Chubasquero, paraguas y bastón en mano, cientos de peregrinos salieron ayer temprano de sus pueblos para, un año más, cubrir la romería al santuario de Estibaliz y honrar así a la patrona de Álava. Bajo un cielo de nubes avanzan a paso ligero en una jornada de nuevo gris en la que los devotos demuestran su fe y buena forma física. También las autoridades que comparten peregrinación. Hacia las diez y veinte llega a pie al santuario el lehendakari Urkullu tras caminar por la ruta del ferrocarril vasco-navarro. No lo hace solo sino acompañado por sus consejeras Beltrán de Heredia y Oregi, así como de junteros del PNV alavés y miembros de su equipo. También el diputado general, De Andrés, y cargos del PP vasco como Laura Garrido o Carmelo Barrio cumplen con la tradición de hacer la romería a pie.
En el camino les adelantan Maite, Fernando e Igor para llegar a la misa antes que las autoridades y ver de cerca el desfile de cargos políticos prestos para el oficio religioso, al igual que el resto de fieles. Porque Estibaliz no es únicamente una fiesta popular como puedan ser las campas de Armentia en San Prudencio, Estibaliz es, ante todo, fervor religioso salpicado, eso sí, de múltiples actividades culturales, deportivas y gastronómicas que tanto gustan en el territorio. Con la ofrenda a la Virgen, Álava despide sus festejos patronales iniciados el pasado domingo con la retreta de San Prudencio.
Los primeros peregrinos que parten de la capital lo hacen desde Judimendi, recorren una distancia de doce kilómetros, la que separa la capital de Argandoña, el pueblo más cercano a Estibaliz, con altos en Arkaia y Otazu hasta llegar a un santuario, antiguo a la par que moderno, que les abre sus puertas de par en par. En lo alto del cerro, desde el que dicen se pueden divisar más de ochenta pueblos, el cansancio de los peregrinos se mezcla a la salida de la misa con la algarabía de los puestos del exterior. Quesos, rosquillas, pastel vasco, tortillas de patata... Todo está listo para degustar el hamaiketako a ritmo de aurresku, danzas vascas, herri-kirolak y retazos de pintura en los cuadros que salpican el verde entorno, gracias a los participantes en el concurso de pintura al aire libre, una costumbre de Estibaliz tan arraigada que ya casi nadie imagina el exterior del santuario sin lienzos ni pinceles.
Los menos madrugadores suben las escaleras hacia el templo tras aparcar sus coches abajo, donde la urbanización. No queda otra. A Estibaliz se llega por la carretera de Estella. No hay transporte público, aunque las líneas de bus a Maeztu, Contrasta, Campezo, Estella y Calahorra paran en Argandoña, a 1,5 kilómetros.
de ayer y de hoy El santuario tiene como centro una basílica románica bien conservada, con elementos que van del siglo XI al XIII. Un monasterio del siglo XX, un edificio que actúa de centro de acogida para los peregrinos y un centro de interpretación del románico en fase de organización bastante avanzada que, junto con el bar y el restaurante, completan un conjunto preparado para arropar al visitante durante todo el año. Porque a Estibaliz no sólo se acude el 1 de mayo, aunque sea el día grande, sino que alaveses de todos los rincones peregrinan hasta el santuario cualquier domingo, sobre todo en mayo.
La tradición de la romería se remonta al pasado, aunque dicen los estudiosos que fue en 1904 -después de numerosas obras de restauración en el templo- cuando se produjo una verdadera resurrección de Estibaliz debido al entusiasmo popular, profundamente espiritual y devoto. La expresión más viva de ello fueron las dos peregrinaciones multitudinarias de aquel octubre de 1904, tras años de culto abandonado con paréntesis intermitentes. Por aquel entonces llegaron al santuario gentes de Argandoña, Villafranca... tomando a hombros la imagen de la Virgen: "Dicen que el tiempo estaba tan malo que la lluvia caída en la noche y la que estaba cayendo dificultaban la subida al santuario..." Les suena, ¿no? Ayer volvió a llover, no mucho
Y la peregrinación a Estibaliz volvió a ocupar la atención de los periódicos, como ya ocurrió en 1906, dos años después de la resurrección de la romería. También entonces como hoy hubo fiesta todo el día, animada por txistularis, panderos, canciones y juegos populares. Así lo recuerda Manuel Díaz de Arkaia, a quien la Diputación nombró cronista de la época, en Los desagravios de Estibaliz, un texto que la revista Estibaliz recoge en su formato digital -la publicación comenzó a distribuirse ayer en papel en el santuario, después de dos periodos de 25 y 26 años-: "Cuando los nacientes rayos de sol de la mañana del 1 de mayo besaban las faldas de Estibaliz (...) muchos grupos de gentes caminaban taciturnos por los serpenteantes senderos del llano en dirección al cerro".