kamal El Bachiri y sus dos hermanos respiran desde ayer mucho más tranquilos. Han pasado por meses de angustia, de verdadero terror ante la posibilidad de verse en la calle y con una deuda astronómica por saldar con su entidad financiera, pero finalmente su pesadilla ha tenido un final feliz, el mejor dentro de un escenario ya de por sí nefasto. La respuesta se llama dación en pago, una de las escasas que suelen concederse a las familias con graves problemas para pagar las cuotas de su hipoteca.

Pasadas las 11.30 horas, Kamal y sus hermanos firmaban ante notario con Caixabank la entrega de la vivienda que compartían a cambio de esa insostenible deuda, un total de 215.637 euros -incluidos los intereses-, abriendo las puertas a un futuro libre de cargas, aunque ni mucho menos sencillo. "Es un paso muy positivo, sin olvidar que el acuerdo es el menos malo. No sólo no han podido ahorrar nada durante este tiempo, sino que han perdido diez años de su vida, toda su juventud", matiza Txomin Lorenzo, miembro de la plataforma anti desahucios Kaleratzeak Stop Araba y que ayer estuvo presente en la firma de la dación.

La historia de Kamal y sus hermanos es una más del enorme reguero de víctimas que ha dejado a su paso la crisis económica. Llegaron a Gasteiz hace más de una década en busca de un futuro mejor, cuando la construcción vivía su particular época dorada y la locomotora industrial marcaba el paso de la actividad económica. Kamal y uno de sus dos hermanos se asentaron en Vitoria en el año 2003. El otro, sólo un ejercicio después. Prácticamente no tuvieron problemas para encontrar empleo. Los hermanos de este joven, que ahora tiene 33 años, en la propia construcción, y él en una subcontrata de uno de los gigantes de la industria local.

Las cosas marchaban sobre ruedas para los tres y se decidieron a comprar una vivienda en el barrio de Sansomendi, en la calle Paula Montal, para lo cual necesitaron contratar un carísimo crédito hipotecario, superior a los 235.000 euros, aunque muy habitual en la época. Con trabajo, dinero en sus cuentas corrientes y buenas expectativas de futuro, apenas podían llegar a imaginar lo arriesgado de su apuesta. En los primeros años llegaron a pagar hasta 1.400 euros mensuales por su hipoteca a La Caixa, el nombre de la entidad financiera por aquel entonces, cuando el Euríbor marcaba máximos históricos.

En paralelo a la buena situación económica que todos disfrutaban por aquellos tiempos, las noticias positivas también se dieron en el plano familiar. Los tres hermanos se casaron, tuvieron hijos y, progresivamente, fueron saliendo de la vivienda hasta quedar en ella sólo uno de ellos con su familia. Kamal fue uno de los dos que se marcharon del piso de Paula Montal rumbo a otra vivienda de alquiler, aunque siguieron asumiendo la hipoteca entre los tres. Con el estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis, un oscuro laberinto en el que ellos se vieron perjudicados por partida doble, comenzaron los problemas.

Kamal y sus hermanos, aunque perdieron la estabilidad laboral, pudieron seguir pagando regularmente sus cuotas, no sin problemas, hasta el año 2012. Pero no sólo era esa hipoteca, más los recibos, más el alquiler de dos pisos y otro tipo de gastos, también unas cuantas bocas más por alimentar, las de cinco hijos entre los tres. Ya en agosto de ese año, Kamal y sus hermanos se vieron empujados a negociar con Caixabank para poder seguir haciendo frente al contrato. "Los gastos suben exponencialmente y los ingresos se hunden", contextualiza Lorenzo.

La solución planteada por la entidad fue una carencia a la que los afectados dieron luz verde y firmaron, una figura que en muchas ocasiones supone un yugo aún más fuerte para quien la acepta que la propia hipoteca. Supone, en concreto, congelar el pago de las cuotas del crédito durante un periodo determinado y únicamente hacer frente a intereses en ese plazo. El problema es que, una vez expirada esa carencia, las mensualidades de la hipoteca son mucho más gravosas que antes porque la deuda total ha de pagarse en menos tiempo. No obstante, el alivio económico temporal que les supuso llegar a este acuerdo con la entidad tampoco les permitió salir del atolladero. El año pasado los tres hermanos se quedaron definitivamente en el paro y desde entonces no pueden hacer frente a su hipoteca si pretenden alimentarse y pagar los suministros básicos. "Desde agosto de 2013 no hemos pagado un duro. Mi hermano sólo puede afrontar los gastos", advierte Kamal.

duras negociaciones Apoyados en Kaleratzeak Stop Araba y constantemente asesorados, los afectados iniciaron entonces una nueva etapa de conversaciones con la entidad para tratar de llegar a un acuerdo. "Tras unas negociaciones muy duras les hacemos entender que no pueden pagar, que no hay ninguna posibilidad de hacerlo, y finalmente aceptan la dación en pago", certifica Lorenzo. A la firma de ayer acudieron un representante de Caixabank, los tres hermanos y Lorenzo en calidad de mediador. Llegado al acuerdo, sólo queda pendiente de liquidar una plusvalía del Ayuntamiento sobre el terreno, aunque existe un acuerdo municipal que recoge que el pago quedaría exento en este caso. "Con la entrega de la vivienda a cambio de la deuda hemos logrado lo que siempre hemos reivindicando, aunque insisto en que es un triunfo sólo a medias", explica Lorenzo.

Con el rostro mucho más relajado de lo que lo ha tenido en los últimos meses, Kamal y su familia ya pueden mirar al futuro con otra tranquilidad. "Estoy muy contento, porque tal y como lo tenía estaba muy mal. Ha sido como tener una cadena atada al cuello. No te puedes mover ni hacer nada", remarca gráficamente el afectado. Sin esa pesada losa sobre sus espaldas, la posibilidad de abandonar la ciudad para encontrar un nuevo empleo si las circunstancias siguen así se abre ante él. "Viviendo de alquiler como ahora, puedo marcharme en cualquier momento. Puedo salir de aquí, ir a otro país o volver a Marruecos. Ahora soy libre", celebra Kamal, que aún sigue cobrando una disminuida prestación por desempleo. "Ahora sigo buscando trabajo. Si no sale nada, subiré a Francia o volveré a Marruecos", apunta.

El joven agradece también la ayuda desinteresada que le ha prestado Kaleratzeak Stop Araba, cuyos miembros se han volcado con este caso desde hace muchos meses. "Me han ayudado muchísimo y estoy muy agradecido", reconoce. Lorenzo, con el tono comedido que le caracteriza, insiste en celebrar este pequeño triunfo con reservas y abriendo la mano a todos los afectados por la imposibilidad de pagar sus hipotecas. "Nuestro papel es sufrir con ellos", remarca el miembro de la plataforma.

La firma de esta dación en pago es sólo la segunda en la que el colectivo alavés antidesahucios ha ejercido de mediador, lo que da buena fe de lo excepcional de estos casos. Una reivindicación de las plataformas de afectados por la hipoteca a nivel estatal que sólo ha sido satisfecha con cuentagotas. Curiosamente, la otra dación firmada en el territorio histórico con la mediación de Kaleratzeak Stop fue también con Caixabank. En concreto, el caso de Óscar Pérez y su compañera, curiosamente también vecinos de Sansomendi, y cuya historia con el mismo final feliz adelantó en enero DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.