la rotonda de la Antonia. Otro lugar en medio del tráfico. “No tiene sentido, no lo veo bien. Y lo digo yo que no tengo perro ni me gustan especialmente, pero pienso en los vecinos que sí y que se comportan adecuadamente, que son la mayoría, y me resulta excesivo”, afirma. Seguramente estén pagando justos por pecadores. Justos como David Gotxicoa, modélico dueño de dos galgas que sólo suelta en Olarizu. “Lo hago por respeto a la gente, pues son muy enérgicas, pero también por protegerlas a ellas”, afirma. Aun así, es incapaz de entender el documento. “En vez de procurar la convivencia, se va a trasladar un problema a la calle generando enfrentamiento entre quienes tienen perro y quienes no. ¿Quién ha confeccionado el mapa? El solar donde se proyectó el auditorio del PP, por ejemplo, no está contemplado cuando es un lugar de encuentro pacífico para multitud de perros, pero sí el Monte de la Tortilla que está asqueroso”, ejemplifica. Su conclusión es clara: “Que le den tres vueltas y apliquen el sentido común”.

Viales. Mediana de portal de Foronda, la intersección de avenida del Cantábrico con calle Zaramaga, raquetas del nudo de Sansomendi y de Arana, parque del Alas en Zaramaga, zona verde entre el puente del ferrocarril y Venta de la Estrella, la rotonda de la Antonia, la zona verde entre la carretera puerto Vitoria y Campo de los Palacios, y entre Teodoro Dublang y la vía del ferrocarril.

Anillo Verde. Avenida del Zadorra, Monte de la Tortilla, Olarizu, Armentia y Salburua...

Zonas verdes de áreas industriales y rurales. Todas.

Solares sin construir. Todos.

Parques. Judimendi, Molinuevo, Obispo Ramón Fernández de Piérola, Aranbizkarra, jardines de la Plaza de la Constitución, de Telesforo Aranzadi y de portal de Legutiano. De 21.00 a 9.00 horas, en verano. A partir de las 20.00 horas, en invierno.