suelen tomarse un café juntos. La carnicera, el pescatero y el hostelero. Los tres son vecinos de acera en la calle Pablo de Xerica, comerciantes de barrio, gente trabajadora que llama a sus clientes por el nombre. Durante esos descansos revisan la prensa. Un vistazo a la actualidad alavesa y mundial, debates para arreglar el mundo. Pero el pasado día 6, el encuentro no acabó como todos los anteriores. Al apurar la taza, ya habían pergeñado una idea. Esta vez, las palabras se convertirían en acción. La culpa la tuvo una fotonoticia de la página 18 de DNA. Una dura imagen en la que las estanterías del Banco de Alimentos aparecían vacías. “Nos quedamos muy impactados, indignados. Y el del bar, la Taberna San Isidro, propuso hacer algo solidario, lo que estuviera en nuestro mano, para contribuir en la medida de nuestras posibilidades. Y pensó en un sorteo diferente, para ayudar a llenar esas baldas, pero a través de la típica cesta de Navidad que se sortea en tantos sitios”, cuenta la que lleva el cuchillo en este trío, Mamen Chávarri. Una semana después, cada uno tiene ya la suya y han empezado a informar a los parroquianos sobre cómo participar.

La diferencia respecto a cualquier otro sorteo tan característico de estas fechas es que para adquirir un boleto no hay que pagar, sino donar un producto no perecedero, que luego los comerciantes se encargan de enviar al Banco de Alimentos de Álava. Ayer, una señora le preguntaba a Mamen qué dar. “Me decía que si me compraba algún bote que vendo de productos enlatados y ya le comenté que no, que era mucho mejor que trajera, por ejemplo, dos kilos de garbanzos. ¡Lo último que pretendería es hacer negocio con esto! Y lo ideal es que la gente participe con alimentos básicos y de primer orden”, explica la carnicera. En principio, cada boleto está valorado en dos euros, así que en función del precio o de la cantidad del género se realiza el trueque. “Cada uno que dé en función de sus posibilidades”, subraya la trabajadora, “puesto que tampoco se puede pedir mucho, ya que la gente lo está pasando mal”.

No es raro que la solidaridad parta de personas necesitadas hacia otras que aún lo están más. En apenas 24 horas, decenas de vecinos acosados por las apreturas de la crisis se habían comprometido a participar en la rifa. “La acogida está siendo una pasada. Gracias a Dios, existen muchas personas solidarias que dan incluso cuando tienen poco. Y sería estupendo que otras tiendas se sumaran a la iniciativa. A fin de cuentas, el pequeño comercio es el que atrae a la gente y, aunque las grandes cadenas sí que suelen recopilar comida, ¿por qué no nosotros? Tenemos capacidad para hacerlo y si podemos hacer algo por ayudar a los demás, hay que intentarlo”, reivindica, muy orgullosa por la respuesta del barrio, la carnicera.

Recogida de juguetes La Capital Gastronómica pasa hambre, aunque no lo parezca. No es raro, por tanto, que demasiados niños puedan quedarse sin juguetes esta Navidad. Berakah, siempre al lado de los más pobres, realizó ayer un llamamiento especial a la sociedad alavesa para echar una mano a Olentzero, Papá Noel y los Reyes Magos. “La crisis sigue golpeando a nuestra sociedad y ello reclama una respuesta por parte de todos en estas fechas”, advierte la asociación, encargada de la gestión del reparto a través de las parroquias, instituciones, colegios o empresas que quieran convertirse en lugares de recogida. Su única petición es que los artículos estén en buen estado y, a ser posible, funcionen sin pilas.