vitoria. Pocas veces una cerda lució un nombre tan apropiado. Mariana la bautizó su dueño, contraccion de elegida y llena de gracia, femenino de Mariano, ay. Ayer quedó bendecida, ajena no obstante a la espiritualidad del momento, absorta en quién sabe qué pensamientos, con sus 280 voluminosos kilos desparramados dentro de la jaula. Al igual que sus muchas antecesoras, la gorrina con nombre de reina de España -una que gobernó en el XVII- se convirtió en la protagonista de la tarde del 17 de enero, serranísimo icono de la rifa de San Antón de Vitoria. Un sorteo jugoso y solidario que nació allá por 1781 para destinar fondos al Hospicio, creado tres años antes por la Real Cédula de Carlos III, y que ahora van directos a la residencia de San Prudencio. Eso sí, ya sin matanza del marrano. Los tiempos, que van cambiando.

A las cinco y cuarto de la tarde, mayores, padres, jóvenes y niños se arremolinaban en torno a Mariana, repanchingada a las puertas de la iglesia de San Pedro. Mientras, salía de la Plaza Nueva con dirección al templo la tradicional comitiva de gigantes, cabezudos, txistularis, gaiteros y trikitilaris, junto a representantes de la Corporación municipal. Los vitorianos, en cualquier caso, sólo tenían ojos para ella. "Está guapa", valoraban los presentes para satisfacción de Emilio Urrutia, el casero de Aránguiz encargado desde hace años de ofrecer a Vitoria la atracción principal de esta fiesta. Como las anteriores, la cerda de 2014 ha vivido su primer año entre algodones embarrados y menú degustación de harina de cebada, berzas, calabazas y patatas cocidas. El resultado: una magnífica silueta jamona.

La plaza de entrada a la iglesia de San Pedro se llenó enseguida. A las cinco y media, decenas de personas se arremolinaban allí, algunas con mascotas para recibir la bendición junto a Mariana, otras por curiosidad. Tras la ducha religiosa se celebraron las vísperas, aunque los gasteiztarras demostraron que prefieren el dulce. Sobre todo si es gratuito. Apenas habían empezado las oraciones en el templo y en la Plaza Nueva ya no cabía ni un jamón, llena de gente para disfrutar del reparto de chocolate de comercio justo. Mientras cientos de personas hacían cola, los txikis disfrutaron del gargantúa y los hinchables que siempre vuelven por San Antón. Y, para rematar la celebración, el Ayuntamiento puso música y baile al momento con un poco de dantza plazan. Tan a gusto.

Pasadas las seis de la tarde, la comitiva regresó a la Casa Consistorial. Era el momento del sorteo. Elena Beitia y Florencio Múgica, ambos de 90 años, fueron los elegidos por la residencia para extraer las bolas. No les falló el pulso y el notario Arturo Sancho dio fe. El primer premio, el lote de ibéricos, fue para el número 01.069. El segundo, viaje a Lisboa cinco días para dos personas, para el 23.531. El tercero, un circuito por la costa de Cádiz una semana para dos personas, se lo llevó el 17.356. El cuarto, la televisión smart, le tocó al 25.756. El quinto, dos días dos personas en el balneario de Arnedillo, fue para el 26.469. Y el 14.271 recibió el bono de equipamiento deportivo.

Tras la rifa, las manos inocentes disfrutaron de un cacao con miembros de la Corporación. Y en una abarrotada Plaza Nueva se procedió al sorteo de los dos cerdos de chocolate, de 60 kilos cada uno, entre las aulas de Infantil y Primaria de los centros escolares de toda Vitoria.