amurrio - Surgieron en Europa en las primeras décadas del siglo pasado para poder suministrar electricidad a las zonas apartadas de las primeras redes eléctricas. Ahora están comenzando a abrirse paso en el sector eléctrico español tras el aluvión de críticas que ha generado la última reforma energética del Gobierno. Ésta ha provocado con continuos encarecimientos del recibo de la luz, la persistencia de un oligopolio de las comercializadoras, y la penalización a la producción casera de electricidad. Son las cooperativas de energías renovables. Entre ellas destacan la catalana y pionera en el Estado, Som Energía, la vasca Goiener, o ya más recientemente la cántabra Enerplus, o la andaluza Zencer. Su presencia en Álava comienza a ser visible.

Son proyectos de generación y consumo de energía renovable con los que se pretende que la ciudadanía recupere el control sobre este tipo de bien básico y se conciencie sobre su importancia, promoviendo un consumo responsable y sostenible. De hecho, este tipo de sociedades quiere recuperar la soberanía energética para la ciudadanía entrando en las partes del sector eléctrico liberalizadas (comercialización y generación), aunque siga estando regulado tanto su transporte, en forma de líneas de alta tensión dependientes de la Red Eléctrica de España, como su distribución en media y baja tensión, en manos de las grandes compañías.

Aunque estas empresas no aseguran ahorros inmediatos, sí abren el mercado a una mayor competencia. "Hemos surgido de la insatisfacción ante el sistema energético actual. No funciona. Beneficia a grandes compañías que manejan el precio a su antojo, y hay otra manera de hacer las cosas", subraya el vecino de Llodio Álvaro Moya, y uno de los 700 socios que tiene a día de hoy en Euskadi y Navarra Som Energía -en el conjunto de España ya ha conseguido la confianza de 14.469 ciudadanos-.

"Nosotros lo que pagamos es la tarifa TUR (Tarifa Último Recurso), consultable en la web de la cooperativa. Las personas que vengan a buscar sólo el precio más bajo, eso no es. No somos ni caros ni baratos, lo que queremos es cambiar el sistema con nuestro consumo. Tenemos socios sólo consumidores, y otros más activos que hacemos campañas de difusión y similar. A ver si a futuro surge un grupo local", apunta Moya, que ha iniciado un ciclo de charlas informativas por Ayala que dio inicio el jueves en Llodio y que, a las 19.30 horas del 5 de junio llegará también al salón de actos del edificio Catequesis de Amurrio.

En concreto, Som Energía nació en 2010 en Girona y funciona mediante grupos de trabajo locales -como el que quiere llegar a crear Moya en Álava, ya que él pertenece a uno de los dos puestos en marcha en el área del Gran Bilbao- en los que cada socio paga una cuota de 100 euros que se reinvierten en la puesta en marcha de proyectos de energías renovables, con los que quieren cubrir el 100% de la demanda energética de sus miembros que, además, se benefician de sus competitivas tarifas.

En la actualidad poseen cinco proyectos de placas solares en funcionamiento con una producción conjunta anual de 1,25 millones de kilovatios hora (KWh), el equivalente al consumo de 360 familias. Pero también tienen otros dos que se están construyendo: una planta de biogás de 500 KW y otro eólico de 2.700.

De esta forma, cuando se escoge una de estas cooperativas el socio obtiene la tranquilidad de elegir un proveedor de electricidad que se preocupa por el origen de la energía que usa. "Nuestro objetivo es que los consumidores sean parte activa del cambio de modelo energético a partir de nuestra fuerza a la hora de escoger a quién contratar la luz. Apoyamos el modelo cooperativo como modelo económico que prioriza las necesidades de las personas por delante el beneficio económico y además, escogemos una comercializadora que sólo apuesta por las fuentes de energía renovables", subraya Moya que, como sus compañeros de viaje, no cree que una persona "responsable y concienciada" tenga que pagar más por el hecho de elegir una comercializadora certificada verde respecto a una convencional. En este sentido, sus tarifas están calculadas de forma que para un consumo medio, el coste sea el mismo que manteniéndose en el Mercado Regulado (Tarifa TUR), aunque, "para incentivar el ahorro y la eficiencia, la estructura de la tarifa de la cooperativa es diferente del resto: aumentamos el coste de la energía (del consumo) y reducimos el coste de la parte fija (la potencia)", matiza.

