dice Alan Kay, uno de los grandes gurús de la historia de la programación informática, que la mejor forma de predecir el futuro es inventarlo. Los avances tecnológicos han tenido siempre nombre y apellidos, aunque no todos acaben trascendiendo, y desarrolladores que ayer eran tachados de locos hoy cabalgan sobre billetes de 500 euros por ideas a las que en su día nadie prestó atención. Porque en la tecnología, como en tantos ámbitos de la vida, también se necesita a alguien que te tienda la mano en lugar de amputártela. En Vitoria hay una pareja de hermanos que sabe bien lo que es eso.
David y Víctor Mayoral tienen 22 y 24 años y han crecido aferrados a la informática. Probablemente, si la capital alavesa fuera San Francisco y sus alrededores Silicon Valley, estos dos jóvenes gasteiztarras estarían rifándose a los inversores en lugar de, como les está ocurriendo, dejarse la vida en busca de apoyos para su recién creada empresa. Su ejemplo es el bofetón de realidad a las continuas palabras de supuesto impulso y apoyo al emprendimiento por parte de muchos políticos. Instituciones públicas y privadas publicitan día sí y día también concursos para emprendedores, ayudas públicas y charlas multitudinarias con palabras inventadas de dudoso calado. Pero luego, fuera de anuncios vacuos y salas de congresos repletas, casi nadie mueve un dedo por gente como esta insultantemente joven pareja de (verdaderos) emprendedores alaveses, creadores de un proyecto que a muchos les sonará a ciencia ficción.
Ya sea en forma de pequeño robot limpiador o de aeronave no tripulada con mil y un usos militares, la robótica es desde hace tiempo una realidad tangible. Para muchos, los drones son sin duda la tecnología que cambiará nuestras vidas durante la próxima década, y desde hace unos años se libra una batalla a nivel mundial en la que desde multinacionales a pequeñas empresas trabajan por lanzar al mercado pequeños robots con multitud de utilidades. Y ahí, entre ellos, estará a buen seguro un dron con label alavés, Erle Robot. Bautizarle con el nombre que se da a las abejas en euskera no es casualidad. Muy pequeño, del tamaño de la palma de la mano, el proyecto de los hermanos vitorianos David y Víctor Mayoral pasa por ser, al contrario que la mayoría de sus competidores, un dron low cost, fabricado para que pueda llegar al mayor número de clientes posibles. Y es que, si el precio actual de un pequeño robot volador rondaría ahora mismo entre 50.000 y 150.000 euros, la intención de estos dos empresarios es lanzar su producto al mercado por un precio de entre "300 y 500 euros".
Llegados a este punto, la gran pregunta que alguno puede hacerse ahora mismo es saber qué demonios es un dron, y para que una persona normal y corriente, el dueño de un bar o el vecino del portal de al lado, iba a necesitar un pequeño robot volador rondando sobre sus cabezas. Nadie mejor que David Mayoral, socio fundador y voz empresarial de la bicefalia que forma junto al perfil más tecnológico de su hermano Víctor, para explicarlo. "Hace años nadie pensaba que el teléfono que sólo se usaba para hablar iba a acabar convirtiéndose en un ordenador personal en miniatura. Erle es algo semejante, porque entre otras cosas va a ser el primer ordenador con capacidad de volar", apunta David, que rezuma entusiasmo y pasión por este hijo aéreo de alrededor de quince centímetros de diámetro que están diseñando con un sinfín de usos posibles.
utilidades Dotado de casi cuarenta sensores -desde GPS hasta medidor de temperatura, pasando por cámaras fotográficas-, Erle, que avanza ya por el cuarto prototipo, servirá por ejemplo "como plataforma de seguridad en un recinto, un punto aéreo para captar fotografías, medir la contaminación de una ciudad en lugar de hacerlo en puntos fijos como hasta ahora, captar temperaturas u otras utilidades en el ámbito educativo", subraya David. "Todavía estamos desarrollándolo y ya han contactado con nosotros desde el dueño de unos viñedos en Chile hasta una plataforma petrolífera de Colombia que quiere utilizarlo para controlar sus conductos de aire", desvela David.
Desde que arrancaran con este proyecto en octubre de 2012, el trayecto está siendo una auténtica montaña rusa llena de muchos triunfos pero también algunos sinsabores. Como buenos niños aficionados al diseño, David y Víctor desarrollaron su inventiva a base de construcciones de LEGO para impresionar a sus padres, Patxi Mayoral y Marian Vilches. Los años pasaron con la programación y el diseño como leit motiv, hasta que hace un par de años a Víctor se le encendió la bombilla durante su estancia para cursar unos estudios en Corea del Sur. Allí, este joven gasteiztarra, que ahora se encuentra perfeccionando la tecnología de Erle en Italia, comprobó los avances en el terreno de la robótica de los ingenieros surcoreanos y decidió que el concepto de un dron podía minimizarse y simplificarse para hacerlo accesible a un mayor número de personas y empresas, con el deseo de que el uso de estos robots no se perpetúe únicamente al ámbito de la alta tecnología o el uso militar.
No debió tener Víctor mal ojo cuando ahora la proliferación de drones es una realidad. En los próximos cinco años se estima que firmas del sector servicios cuenten con cerca de cien millones de drones por todo el mundo, y sólo en los Estados Unidos este segmento tecnológico podría mover a croto plazo cerca de 900.000 millones de dólares. Amazon dejó boquiabiertos a sus clientes hace unos meses publicando la fotografía del que será su primer dron, con el que más pronto que tarde repartirá sus pedidos, aunque primero se circunscribirá sólo a su entrega en unos pocos kilómetros a la redonda de los almacenes. Google compró la semana pasada la empresa Titan Aerospace, que con apenas veinte personas ha desarrollado unas pequeñas aeronaves no tripuladas propulsadas por energía solar que sus nuevos dueños usarán para mejorar la conexión a Internet en áreas sin acceso a la Red.
30.000 drones Facebook hizo lo propio en marzo adquiriendo otra empresa similar, Ascenta, a cambio de veinte millones de dólares. Y todo mientras en España se está legislando precisamente para lo contrario, intentando poner coto al desarrollo y utilización de drones. En todo el Estado se estima que hay actualmente alrededor de 30.000 drones, lo que convierte a España en el cuarto país europeo con mayor número de unidades. Una posición que choca con el hecho de que apenas media docena de empresas estatales se dedican actualmente al desarrollo de pequeños robots. Un hueco que David y Víctor pretenden cubrir con su enjambre de pequeños Erles.
Además del apoyo inicial de sus padres, pues ha sido precisamente el hogar familiar el lugar en el que su dron ha visto la luz a falta de una oficina propia, estos dos hermanos cuentan con la ayuda de un equipo formado por el diseñador industrial Javier Garrido, el diseñador gráfico Álvaro Jiménez, o la asesoría legal de Adela García. El problema ahora mismo es que, sin ningún apoyo económico ni local, ni autonómico ni estatal -estos días intentan cerrar un acuerdo con una firma estadounidense-, el futuro de esta tecnología con sello alavés pasa, qué remedio, por coger los bártulos y llevarse su robot, su tecnología y su futuro a un país en el que esta joven empresa alavesa sea mejor recibida. "Aquí nos han llegado a decir que estamos locos, que nuestra idea no es realizable. Ahora los inversores y las instituciones sólo buscan chollos, pero apostar por la innovación y el talento tiene riesgos. Te dan muchas palmadas en el hombro, pero nada más", lamenta David Mayoral. Y es que parece que la mezcla de buenas ideas, jóvenes apasionados y tecnología punta no tiene cabida en Álava.