gasteiz - Desde que en 1997 sus aulas dejaran de albergar clases de lengua o matemáticas y echara la persiana tras más de treinta años, el antiguo colegio de Izarra es incapaz de hallar un nuevo inquilino que aporte un uso adecuado a sus amplias instalaciones. Con once hectáreas de superficie y 25.000 metros cuadrados construidos, ahora en un visible estado de abandono, el Izarra International College a visto pasar proyectos como la bola un espectador en mitad de un disputado partido de tenis.
El último será, salvo sorpresa, los juegos de guerra que la Diputación alavesa pretendía implantar en el recinto de la mano de una empresa de Ávila de airsoft, término con el que se conocen estas prácticas de simulaciones militares con réplicas de armas reales. La firma abulense, Airsofttotal Group, recibía el pasado martes a través de este periódico la noticia de que la oposición en las Juntas Generales iba a presentar una norma foral para obligar a Javier de Andrés a anular el contrato de cesión, por cinco años y sin abonar un alquiler directo a cambio. Eso, unido al rechazo del Ayuntamiento de Urkabustaiz y la gran mayoría del pueblo, llevó a la empresa a tomarse unos días de reflexión que han culminado con la intención de pedir al Ejecutivo foral que rompa su acuerdo para enterrar su proyecto en Izarra definitivamente.
Con este nuevo intento fallido que sólo ha contado con el apoyo del Partido Popular alavés, al frente de la Diputación, el complejo del antiguo colegio de Izarra ve de nuevo desvanecerse la posibilidad de contar con un uso para sus instalaciones. De ellas, la posibilidad de acoger simulacros bélicos ha sido sin duda la que menor consenso ha aunado a su alrededor. Y es que, durante los últimos años este área ha podido convertirse en un complejo deportivo, un hospital de tetrapléjicos o un centro de salud para terapias alternativas.
En noviembre de 2011, la Diputación adquirió los derechos de superficie y una opción de compra durante 75 años de Izarra como parte del pago de la deuda que el Alavés mantenía con el Ente foral. A cambio, el club albiazul empezaba entones a pagar 200.000 euros al año al equipo vitoriano durante doce años -lo hará hasta 2023-.
sin inquilinos Antes de eso, cuando el Alavés se hizo con el colegio su idea pasaba por convertirlo en una especia de centro de alto rendimiento, pero su intención se desvaneció. Posteriormente, durante la época del jeltzale Xabier Agirre al frente de la Diputación alavesa se impulsó la construcción de un hospital para tetrapléjicos, pero también quedó diluida tras la llegada de Javier de Andrés al sillón foral.
El último intento llegó con la posible implantación de un centro de salud de características no muy definidas ideado por un organismo privado internacional, pero sus impulsores se acabaron decantando por los Alpes italianos. Entre medias, un incendio en enero de 2011 como metáfora de las cenizas en las que se ha convertido el recinto, que espera resurgir cual ave fénix con un proyecto que, por una vez, guste a todos.