amurrio - El pasado martes se cumplieron 44 años de la desaparición del líder saharaui Bassiri, tras una contramanifestación pacífica organizada por la OALS (Organización Avanzada de Liberación Saharaui, que ya en 1970 contaba con 5.000 afiliados). La protesta fue reprimida a tiros por el entonces Gobierno colonial. La represión causó decenas de muertos y heridos. Aunque las autoridades españolas siguen sin aclarar lo ocurrido, dos legionarios en confesión a un cura reconocieron haber ejecutado al líder saharaui cuatro días después de lo que se bautizó con el nombre de intifada de Zemla. Un momento que supuso el paso de aquel pueblo de la lucha pacífica a la armada y el arranque de un nacionalismo activo que llega hasta la actualidad. Amurrio se ha prestado a hacer de altavoz de la causa en la semana cultural sobre el pueblo del desierto que ha organizado la Asociación Saharaui por la Convivencia y la Solidaridad en Euskadi con motivo del aniversario de este suceso.

"Nuestra intención jamás fue tomar las armas, ya que la estrategia política era testimonial y en las reivindicaciones no se mencionaba la independencia, sino suprimir a los dirigentes tradicionales manejados a través de la Yemáa, y crear una entidad que acabara con la incertidumbre sobre nuestro futuro, con una tutela española de unos 10 ó 15 años", explica el anciano Said Brahim, testigo de aquella manifestación popular que acabó en un baño de sangre.

Fue la primero, pero no la último, ya que "desde la desaparición de Bassiri en 1970 hasta 2005 estos hechos se han repetido a lo largo del conflicto, con más de 800 casos de desaparición forzada, con detenciones arbitrarias y sin orden judicial ni explicaciones", asegura María Belloso, de Hegoa, que acercó esta semana a la villa ayalesa un resumen del trabajo de investigación El oasis de la memoria de Carlos Beristain. Éste analiza las violaciones de derechos humanos, a través de 261 casos individuales y colectivos, en diferentes periodos históricos. Desde el éxodo y el bombardeo a la población civil en Um Dreiga a la práctica de la tortura o el uso excesivo de la fuerza contra la población en manifestaciones, especialmente a partir de la intifada de 2005 o en el campamento de la dignidad de Gdeim Izik que, durante 28 días, permitió a 20.000 saharauis vivir libres y en base a su cultura.

Sin embargo, su sueño de libertad fue nuevamente sesgado a finales de 2010 siguiendo el mismo patrón de represión y detenciones. "Desde 2005 seguimos con la intifada pacífica para lograr la independencia, pese a que tenemos a más de 70 presos políticos en cárceles marroquíes, y hemos padecido otros 500 casos de desapariciones forzosas, entradas ilegales a domicilios, o presión contra jóvenes estudiantes de las zonas ocupadas que tienen que cruzar a Marruecos para ir a clase y, a veces, ni les dejan. Las torturas y el maltrato siguen siendo el pan de cada día, y les da igual mujeres que hombres, que niños; no hay libertad de reunión ni de asociación pacífica, y cuando nos manifestamos usan contra nosotros armas, por cierto, vendidas por España, entre otras muchas vulneraciones de derechos", subrayó Hassana Aleya, un joven condenado a cadena perpetua por su implicación en la organización del campamento de la dignidad, que lleva huido desde 2011, pero que en breve volverá a los territorios ocupados "porque mi gente me necesita", aseguró con rotundidad.

Las actividades también han englobado la proyección de la película Hijos de las nubes, dirigida por Javier Bardem y un partido amistoso de fútbol entre el Kaskagorri de Amurrio y el Saharaaiara de chavales saharauis, en el campo del Refor. El broche de oro se pondrá hoy desde las 10.30 a las 21.00 horas en el parque Juan Urrutia con una fiesta cultural saharaui en la que la población podrá conocer de cerca la cultura de este pueblo con el montaje de una jaima, entre otras cosas.