es una imagen recurrente en Vitoria. Una bici inmovilizada con una gruesa cadena y un no menos imponente candado, y con una sola rueda. El robo de bicicletas es todo un sector económico en la capital alavesa y los ladrones ya no sólo se llevan el vehículo completo, les basta hacerse con sus partes para mantener vivo el negocio.

A Juanjo Alcón, vecino de Zabalgana y usuario de la bicicleta para desplazarse por la ciudad, el incremento de robos en el barrio le hizo cavilar, hace ya un par de años. Su hijo había sufrido en sus propias carnes la sustracción de su bici. Juanjo y su mujer, Elena, le compraron una nueva, cuya pintura se picaba con tanto eslabón metálico colgando del cuadro. Tenía que haber alguna manera de asegurar toda la bici sin llevar encima más cadenas que la bandera de Navarra.

"Se me ocurrió la idea de, en las bicicletas que llevan los frenos en las horquillas (frenos en V), sustituir los tornillos por otros en cuya cabeza hay un ojal. Atraviesas la rueda con un pasador que pasas por los dos tornillos, y lo bloqueas con un candado convencional", explica Juanjo. El siguiente paso era buscar ese tipo de tornillos en el mercado y hacer un prototipo. "Lo probé y funcionaba", rememora el inventor gasteiztarra, que a continuación accedió a la página de la Oficina Española de Patentes, consultó bases de datos a ver si a alguien ya se le había encendido esta bombilla, e inició el procedimiento para ser oficialmente propietario de su idea. "La primera patente me la tiraron por un defecto de forma que cometí porque esto lo hago en mis ratos libres", señala Juanjo.

Una vez patentado el janbolock, buscó la fórmula para ponerlo en producción. "Busqué proveedores, les presenté los planos, les expliqué la idea", señala, y de ahí surgió un producto que llega al mercado con su envoltorio, sus instrucciones, su candado y un montón de ilusión.

A partir de aquí, tocaba promocionar el invento. En www.janbolock.com Juanjo y Elena explican cómo surgió su innovadora idea y, sobre todo, en qué consiste. Un enlace a Youtube permite ver el sencillo montaje y el sistema de bloqueo de este ligero candado, que se puede llevar colgado del sillín o en un bolsillo, y que se puede adquirir tanto en la página web de Juanjo y Elena (a partir de ocho euros) como en la ferretería Guinea, de la calle Andalucía de la capital alavesa, al precio de 10 euros. "Para la gente de Vitoria queríamos un sitio físico, y en esta ferretería nos está facilitando las cosas", destaca Elena.

La base del janbolock es, evidentemente, el producto, la idea, pero hay muchas más cosas que tener en cuenta para llevar a buen puerto esta aventura. Lo primero, simplificar lo más posible. "El enfoque era buscar algo sencillo, no complicarnos mucho la vida en la fabricación", señala Juanjo, que aunque ha tenido que encargar un molde específico para los tornillos de acero reforzado, ha logrado sacar al mercado un producto que es de todo menos complejo.

Un largo proceso En cuanto a la patente, cuando a alguien se le ocurre una buena idea tiene que convencer al organismo encargado de ratificarla de que efectivamente merece la pena hacerlo. "Lo más fácil es contratar a un agente de la propiedad industrial que te lo hace todo, pero también puedes mirar la web de la Oficina Española de Patentes y seguir una serie de pasos; explicar lo novedoso que es, qué estás aportando... Es costoso pero es viable", explica Juanjo.

En lo relativo a la promoción, al margen de la página web creada por él mismo y de la presencia del producto en la ferretería Guinea, la Semana Europea de la Movilidad Sostenible que actualmente se celebra en Gasteiz era el mejor marco posible para dar conocer el janbolock. Así, Juanjo y Elena han instalado un stand en las charlas que se han desarrollado durante el fin de semana en el centro cívico Aldabe y harán lo propio este fin de semana en Ibaiondo, con el respaldo de un Ayuntamiento que ha elegido la bicicleta como una de las señas de identidad de la capital alavesa.

Ante decenas de usuarios de este medio de transporte, técnicos municipales y expertos de diferentes ciudades europeas, Elena y Juanjo reparten folletos y explican la sencilla instalación de un sistema que se lo pondrá un poco más difícil a los amigos de lo ajeno.