vitoria - Día sí, día también, el incivismo se descompone a los pies de los buzones de recogida neumática de basuras del Casco Viejo gasteiztarra. Ni la campaña informativa al final de la legislatura socialista ni las pegatinas identificativas que se colocaron para saber cómo usar estos dispositivos ni el último programa en chino, rumano y árabe han acabado con la extendida costumbre de dejar las bolsas fuera. Los malos hábitos parecen haberse cronificado. Y el Ayuntamiento ya no está dispuesto a seguir siendo permisivo. Quien sea pillado con las manos en la masa recibirá una multa. Así, directamente, sin apercibimientos previos. No valdrán excusas ni perdones. Ante el fracaso de todos los intentos de divulgación y concienciación, el equipo de gobierno ha concluido que sólo la amenaza de una sanción puede acabar con la suciedad. Las infracciones podrían oscilar entre los 90 y los 750 euros.
Doce años ha tardado el Consistorio en agotar su paciencia. Los doce que el sistema de recogida de basuras por aspiración subterránea lleva funcionando en el Casco Viejo. Mucho tiempo durante el que apenas ha cambiado la imagen de suciedad a los pies de los buzones. Durante la pasada legislatura, el Ayuntamiento se decidió a buscar las causas de tanta basura fuera de su sitio para resolver el problema. Más allá de las conductas incívicas per se, apreció atascos en las bocas de los dispositivos, así que contrató una empresa que supervisara las incidencias. El diagnóstico concluyó que algunas respondían a cuestiones técnicas ajenas a los usuarios, pero muchas otras se debían a la introducción de materiales inapropiados que los estropeaban. Por otro lado, se constató que bastantes vecinos utilizaban bolsas demasiado grandes para las bocas de estos dispositivos, de forma que no entraban y acababan dejándolas fuera.
Hubo debates en los que se llegó a plantear la sustitución de los buzones por modelos más prácticos, como los que se han instalado en los nuevos barrios, pero esa posibilidad se descartó por la alta inversión que exigía. El Ayuntamiento optó por impulsar una potente campaña informativa, que llegó al 90% de los usuarios a través de folletos a domicilio, locales, acciones a pie de calle e instrucciones sobre cómo se debían usar estos contenedores. Fracasó. Todos los intentos de concienciación puestos en marcha desde entonces lo han hecho. Y, mientras tanto, gracias a las auditorías realizadas, el Consistorio ha terminado por constatar que las averías en los buzones nunca han sido la causa determinante de tanta suciedad.
"No es una cuestión de que el sistema presente problemas, porque las labores de mantenimiento son continuas, sino la falta de civismo", criticó el año pasado la concejal del área de Medio Ambiente, Idoia Garmendia, antes de poner en marcha la campaña dirigida a los colectivos inmigrantes para acostumbrarles a los hábitos occidentales y la separación de residuos. Extranjeros o autóctonos, da igual. Vecinos de todo tipo mantienen sus malos hábitos, mientras que quienes sí cumplen con sus deberes se ven obligados a denunciar la situación. El Ayuntamiento vitoriano ha recibido reiteradas quejas ciudadanas, sobre todo en el entorno del cantón de San Roque.
A principios de este año, la Policía Local redobló su presencia en los puntos especialmente conflictivos y la situación mejoró, pero al cabo de un tiempo repuntó la acumulación de desperdicios. Por eso, han vuelto a incrementarse los efectivos destinados a esta tarea. Eso sí, todavía no han pillado a nadie. Los uniformes disuaden a los usuarios incívicos, que suelen aprovechar la complicidad de la noche para dejar las bolsas a los pies de los buzones. Como si fuera tan difícil abrir la tapa y girar la palanca. -J.S.