trabajan sólo una noche al año, pero en su favor hay que decir que lo hacen rápido y bien. Desde que el sol se pone hasta que sale, Melchor, Gaspar y Baltasar meten la directa y recorren las casas de todos los niños y niñas gasteiztarras para que puedan disfrutar de sus regalos desde las primeras horas del día. Ayer, como cada 6 de enero, los txikis caminaban por las calles de la capital alavesa luciendo sus nuevos regalos. Ahí estaba el pequeño Dani, futuro piloto de rallies, que ayer conducía su Citroën teledirigido con la pericia del mejor Carlos Sainz, aunque esperemos que también con mejor suerte. Mientras tanto, ataviados con un buen gorro y una cálida bufanda para evitar constipados indeseados, Adam y Yanis agradecían a los Reyes Magos haberles traído exactamente lo que querían: una caja para colorear uno y una Nintendo 2DS el otro.
Más coqueta, luciendo pendientes, corona y una amplia sonrisa con la que a buen seguro conquistó a los Reyes Magos a las primeras de cambio, María sujetaba con fuerza a su Barbie, por si acaso a la muñeca el frío vitoriano no le hacía mucha gracia y quería volver a su caja de plástico. Una gran sonrisa fue también la forma con la que el protagonista más txiki de este reportaje, Alejandro, recibió su regalo de Reyes de manos de sus primos Ibai y Xavier, que le llevaron el presente que los magos de Oriente había dejado en su casa para que ejercieran de pajes reales y se lo entregaran a su primo.
La que se pasó buena parte de la mañana de ayer saltando a la comba sin parar fue Ulrika, que hacía morirse de envidia al Caminante saltando a su lado una y otra vez en la calle Dato. Viéndola divertirse con el mismo juego que ha atraído a tantas y tantas generaciones de niños y niñas, seguro que muchos de los adultos que pasaron a su lado estuvieron tentados de acercarse a ella para rememorar sus tiempos de saltos en el patio del colegio. Y es que hay tradiciones que, afortunadamente, nunca pasan de moda.