vitoria - Los suculentos aromas en el centro de Vitoria y las estruendosas notas de Dulantzi eran inconfundibles. Ayer, los alaveses se olvidaron de la lluvia tan característica de estas fechas y celebraron las vísperas de las fiestas de sus dos patronos, San Prudencio y Nuestra Señora de Estibaliz, como siempre lo hacen. Con gastronomía y música. En Gasteiz, epicentro de una de las fechas más emotivas del calendario en nuestro territorio, ni el frío ni la lluvia molestaron al nutrido grupo de sociedades gastronómicas que, una vez más, y ya van cuarenta y nueve ediciones, sacaron chispas a los productos locales en el concurso de platos típicos. Lo hicieron desde las seis de la tarde en plena plaza de la Provincia, con apenas hora y media de tiempo para dar forma a sus creaciones de acuerdo a dos condiciones bien conocidas: cocinar un revuelto de perretxikos sí o sí y una receta libre. Como siempre, porque no podía ser de otra forma, la imaginación se alió con los sabores de la tierra. No faltaron ni la patata, ni la sal de Añana ni el txakoli ni las alubias en las creaciones únicas. Y en las obligatorias, hubo quienes optaron por la creatividad al jugar con frituras y baños maría.
La comida siempre se disfruta más con vino. Por algo será que cuatro ediciones después de que comenzará a celebrarse el concurso de platos típicos alaveses, arrancó el de catadores de vinos. También este certamen se celebró ayer en la plaza de la Provincia, donde cerca de una veintena de participantes mostraron sus dotes enológicas tratando de averiguar la procedencia y graduación de varios caldos de Rioja Alavesa. Mientras tanto, desde las seis hasta las ocho y media de la tarde, un pasacalles llenó de música distintas arterias de Vitoria de la mano de las fanfarres Akelarre, Baralde, Biotzatarrak, Indarra, Korapilo, Kirrinka y Sei Gurpil. Todas ellas acabaron en el mismo sitio que los cocineros y catadores, donde llevaron a cabo representaciones individuales y conjuntas de la retreta, la arabako martxa, la tamborrada y el himno del Deportivo Alavés para alegría de los asistentes.
La música se sintió también, y a lo grande, en Dulantzi. Por séptimo año consecutivo, esta villa celebró una tamborrada para honrar a San Prudencio, demostrando que no sólo en Gasteiz se sabe vivir la fiesta. La Herriko Enparantza de la localidad se tiñó de blanco cuando en el cielo unas nubes plomizas amenazaban lluvia. Eran los cerca de un centenar de tamborreros, barrilerosy majorettes participantes en el desfile para honrar al patrón. A las doce y veinte de la mañana, la comitiva recorrer las principales calles de la localidad. "En fila de cinco", recordaban micrófono en mano los organizadores del evento, quienes habían marcado nuevas normas para que el resultado final fuera "lo más exitoso y vistoso posible".
Otra de las principales novedades de este año fue la separación de la tamborrada en dos actos distintos, uno por la mañana más familiar para permitir la participación de los niños y otro por la tarde exclusivamente de adultos. Ambas contaron con los aplausos del público, que no no dudó en ovacionar las interpretaciones de los músicos, más animados y confiados conforme iban pasando los minutos. Hubo incluso quien no dudó en bailar y tocar el tambor a la vez. Con las manos y el corazón ya calientes, a las 14.45 horas se celebró una comida popular. Tras el almuerzo, Los dulantziarras, que han ensayado tres domingos por la tarde desde el mes de marzo, volvieron a atarse el tambor para participar en el desfile de mayores. Los sonidos se colaron por todos los rincones de la villa gracias a la labor de las sociedades organizadoras Okeluko, Toki Ametsa y Bi Mila.