Vitoria. El palacio Ruiz de Vergara es una de las casonas con más encanto de la colina, pero lo oculta tras su lamentable aspecto. Hace ya cuatro años que quedaron paralizadas las obras que pretendían convertir el edificio, cedido por el Ayuntamiento de Vitoria a la Diputación, en sede de los servicios forales. Aquel proyecto que parecía prioritario para la revitalización económica del Casco Viejo dejó de serlo y, desde entonces, las consecuencias del abandono han hecho mella en el inmueble de la calle Herrería. Por eso, EH Bildu preguntará este martes en la comisión de Urbanismo sobre la situación del palacio y exigirá al equipo de gobierno que trate de ponerse de acuerdo con el ejecutivo de Javier de Andrés para, por lo menos, arreglar la fachada. Su solicitud da voz a la reclamación de asociaciones vecinales y residentes del barrio, hartos de ver cómo buena parte del patrimonio histórico del corazón gasteiztarra languidece ante la pasividad institucional.

Hasta dos veces se anunció la apertura del Ruiz de Vergara como sede de las sociedades forales Arabarri, Arabat, Arabako Lanak, Arabako Bideak y Álava Agencia de Desarrollo. Pero pasó el tiempo y la iniciativa quedó en stand-by, como si no importara todo el dinero gastado hasta ese momento. La primera fase, la única que se ejecutó, arrancó en 2007 y supuso un desembolso de 1,38 millones de euros, destinados al arreglo de la cubierta con la colocación de un tejado de madera y al asentamiento de la nueva estructura. Finalizadas esas obras, en 2010 se anunció la puesta en marcha de la segunda parte del proyecto, consistente en la ampliación y adecuación del interior con un presupuesto de 2,7 millones. Durante un tiempo permaneció en la calle la coraza metálica típica de toda obra, como si en cualquier momento los andamios fueran a recobrar la vida, pero los trabajos mil veces anunciados nunca se llegaron a materializar.

La Agencia de Revitalización de la Ciudad Histórica, sociedad ya extinta que en ese momento gestionaba los proyectos del Casco Viejo, explicó en 2011 que había habido un conflicto jurídico pero que había sido solventado, por lo que las obras regresarían en breve. Al parecer, el proyecto inicial sólo contemplaba la mudanza de Arabarri al palacio, pero durante la primera fase de las obras la Diputación decidió trasladar también las otras cuatro entidades anteriormente mencionadas. La idea exigía más metros cuadrados, así que solicitó dos lonjas anexas con salida por Zapatería, lo que obligó a poner en marcha una serie de trámites que se prolongaron en el tiempo por un problema de registros. Sin embargo, ni siquiera resueltos esos contratiempos se retomó el proyecto. Y, para rematar el despropósito, recientemente se supo que el ejecutivo foral perdió un millón de euros de una subvención del Gobierno Vasco por no presentar en el plazo legal el proyecto de intervención.

Y ahora qué EH Bildu considera que, ya que el Ejecutivo de Javier de Andrés no tiene previsto hacer nada en el interior del Ruiz de Vergara, el Ayuntamiento y la Diputación se pongan de acuerdo para adecentar la otrora bella fachada. Por eso, la coalición abertzale preguntará al gabinete de Javier Maroto en la comisión municipal del martes si ha advertido el estado en que se encuentra la cara del palacio, si ya ha alertado sobre su situación al Ejecutivo foral y si tiene previsto o no ponerse manos a la obra para frenar el deterioro. En la actualidad, el edificio o pasa desapercibido o entristece a los paseantes a pesar de su encanto arquitectónico y su importancia histórica. La casona fue mandada construir por Juan Ruiz de Vergara y su esposa María Díez de Álava y Esquível en el siglo XVI. Desde sus inicios contó con una intensa actividad económica, la que se pretendió recuperar quinientos años después. Un objetivo que quedó en conato, tras casi 2 millones de euros invertidos en su rehabilitación. Otra triste página en la autobiografía del patrimonio del Casco Viejo de Vitoria.