gasteiz - La bola de nieve sigue rodando y agrandándose, y lo peor es que ahora ya lo hace de forma autónoma y descontrolada. Hasta el pasado lunes, el alcalde de Vitoria, Javier Maroto, la pudo dirigir ladera abajo con una hábil aunque arriesgada estrategia de comunicación. Ahora ya no. Si hace cinco días se producía en Gasteiz la primera agresión física fruto de la crispación ciudadana creada en torno al cobro de ayudas sociales por parte de los inmigrantes magrebíes, ayer saltaba la noticia de que un conductor de la línea 3 de Tuvisa se pasó la mañana recogiendo firmas para impedir que las mujeres musulmanas suban al autobús con la cara tapada, según dio a conocer Europa Press. El día antes, este chófer había negado el paso a una mujer “encapuchada” en la parada de la plaza de San Antón.

Una testigo de los hechos de ayer relataba a este periódico que el chófer, muy alterado, invitaba a gritos a los pasajeros a firmar las hojas que había preparado para recoger adhesiones, que lo hacía por “dignidad”, y que estaba dispuesto a marcharse de Vitoria porque no podía trabajar de esa manera. Él, personalmente, iba a impedir el acceso al autobús a quien entrara con la cara tapada. “Aquí vienen como quieren”, se quejaba.

Su activismo contra este tipo de atuendos estaba retrasando considerablemente el servicio, pero el mensaje caló entre buena parte de los usuarios, pues la campaña de firmas no iba mal a primera hora de la mañana, pese a lo cual el hombre seguía visiblemente exaltado mientras algunos pasajeros le pedían que se calmara.

Al parecer, no se trataba de una cuestión de igualdad de derechos entre hombres y mujeres, o de que no se pueda identificar a alguien que viaja con una tarjeta personalizada porque lleve la cara tapada (este último extremo fue ayer desmentido por la propia empresa). De hecho, una mujer de raza negra subió al autobús, se quedó perpleja ante la escena que se estaba desarrollando, dijo que no entendía lo que se decía, y el conductor le increpó. “¿No te enteras o no quieres?”, le dijo, según señalan testigos presenciales de la escena. El conductor negó estas manifestaciones en ETB.

Un día antes, después de impedir el paso a una mujer que iba vestida de negro de arriba abajo y con un velo integral, el conductor dio cuenta de lo sucedido a la gerencia de Tuvisa, y alegó que no franqueó el paso a la mujer por miedo. Aunque él no pronunció en ningún momento la palabra burka, la gerencia de la empresa le mostró fotografías de esta prenda y él la identificó como la que vestía la mujer.

En cuanto se dio a conocer la noticia, los grupos de la oposición solicitaron una reunión urgente del consejo de administración de Tuvisa. Posteriormente, la presidenta de la empresa, Idoia Garmendia, y la gerente, María José Ajuriaguerra, salieron a dar cuenta de lo acordado. Al conductor se le ha abierto un expediente informativo, y ahora tiene un plazo de diez días para explicarse por escrito. Luego será la gerencia de la empresa la que decida qué medida adoptar, y mientras tanto el chófer seguirá trabajando con normalidad. Garmendia recordó que los únicos supuestos en los que un conductor puede impedir el paso a un usuario de Tuvisa son que porte un objeto que reste espacio a los demás viajeros, que vaya acompañado de animales, a no ser que sea una persona invidente; que porte explosivos o sustancias peligrosas, o que se encuentre en un estado tal que atente contra el respeto a los demás usuarios. Así lo puso de manifiesto la empresa en una circular que ayer mismo remitió a todos los conductores.

los derechos del trabajador “No nos vamos a pronunciar al respecto”, dijo Garmendia con respecto a la recogida de firmas, cuya veracidad, decía, estaba pendiente de confirmar. Según la presidenta, los cuatro partidos del Consistorio suscribieron esta apuesta por la prudencia, con el fin de “respetar los derechos del trabajador”.

Justo antes de que se conocieran los hechos del jueves y de ayer, el portavoz del PNV, Gorka Urtaran, había convocado una rueda de prensa en la que conminó al primer edil y a todos los partidos a “relajar el ambiente” para acabar con “la espiral” de crispación que se está gestando en Gasteiz. El PSE, por su parte, se pronunció a través de las redes sociales para acusar a Maroto de haber “legitimado conductas inaceptables”.

Por su parte, el consejero de EH Bildu en Tuvisa, David Pina, aseguró que, “respetando la presunción de inocencia, todo apunta a que se trata de un comportamiento presuntamente xenófobo”, pues, según razonó, justo ayer hizo una semana de la celebración de Halloween, jornada en la que subieron decenas de personas disfrazadas a los autobuses de Tuvisa sin que se produjera ningún episodio de esta índole. Para Pina, lo sucedido es fruto “del clima social” creado por el alcalde Maroto, que ayer no se pronunció con respecto a lo sucedido ni ante los medios ni en las redes sociales.

Por otro lado, el chófer que ha protagonizado estos dos episodios decía no estar sólo en su empeño, afirmaba ante los pasajeros de la línea 3 contar con el respaldo de otros chóferes. Aunque desde el comité de empresa se explicó ayer que se ha acordado no hacer declaraciones sobre el suceso, entre los representantes de la plantilla el disgusto ante lo sucedido es mayúsculo.

Los hechos. El pasado jueves a las 11.15 horas, un conductor de la línea 3 de Tuvisa impedía el acceso al vehículo a una mujer completamente vestida de negro y con un velo integral. El chófer dio cuenta de lo sucedido a la gerencia de la empresa, y ayer inició una recogida de firmas, mientras realizaba su turno en el autobús, para prohibir el uso del transporte público a personas “encapuchadas”. Tuvisa ha abierto un expediente informativo al conductor, que sigue trabajando con normalidad.