Tras la sensa europea La población vasca no sólo tiene la posibilidad de sumarse a una cooperativa de energía verde a través de Som Energía. También existe en Euskadi desde principios de 2012 Goiener, que el pasado 29 de marzo celebró su asamblea anual en Vitoria-Gasteiz, y que ya cuenta con 1.677 socios, entre los que se encuentra el Ayuntamiento navarro de Bera. La vasca se rige por el mismo esquema que la catalana; es decir, entiende estas cooperativas como entes locales que impulsan economía cercana a su entorno. Es por ello que, aunque pueda comercializar a nivel peninsular, se centra exclusivamente en Euskadi, aunque está ayudando a impulsar cooperativas de ámbito local en todo el Estado. Todas ellas están siguiendo el ejemplo de otros países europeos. "Se calcula que el 50% de la población alemana contrata energía a través de cooperativas energéticas", apunta Moya. No en vano, Alemania se sitúa a la cabeza del ranking con más de 4.500 cooperativas energéticas. Una de ellas creada en 1992 es Windfang eG que, exclusivamente dirigida por mujeres, gestiona instalaciones hidráulicas, eólicas y fotovoltaicas para sus socios.

También hay ejemplos en Holanda o en Francia con Enercoop. Una cooperativa verde y solidaria que, mayoritariamente alimentada de energía hidráulica, defiende la descentralización de la producción energética en un mercado monopolizado por la empresa semipública EDF (Electricité de France). A día de hoy tiene más de 10.000 socios particulares y 7.000 empresas asociadas que se benefician de unos costes eléctricos competitivos, fuera del monopolio eléctrico y consumen una energía verde. No obstante, la pionera fue Bélgica, que ya en 1991 vio fundar Ecopower cuyos proyectos de energía eólica, fotovoltaica y plantas de aceites vegetales vierten energía a la red eléctrica flamenca, mayoritariamente comprada por administraciones para calentar y suministrar energía a edificios públicos.

Biomasa en Amurrio. Algo en lo que también se ha puesto a trabajar este año el Ayuntamiento de Amurrio, sumándose al proyecto que, para fomentar el aprovechamiento y utilización de la biomasa forestal con fines energéticos en el ámbito rural, han impulsado desde el EVE (Ente Vasco de la Energía) y HAZI (fundación vasca para el desarrollo del medio rural y marino). El convenio permitirá a los gestores municipales avanzar en el diseño y puesta en marcha de un plan que dará una solución sostenible y provechosa para el municipio y sus ciudadanos en lo relativo a la utilización de la biomasa forestal local para calefacción en las instalaciones y edificios del ayuntamiento con mayor consumo energético.

Compra colectiva de energía. Además, esta villa ayalesa se ha lanzado a crear un grupo de trabajo de empresas locales que analizarán la rentabilidad de la compra colectiva de energía. Se trata de un proyecto impulsado desde la agencia de desarrollo local Amurrio Bidean, y financiado por el Departamento de Medio Ambiente y Política Territorial de Gobierno Vasco, que también se centrará en inventariar los focos de emisión de pequeñas empresas industriales del municipio.

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Hasta el momento, son catorce las empresas que han trabajado los requisitos legales de carácter ambiental que les atañen, así como los residuos generados y su minimización. Una línea de trabajo valorada de forma "muy positiva", tanto por parte de las empresas como del Ayuntamiento de Amurrio, y que evidencia el interés por mantener proyectos que propician grupos de trabajo, de cara a abrirlos a nuevas empresas. Quizás otro camino a estudiar sea el sumarse a alguna cooperativa de energías renovables. El tiempo lo dirá.