vitoria - El muro trasero del colegio escupe odio en letras grandes, mayúsculas, impactantes. "Feto malformao", llama el autor o los autores de la frase a una niña, cuyo nombre hemos preferido omitir. Quién sabe cuánto tiempo ha estado esa pintada ahí. Un ciudadano llamó ayer a este periódico para hacer público el hecho. Según su relato, hace un mes que la vio por primera vez en uno de sus paseos por el barrio de Lakuabizkarra. Y se quedó de piedra. No podía entender cómo esa expresión vejatoria, dirigida con toda seguridad a una pequeña estudiante, podía tatuar una pared dentro de un recinto educativo. El del Pedro Ignacio Barrutia. En los últimos años, los discursos a favor de la protección de los niños y contra el acoso escolar han llenado muchas bocas, pero otras tantas conciencias parecen seguir vacías. "Cuando un chaval se suicida porque no aguanta más las presiones de sus compañeros, sale la noticia en todas las televisiones. Pero en casos así, ¿qué hacemos? ¿Pasamos de largo y lo dejamos estar? ¿Eso no es de hipócritas?", se cuestiona el hombre.

A partir de aquí, la historia que cuenta este ciudadano choca de pleno con la ofrecida por el centro educativo y se vuelve un tanto rocambolesca. El hombre sostiene que, tras detectar la pintada, visible desde la calle, habló con una patrulla de la Ertzaintza para que se hiciera cargo del problema. "Pero no me hizo caso", lamenta. Ayer, harto de que la ofensa prosiguiera grabada en la pared, decidió charlar con el director del colegio. Y lo logró. Convencido de que la vejación no podía permanecer allí por más tiempo, le urgió a limpiar inmediatamente el muro o a eliminar, por lo menos, el nombre. "Es algo que no se puede permitir. La niña sabe que es ella. Y lo saben sus amigos, los responsables de la frase... Y el centro", reprocha. Por desgracia, no obtuvo la respuesta que esperaba. Según su relato, el responsable de Barrutia se limpió las manos al afirmar que "el Ayuntamiento de Vitoria es el que se encarga de borrar las pintadas".

La frase no es del todo cierta. Aunque el centro tiene titularidad municipal, sólo son responsabilidad del Consistorio aquellas pintadas vejatorias y susceptibles de delito que se sitúan de puertas para afuera. No obstante, tras la denuncia ciudadana, DNA se puso en contacto con el equipo de gobierno y su reacción fue inmediata. En menos de media hora, un técnico de FCC había acudido al colegio y se había reunido con el director para saber dónde se encontraba la frase y, en caso de ser la competencia de la Administración, proceder a eliminarla. Su sorpresa fue mayúscula cuando el responsable del centro negó que existiera. Según dijo, sólo había una dentro del recinto educativo, que llama feo a un niño, y afirmó que el día anterior el padre de ese alumno le había solicitado que la quitara o denunciaría el hecho en los medios de comunicación. Al parecer, no había dado importancia ni al insulto en sí, ni a que estuviera a la vista de todos en la pared de la escuela ni a la amenaza que profirió el progenitor.

Para cuando el trabajador de FCC habló con Barrutia, este diario ya tenía pruebas gráficas del insulto a la niña, la ofensa al alumno y una más a otra menor a la que se le llama tonta. Todas ellas, en las paredes del colegio. Inicialmente, el Ayuntamiento dio por válida la versión del director. Pero, ante la insistencia del periódico, el técnico de la empresa de limpieza recorrió el recinto educativo y descubrió que, efectivamente, la frase de Feto malformao manchaba buena parte de uno de los muros. Es tal el tamaño de la pintada que resulta inimaginable pensar que el responsable del centro escolar no la hubiera visto, a no ser que hubiera aparecido allí ayer mismo. Y, de ser así, el ciudadano que decidió hacer público el hecho habría mentido. ¿Pero para qué?

La historia exhibe chocantes incógnitas, pero también pone encima de la mesa una realidad incuestionable. Y es la permisividad de una situación evidentemente ofensiva para los niños. Uno de los consejos que los expertos en acoso escolar ofrecen a los docentes es que estén atentos a las pintadas que pueden aparecer en las puertas de baños y paredes y, en concreto, a los nombres que aparecen junto a ellas. Llama la atención que el director del colegio nunca haya puesto en conocimiento del Ayuntamiento la existencia de estos insultos, como sostienen desde el Consistorio, si pensaba que eliminarlos era su tarea. Igualmente resulta curioso que no hubiera dado aviso al servicio de mantenimiento y limpieza del colegio para que limpiara los muros, a pesar de que el padre de uno de ellos había solicitado que se borrara el insulto que alguien había dedicado a su hijo.

El ciudadano que ayer decidió recurrir a la prensa confía en que su paso permita poner fin a las pintadas. "Si yo fuera el padre de la niña a la que llaman feto me sentiría fatal. Y creo que entre todos debemos hacer que este tipo de episodios tan desagradables no se den o, al menos, frenarlos en cuanto los detectamos, para evitar situaciones todavía peores", reflexiona. Como él dice, ojalá surta efecto eso que algunos llaman cuarto poder.

Señales de alarma. El acoso escolar implica una repetición continuada de burlas o agresiones y puede provocar la exclusión social de la víctima. Unas pintadas por sí solas no indican la existencia de bullying, pero los expertos consideran que deben ser tenidas en cuenta para evitar situaciones más desagradables. Además, conviene que desde el centro educativo se eliminen esas referencias para evitar que los insultos puedan consolidarse como un mote que mine la autoestima del destinatario.