el mapa del terror franquista, ése sobre el que se dibujan los enterramientos comunes de decenas de víctimas de la dictadura, sigue haciéndose grande pese a las últimas exhumaciones practicadas en el territorio alavés. Cerca de una veintena de fosas se encuentran ya localizadas en todos los puntos cardinales de la provincia, pero salvo casos puntuales la recuperación de los restos humanos que esconden se realiza con cuentagotas.

El Mapa de Fosas de la CAV, elaborado durante el mandato de Patxi López por la Sociedad de Ciencias Aranzadi y la Dirección de Derechos Humanos del Gobierno Vasco, conoce con exactitud la existencia de dos fosas en Untza, una en el cementerio de Amurrio, otra en Maeztu -con una persona-, una más en el puerto de Azazeta, otra en el cementerio de Luko, donde se recuperaron dos cuerpos en 2005, otra en el de Araia, seis más en el entorno de Etxaguen, otras tres en el de Kuartango -en el cementerio de Aprikano, en una cuneta y en una carretera-, otra en el cementerio de Laguardia, otra en la orilla del río Ebro a su paso por Lantarón, una más en el cementerio de Legutiano y otra en Pobes, en el puerto de la Tejera. En varias de estas localizaciones aún está por determinar el número de sepulturas existentes y el de personas enterradas en total.

La última intervención ha tenido lugar en Bóveda, en el municipio de Valdegovía, aunque todavía esta fosa no ha sido ubicada en el mapa vasco. Allí, hace poco más de dos semanas se recuperaron los cuerpos de dos víctimas más de la dictadura, dos labradores del cercano valle de Losa secuestrados y asesinados por requetés y falangistas en 1936. Paco Etxeberria, presidente de Aranzadi y que tomó parte en la exhumación, confirma en declaraciones a este periódico que “se sabe la procedencia de estos esqueletos, que ahora están en fase de estudio”. Los cuerpos fueron hallados en el alto de La Horca tras muchos años de investigación y el testimonio de algunos vecinos de la zona, en una acequia, donde fueron enterrados y apenas tapados con un poco de tierra y las losas que hay junto al muro de piedra cercano en el que recibieron el tiro de gracia.

Echando la vista atrás, Etxeberria se detiene en la primera gran exhumación de víctimas del franquismo realizada en el territorio histórico. Ésta tuvo lugar en el año 1978 en puerto de Azazeta, donde fueron recuperados los restos de trece personas. “No se puede olvidar este hecho”, advierte Etxeberria, pese a que en aquella época no existía una metodología homologada ni apoyo institucional. El también profesor titular de Medicina Legal y Forense de la UPV recuerda que en esta exhumación estuvo presente como abogado de los familiares Joseba Azkarraga, quien años después integraría el Gobierno Vasco.

Etxeberria apunta a renglón seguido hacia otro hecho histórico vital, la intervención realizada en junio de 2010 en el puerto de La Tejera, que concluyó con la entrega de los restos de tres desaparecidos a sus familiares por parte de la entonces consejera de Justicia, Idoia Mendia. Abandonados en una curva de la A-2622, entre Pobes y Espejo, se encontró lo que quedaba de los cuerpos de Primitivo Fernández de Labastida, un labrador de Santa Gadea del Cid, localidad burgalesa muy próxima a la de los que junto a él compartieron el trágico fusilamiento un 4 de septiembre de 1936: el matrimonio de Villanueva-Soportilla, formado por los campesinos Mónica Barrón del Val y Florentino García Valencia.

etxaguen Antes de la última intervención realizada en Bóveda, la exhumación de una fosa común en Etxaguen (Zigoitia) supuso el año pasado el trabajo de mayores dimensiones realizado en este campo tras el de Azazeta, de hace ya 36 años.

Tras una larga investigación, Aranzadi logró descubrir en abril del pasado 2013 en este punto la fosa común más grande de las localizadas hasta el momento dentro los límites de la CAV. Un enterramiento ubicado en las inmediaciones de Ondategi, donde se escondían los restos mortales de once personas desaparecidas durante la Guerra Civil.

La existencia de esta fosa común casi era vox populi en la zona, aunque nunca se había planificado una intervención de estas características. Hasta que Félix Placer, párroco de Etxaguen, y otros vecinos de este concejo contactaron con el Gobierno Vasco a través de Aranzadi para impulsar una posible exhumación de los restos.

Zigoitia es un municipio caliente en lo que a fosas se refiere en el territorio, ya que hasta el momento se tiene constancia de otras cinco más. Tres de ellas, curiosamente, en Etxaguen. La primera en la parte trasera de la iglesia y las otras dos en las inmediaciones del cementerio, una en el exterior, adosada al muro norte en toda su longitud, y la otra en su interior. La cuarta se sitúa en Zestafe, en un camino forestal muy apartado que transita en la proximidad de Saimendi y Arkanetu. La quinta está junto al muro sur del cementerio de Murua. A diferencia de lo que ha sucedido en estos otros cinco emplazamientos, la dirección de Derechos Humanos del Gobierno Vasco y la Sociedad Aranzadi sí exhumaron los restos de estas once personas desaparecidas.

Pese a los evidentes pasos dados con estas últimas intervenciones, el portavoz de Ahaztuak 1936-1977, Lander García, cree que el camino todavía es muy largo para dignificar a todas las víctimas de la dictadura ocultas en cunetas, montes o en el lado más marginal de los cementerios alaveses. Un mapa de la represión elaborado por este colectivo, de hecho, cifra entre 350 y 400 las personas asesinadas por la dictadura en Álava durante el levantamiento fascista y los primeros años del régimen, donde se incluyen también los alaveses asesinados fuera del territorio. “El problema es que el Estado español es un queso gruyer, donde más personas hay enterradas después de Camboya. Y las instituciones del Estado pasan en moto. Hay muy pocos recursos para hacer estas intervenciones y no hay políticas públicas”, censura el activista.

García advierte de que Aranzadi “no da abasto”, porque las intervenciones que realiza son muy numerosas fuera de los límites de la CAV, y no procede a la exhumación de nuevas fosas salvo que se den varios condicionantes. “Tienen que estar muy seguros de que van a encontrar cuerpos. Necesitan esa certeza, testimonios verídicos y documentación”, enumera. Lakua cuenta desde el año 2003 con un meticuloso protocolo para llevar a cabo estos procedimientos.

La Tejera. Una de las primeras exhumaciones relevantes tras la realizada en Azazeta en 1978. Junto a Pobes, se recuperaron tres cuerpos en junio de 2010.

Etxaguen. Tras una larga investigación, Aranzadi logró descubrir en abril del pasado 2013 los esqueletos de once víctimas del franquismo.

Bóveda. La última intervención ha tenido lugar en Valdegovía, donde hace dos semanas se han recuperado dos cuerpos cuya procedencia se conoce y actualmente se encuentran en estudio.