Vitoria - "Se rumorea por whatsapp que la niña volverá el lunes a clase, que no ha sido para tanto, pero de eso nada". Personas próximas a la menor de quince años que fue herida con una botella de sosa cáustica por tres compañeros de colegio afirman que el proceso de recuperación será lento. Seguramente, más de lo que los médicos habían previsto. Tras pasar por quirófano el sábado y un fin de semana en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), la adolescente está de nuevo en planta y su familia espera las primeras valoraciones. Hasta este jueves no se sabrá si los injertos a los que fue sometida han cuajado. De las distintas quemaduras, la de cuarto grado que marcó treinta centímetros de su muslo izquierdo es especialmente comprometida. En ese nivel, los daños afectan a músculos y huesos. Por eso, los especialistas de la Unidad de Grandes Quemados del Hospital de Cruces, donde la adolescente se encuentra ingresada desde hace ya diez días, no se atreven aún a decir si hará falta o no otra operación. Toca esperar.

En Vitoria, compañeras del colegio y del equipo de baloncesto donde juega la niña aguardan con impaciencia su vuelta a casa. Este sábado, mientras su amiga se sometía a una durísima intervención, la echaron especialmente de menos. Había partido y ella no estaba. Por eso, y para transmitirle fuerzas en este momento tan complicado, quisieron rendirle homenaje. Antes de que sonara el silbato, las deportistas y su entrenador desplegaron una pancarta para mostrarle su apoyo incondicional y se hicieron una fotografía para inmortalizar el momento. La misma que han querido hacer pública a través de DNA. Seguro que la estudiante agradecerá el detalle. Personas próximas a la familia afirman que, tras unos primeros días en los que trató de mantener la entereza, ahora la chica está en un momento bajo. Todos los días hay dolor, curas, visitas médicas... E incertidumbre, demasiada.

Cuando se conoció la noticia, se habló de gamberrada. Pero el término ha resultado ser demasiado benevolente. La Ertzaintza continúa investigando los hechos, aunque cada vez están más cerca de llegar a conclusiones definitivas. Como ya adelantó este diario, los tres adolescentes oficialmente relacionados con el lanzamiento de una botella de sosa cáustica, agua y aluminio a dos compañeras de colegio -causando heridas leves en una y graves en la que sigue hospitalizada- el sábado por la noche en los soportales de Renfe reconocieron los hechos. Según ellos, sólo querían "hacer una gracia" y la broma se les fue de las manos. No obstante, fuentes de la Policía autonómica desvelaron que también han sido relacionados con el suceso acaecido poco antes en la plaza de Abastos. Una abuela y su nieto de cinco años sufrieron ligeras lesiones después de que el pequeño le diera una patada a una botella dejada en el suelo. Al parecer, los chavales pretendían conocer el alcance de los artefactos caseros que habían fabricado y que posteriormente utilizarían contra las estudiantes.

Pronto descubrieron las consecuencias. Incluso en sus propias carnes. Según estas mismas fuentes, al menos uno de los autores de las bombas sufrió quemaduras leves en el transcurso del lanzamiento del artefacto. Y, tras conocer cómo se encontraba una de las compañeras, junto con el revuelo informativo posterior, los tres entraron en pánico. Qué será de ellos ahora es todavía una incógnita. En estos procesos, la Ertzaintza remite su atestado a la Fiscalía de Menores para que dirima la responsabilidad de los autores identificados y, de existir indicios de la comisión de una falta o un delito, continuar con las diligencias oportunas. Existen personas próximas a la investigación que aseguran que ya se está trabajando en ese ámbito pero, por ahora, no ha habido declaraciones desde el Palacio de Justicia que lo confirmen.

La familia de la menor ingresada en Cruces también ha mantenido hasta ahora una posición discreta, centrada por el momento en la recuperación de la adolescente. Según los hechos investigados, los tres chicos le lanzaron la botella con el líquido corrosivo directamente a la cara. "Se la podrían haber deformado", alertan personas próximas a la víctima. Los reflejos de la adolescente fueron rápidos y consiguió apartarla con la mano. Por desgracia, estalló en ese momento, provocándole las quemaduras que han obligado a su ingreso en el hospital vizcaíno. La estudiante sufrió lesiones de cuarto grado, el nivel más grave, en el muslo izquierdo, el que más preocupa ahora a médicos y familia. No obstante, también las padeció de tercero en la mano izquierda, donde el dedo gordo se vio especialmente afectado. En este nivel, las erosiones penetran por todo el espesor de la piel, incluyendo terminaciones nerviosas y vasos, destruyendo los folículos pilosebáceos y las glándulas sudoríparas. Por eso, fue enviada a una unidad especializada, donde lleva ya más de una semana. Mucho tiempo durante el cual todo el mundo no ha dejado de preguntarse por qué.

Por "hacer una gracia". Según informaron fuentes próximas a la investigación a DNA, los adolescentes de quince años identificados como los autores del lanzamiento de la botella contra sus dos compañeras de colegio han afirmado que pretendían "hacer una gracia" . No obstante, parece que antes quisieron realizar una prueba en la plaza de Abastos que, por suerte, sólo se saldó con dos heridos leves. Las consecuencias de ese primer experimento podrían haber sido mucho mayores.