- Cuando el autobús se aproxima a la rotonda de Elorriaga, los viajeros saben que el chófer comenzará a proferir unos cuantos juramentos. Sucede desde que hace ocho días la nueva glorieta se abrió al tráfico. Quien diseñó el acceso la pifió. Los vehículos grandes no disponen de espacio suficiente para incorporarse a la N-104, en sentido a Pamplona, si no es invadiendo el carril contrario. Y esa maniobra conlleva un riesgo evidente. Todavía no ha habido sustos, pero los conductores de La Burundesa, la compañía que ofrece los servicios de transporte en esa dirección, están convencidos de que es cuestión de tiempo. Un despiste y adiós. Por eso, creen que el Ayuntamiento gasteiztarra debería de adelantarse a los más que probables lamentos y rediseñar la zona cuanto antes. No sería una obra compleja, según los profesionales del volante, y garantizaría una circulación mucho más segura.
No hacen falta demasiados conocimientos de ingeniería para constatar los problemas que la rotonda ocasiona a los autobuses y camiones y, por ende, a cualquier coche que se cruce en su camino. Los tres carriles de la avenida Bruselas en dirección a Pamplona se convierten en dos al entrar en la glorieta y pasan a ser uno solo, con muy poco espacio, en la incorporación a la Nacional, donde hay otra vía en sentido contrario para las entradas hacia Vitoria. "Y sí o sí, lo invadimos", alerta Pablo, uno de los conductores de La Burundesa que realiza este trayecto. Hasta hablar con DNA, pensaba que la rotonda de Elorriaga era provisional, por lo que no duda en ocultar su sorpresa al saber que el Consistorio ha dado por finalizada la obra. "Si esto es definitivo, no puede ser peor. No tienen ningún sentido", insiste. Desde que empezaron a circular por esta zona hace ocho días, todos los compañeros que han tenido que atravesarla han coincidido en la peligrosidad del diseño realizado.
En caso de que llegue un coche de frente, la única alternativa pasa por que los vehículos que se encuentran frenen y uno de ellos dé marcha atrás. Una distracción en esta zona sería, por tanto, fatal. Por eso, los chóferes abogan por aumentar el espacio de la rotonda "comiéndole un buen trozo a la acera" contigua. Mientras la salida de los autobuses y camiones a la N-104 resulta absolutamente insuficiente para autobuses y camiones, el arcén parece una autopista peatonal. Una desproporción que los conductores de La Burundesa animan a aprovechar para acabar con el peligro de la salida de la glorieta. Y no es la única petición que realizan. Por si el desatino mencionado fuera poco, "han puesto una señal en la esquina del lado derecho, por lo que lo más fácil es que la golpees y se te lleve la luna". De momento, todos han tenido suerte, pero les agobia el cuidado milimétrico que han de poner sólo porque a alguien se le ocurrió poner el cartel en el peor sitio posible. "Parece que está colocado así a propósito, para que se rompa algo", critican, a la vez que conminan a moverla unos metros.
La nueva rotonda de la salida este de Vitoria se ha convertido en uno de esos ejemplos de obra que tarda en realizarse más de lo previsto y encima se hace mal. El primer retraso se produjo cuando la Junta de Concertación de Arkaiate, encargada del sector en el que se ubica la glorieta, canceló el contrato con la empresa urbanizadora, Corsán-Corviam, por discrepancias. Se produjo otro proceso de adjudicación y, tras la consiguiente demora, Azysa reanudó los trabajos. El ritmo entonces parecía el correcto, pero la compañía sucumbió a la crisis. Su quiebra tuvo lugar cuando se estaban acometiendo los trabajos más delicados: la finalización del puente de Elorriaga y la rotonda de marras. La consecuencia fue un nuevo parón, hasta que en abril de 2013 tomó el relevo una nueva empresa. No obstante, antes de todo este embrollo, ya se había visto demorada la necesidad de poner en marcha las obras. El portavoz vecinal de la asociación Burdinbide, Ioseba Martínez de Guereñu, recuerda que "había que construir la nueva panificadora y decían que hasta que se terminara no podía tirarse la vieja, y luego se encontró amianto, por lo que había que descontaminar los suelos". No obstante, el tiempo demostró que "la panificadora no influía en lo que se tenía que hacer, ya que hoy sigue faltando".
Cierto es que los residentes del sector sí están contentos con la rotonda. Para entrar en Arkaiate no les afecta la falta de espacio, ya que el acceso a la calle Nadine Gordimer se realiza a través de dos carriles. Además, la glorieta les ha permitido acabar con los interminables desvíos que hasta ahora realizaba buena parte de la vecindad. Eso sí, los vecinos coinciden en que "si hay un riesgo en la salida hacia Pamplona, tendrá que revisarse y ponerle remedio".