la nueva estación de autobuses de Vitoria llega con un niño debajo del brazo. Uno bastante rápido, por cierto. La madrugada del pasado domingo, una ambulancia de la Cruz Roja, la unidad 120-1ª, salió pitando cuando alrededor de las 4.30 horas recibió el aviso del centro de coordinación para acudir a recoger a su domicilio a una vitoriana de 28 años que estaba a punto de dar a luz. Y vaya si lo estaba. Pese a la celeridad con la que Ángel, el conductor de la ambulancia, recorrió las calles de Gasteiz en dirección al Hospital de Txagorritxu, el niño, un tanto puñetero, decidió que salir del vientre de su madre en un hospital estaba ya muy visto y que, puestos a elegir, qué mejor que hacerlo de camino, junto a un edificio más grande. Eso sí que iba a ser legendario.

La ambulancia transitaba por la calle Bulevar de Euskal Herria con Ángel al volante y Asier -el segundo héroe de la noche- en el interior del vehículo, atendiendo a la madre mientras contaban ya los segundos para llegar a Txagorritxu. Pero a poco más de una rotonda para enfilar la última calle, justo en las inmediaciones de la nueva estación de autobuses, el niño quiso salir a saludar allí mismo y la ambulancia no tuvo más remedio que echarse a un lado de la carretera para que Asier atendiera el parto con la estación de fondo. “Había roto aguas en el domicilio y la trasladábamos al hospital, pero tuvimos que parar junto a la futura estación de autobuses”, recuerda.

Pero no todo iba a ser contratiempos, pues la ambulancia se guardaba un as en la manga: el propio Asier. Y es que, para este trabajador de la Cruz Roja, la situación que estaba viviendo no le era ni mucho menos ajena. “En realidad ha sido mi segundo parto en estas circunstancias, así que no era la primera que me pasaba algo así. Ya sabía cómo iba a ser y además ella no estaba muy nerviosa. Todo salió perfecto. Vio que no llegaba al hospital y no hubo ningún problema”, explicaba a este periódico apenas unas horas después de ayudar a la mujer a dar a luz en el vehículo.

Con el recién llegado y la madre en perfectas condiciones, la ambulancia retomó la marcha para emprender los escasos metros que les separaban de Txagorritxu, y cuando llegaron a la puerta de Urgencias los servicios médicos del hospital les esperaban para hacerse cargo de ambos. Allí, los médicos tuvieron un buen detalle con Asier y le permitieron cortar el cordón umbilical, en una forma muy metafórica de poner punto final a una intervención que seguro que todos los implicados tardarán en olvidar. Todos salvo el bebé, que por el bien de su madre debería tomarse las cosas con más tranquilidad el resto de su vida.

labor colectiva Por su parte, Asier y Ángel terminaron su labor como un día más en la oficina, siendo relevados de su turno en la ambulancia 120-1ª para marchar a sus hogares y descansar de cara a la próxima madrugada. “Ha sido una labor que por casualidad nos ha tocado hacer a Ángel y a mí, pero realmente es fruto del trabajo de todos en conjunto. Cuando metemos la pata la metemos todos y cuando nos pasan cosas así el mérito es de todos. No me quiero poner medallas”, aseguraba ayer Asier con modestia.

La película acabó con final feliz, con la madre de 28 años en el hospital de Txagorritxu y su acelerado retoño con una buena historia que contar en el futuro. Mientras tanto, la estación de autobuses de la capital alavesa aguarda aún a ser inaugurada mientras los operarios ultiman los detalles finales para poder dar por finiquitada la obra de una vez por todas. Aunque todavía ni siquiera ha abierto sus puertas, la terminal de buses gasteiztarra ya ha sido testigo de la primera de las incontables historias que tendrán lugar dentro y fuera de sus instalaciones.