vitoria ? El muralismo se ha convertido en un gran instrumento de expresion colectiva en Vitoria. Tanto para quienes lo contemplan como para los artistas y voluntarios que lo crearon, ese museo a ras de suelo que transita por el Casco Viejo y se estira hasta Zaramaga funciona como una pantalla de inquietudes, sensaciones e ideas, como una herramienta interactiva, cambiante, renovable. Es ya una seña de identidad de Gasteiz. Y un importante reclamo turístico. Trece obras componen el itinerario, desde que el gran lienzo Al hilo del tiempo brotó de una de las fachadas de las Burullerías en 2007. El tiempo suficiente, por desgracia, como para que las inclemencias metereológicas, la contaminación y el propio transcurso de los años hayan hecho mella en varios murales. Con un rápido vistazo los defectos podrían llegar a pasar desapercibidos, pero quienes acostumbran a disfrutar del espectaculo visual que regalan las pinturas han detectado alguna grieta, piques y desconches.

El grupo municipal del PNV se ha hecho eco del deterioro de la ruta, conocida como La Ciudad Pintada, y hoy mismo en la comisión de Promoción de Empleo apremiará al equipo de gobierno a tomar medidas para conservar este patrimonio artístico y cultural. “Vamos a solicitar que se establezca un calendario de actuación para el arreglo de los desperfectos de los murales ya pintados, por orden de prioridad de conservación de éstos, así como una cláusula de mantenimiento de los próximos que se vayan a hacer dentro de los contratos para su realización”, explicó ayer la concejal Nerea Melgosa. La petición de la formación jeltzale se sustenta, además de en la inspección a pie de calle, en el informe elaborado por las impulsoras del itinerario sobre las incidencias de mantenimiento de estas obras monumentales. Las hermanas Werckmeister matizan que los murales “aguantan muy bien después de pasar entre uno y cinco años desde su ejecución”, pero existen “piques y desconches centrados en las partes bajas de las obras, debido a los roces y, en especial, a la humedad que sufre la pintura que baja hasta las aceras”.

De todos los lienzos, El Triunfo de Vitoria es el que requiere la intervención más urgente. “Tiene una grieta pronunciada en la parte alta y que podría causar problemas mayores si se deja mucho tiempo expuesta a los elementos. Consideramos que sería importante arreglar cuanto antes. Además, hay piques varios en la parte inferior”, subrayan desde el Itinerario Muralístico de Vitoria. La obra de la que hablan las Werckmeister es la que se sitúa en El Campillo desde 2009. Inspirada en el cuadro Le Trinche de Georges de La Tour, simboliza a la dama Vitoria echando una partida de cartas con un hombre. Él, personificación del poder, intenta hacer juego sucio mientras presume de ello al enseñar los naipes al público. Al lado aparece la sirvienta, fiel a su señora, alegoría del pueblo de Gasteiz, que observa la triquiñuela del varón. La escena rezuma medievalismo en una profusión de tonos verdes, rosas, granates, amarillos y azules.

Otro que necesita cuidados médicos es el mural más antiguo de la ruta. Al hilo del tiempo, aquel que evoca la vieja época del comercio textil en Vitoria con la Catedral Vieja como testigo, presenta “algún pique abajo y una grieta pequeña en la zona inferior”, aunque su necesidad más perentoria es protegerse del sol, ya que empieza a notarse el efecto del astro sobre su piel. El informe aboga por darle “una nueva mano de barniz para que se vean beneficiados los colores y el mantenimiento”, una práctica que siempre es recomendable al cabo de cinco años desde la creación de un mural. Y éste hace ya dos que los cumplió. El paso del tiempo se nota también, aunque menos, en el segundo eslabón de la cadena muralística. Una de las fachadas de Continentes, obra que convirtió la guardería Haurtzaro en 2008 en un gran zoológico, presenta “humedades debajo de la terraza”, aunque quedan bastante disimuladas, y “un desconche en los barrotes”.

La lista de incidencias finaliza en la calle Pintorería 76 con el cantón de Santa Ana, donde desde hace cinco años dos jóvenes se abrazan con pasión envueltos en una túnica florida que canta a la alegría hippie de los años sesenta en una explosión de colores morados, rosas, amarillos y naranjas. El transcurso del tiempo ha afectado a la parte baja de Cubiertos de cielo y estrellas, donde se han detectado algún que otro pique, sobre todo en los remates de la papelera, y una pequeña zona descascarillada. En los demás murales, por suerte, no se han detectado desperfectos. Tanto la obra del cantón de Carnicerías, Ezkuz Ezku, como la de Anorbin, La Luz de la Esperanza, y la de la calle Francia “no tienen ningún problema”. l