la siniestralidad laboral, objetivamente, ha experimentado un notable descenso en Álava a lo largo de los últimos años, una caída que se ha acentuado desde que estalló la crisis económica. Los datos recopilados por el Instituto vasco de Seguridad y Salud Laborales, Osalan, apuntan a que esta bajada viene dándose sin interrupción en el territorio histórico y en el resto de Euskadi desde el año 2000, una realidad que debería alegrar a cualquiera. Mirando más a corto plazo, el organismo adscrito al Departamento de Empleo y Políticas Sociales contabilizó durante el pasado 2013 en Álava 4.514 siniestros laborales en jornada de trabajo, lo que supuso un decremento del 4,1% respecto al ejercicio anterior, cuando se produjeron 4.705. De ellos, cinco fueron mortales, uno de ellos in itinere, por los cuatro que hubo que lamentar en 2012, un descenso del 17%.
Claro que los datos tienen muchas lecturas y no todos los agentes implicados en el campo de la salud laboral coinciden en vincular este descenso pronunciado a un aumento de las medidas de seguridad de las empresas. La menor actividad industrial provocada por la crítica coyuntura económica también ha tenido su influencia en el descenso de la siniestralidad, aunque en mayor o menor medida según a quién se cuestione sobre ello. "Estamos ante la realidad de 13 años ininterrumpidos de descenso. Por lo tanto, la menor actividad laboral por la crisis económica, aunque no podemos obviar su influencia, no ha sido determinante", advierte en declaraciones a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA la directora de Osalan, Izaskun Urien. "Estamos hablando de tasas -siniestros por cada 1.000 trabajadores-, que es lo que refleja la realidad, y no de número total de accidentes de trabajo", enfatiza Urien. Un análisis que difiere bastante del que realiza Leire Heredia, responsable de Salud Laboral del sindicato ELA: "Esa bajada se debe fundamentalmente al descenso de la actividad de las empresas".
El sindicato se muestra muy crítico con la actitud tanto de la Administración, "que no quiere confrontar con la patronal", como de las propias empresas, que a su juicio invierten "mínimamente" en medidas de seguridad, y menos ahora con la crisis. "No hay dinero, y lo injusto es que ese dinero que no se invierte lo pague la clase trabajadora con su propia salud o incluso la muerte", censura Heredia.
falta de liquidez Una opinión en la que también coincide Rubén Arteaga, responsable del área técnica de la sociedad de prevención Mutualia en Álava. A juicio del profesional, la crisis afecta "indudablemente" a la prevención en riesgos laborales, y además "desde muchos frentes". "Por un lado, las empresas reducen los recursos en materia preventiva víctimas de una falta de liquidez, necesitando anteponer su propia subsistencia; además, en esta cadena de reducción de gastos, negocian a la baja el precio de la concertación con los servicios de prevención propiciado por una exagerada guerra de precios dentro de nuestro sector, lo que conlleva una disminución de la calidad de los servicios prestados", remarca Arteaga.
Sin mostrarse tan tajante, la responsable de Osalan también apunta a que "una situación económica crítica como la que están viviendo muchas empresas incide directamente en su cuenta de resultados y, lógicamente, su objetivo fundamental es sobrevivir". Urien recuerda en este punto que la prevención "no es cara, que se puede asumir por el propio empresario" y que "si se conciencia adecuadamente no necesita contratar nada, solamente la Vigilancia de la Salud".
Por desgracia, todavía son numerosas las empresas que ni siquiera elaboran evaluaciones de riesgo genéricas, tal y como denuncia la responsable de ELA, y todo ello cuando han pasado ya 18 años de la aprobación de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Salvo en lo que respecta a las "empresas punteras", a juicio de Heredia "de puertas para adentro la inversión en seguridad es mínima, por mucho que de puertas para afuera digan que la salud de las personas es lo primero".
Hace no muchos años, la construcción y la industria concentraban el grueso de los accidentes laborales en Álava y el conjunto de Euskadi, aunque de un tiempo a esta parte se ha producido un cambio de tendencia. El sector servicios ha superado en número total de accidentes al industrial aunque, por suerte, con una disminución de la gravedad de los mismos. Muchos son trastornos musculoesqueléticos por sobreesfuerzos. Pese a todo, según certifica la directora de Osalan, el sector primario mantiene las tasas más elevadas de siniestralidad "por sus especiales características", partiendo de la base de que el riesgo relativo de sufrir un accidente grave o mortal supera aquí "con creces" al resto de sectores.
Urien advierte de que su organización seguirá dando pasos en el camino de la reducción de la siniestralidad, así como en la "concienciación y sensibilización en prevención" de todos los agentes que están relacionados directa o indirectamente con ella. "No hay fórmulas mágicas en la prevención, sólo tener conciencia de ella. Somos conscientes de que cero accidentes es una utopía, pero no por ello debemos caminar hacia ella", remarca la responsable de Osalan.
Los pasos que las empresas deberían seguir para remar en esta dirección pasan por realizar una buena evaluación de riesgos, "rigurosa y sistemática", por hacer una planificación preventiva basada en dicha evaluación, por integrar también los criterios de seguridad y prevención en toda su línea jerárquica y por tomar conciencia de que una buena gestión de la prevención es básica y eficiente. Aspectos que, según recuerda Urien, "no son novedosos", sino que están legislados en la ya citada norma de 1995 y que "desgraciadamente demasiadas veces se siguen incumpliendo".
Otra "asignatura pendiente para Osalan, al margen de seguir minimizando los registros de siniestralidad, pasa por conseguir que las enfermedades relacionadas con el trabajo afloren, sobre todo las más graves, cánceres laborales o enfermedades pulmonares crónicas vinculadas al trabajo. "Cuando consigamos aprobar esta asignatura, en la que estamos todos los agentes implicados, podremos decir que en Euskadi gozamos de una buena salud laboral", asegura Urien.
A juicio de Heredia, vistos los "alarmantes" datos que todavía dejan los registros de siniestralidad, "la situación de la salud laboral no es buena" en la comunidad. Arteaga, desde Mutualia, considera que éste es "un buen momento" para que las organizaciones "crezcan hacia adentro, mejoren y busquen la forma de ganar posiciones para cuando todo se normalice". Esto pasaría, a su juicio, por formar "seria y rigurosamente" al personal, por desarrollar buenas prácticas preventivas o, incluso, por implementar controles preventivos en las empresas.