Lapuebla de Labarca. Los buzos de la Guardia Civil lograron encontrar el cuerpo sin vida de Vicente Garrido, el vecino de Lapuebla de Labarca que permanecía desaparecido desde hace 19 días. El hallazgo se produjo en una de las zonas más difíciles del río Ebro y después de que los perros de rescate marcasen anteayer una zona que inicialmente era muy extensa. Los submarinistas habían comenzado la jornada en condiciones muy complicadas, con una persistente lluvia que había ocasionado un fuerte aumento del caudal y la altura del cauce, circunstancia que dificultaba la visibilidad. El espacio donde estaban trabajando está muy cerca del embarcadero, a unos 300 metros del lugar donde el joven de Lapuebla de Labarca cayó al cauce y donde el río registra profundidades importantes.
Sobre las doce del mediodía emergió el submarinista y le hizo un gesto a uno de sus compañeros para que separase de la orilla al padre del joven, que estaba acompañado por otras personas muy cerca del lugar donde el buzo revisaba el fondo. El gesto no pasó inadvertido para las personas que se encontraban en el lugar, que inmediatamente supieron que la búsqueda acababa de terminar. El lugar exacto está a muy pocos metros del sitio desde donde durante estos días han estado saliendo las embarcaciones de la Guardia Civil, la Ertzaintza, los Bomberos y la Cruz Roja. Al parecer, el cuerpo estaba a unos cuatro metros de profundidad y enganchado en los troncos de árboles que va arrastrando la corriente. El día anterior "uno de los perros se había puesto muy nervioso en ese lugar", según explicaba un testigo presencial, y como si fuera una premonición, el padre y varios amigos se habían situado prácticamente en el lugar donde apareció finalmente y allí estuvieron durante horas mirando la corriente del Ebro.
Nada más saberse que se había localizado el cuerpo de Garrido, la gente que había, incluso el padre del joven, fue abandonando el lugar para concentrarse en la zona del parque de La Poveda, momento que se aprovechó para con discreción sacar el cuerpo del cauce y dejarlo tapado, permaneciendo en el lugar tan sólo la Guardia Civil y la Er-tzaintza, a la espera del forense y del furgón de Mémora, que lo trasladaría al Instituto de Medicina Legal y, posteriormente, al tanatorio.
El alcalde de Lapuebla de Labarca, Daniel Espada, visiblemente emocionado y con el rostro desencajado después de tantos días de búsqueda y espera, decidió convocar un Pleno Extraordinario del Ayuntamiento para expresar la solidaridad de los vecinos con la familia Garrido y el agradecimiento del pueblo hacia tantas personas que, desde todos los pueblos de Rioja Alavesa, del resto de Álava y de localidades de Euskadi, Burgos y La Rioja, han colaborado estos días. Desde el Consistorio también se quiso reconocer a las instituciones de salvamento que se han volcado en tiempo y medios. En ese Pleno se aprobó declarar tres días de luto oficial en Lapuebla de Labarca.
Agradecimiento Sea como fuere, sobre las dos de la tarde, las unidades que han participado desde el primer momento en la búsqueda intentaron abandonar el lugar para dirigirse a sus acuartelamientos. No obstante, la gente que aguardaba en el parque de La Poveda prácticamente cerró el camino y obligó a los vehículos a detenerse. Las unidades de búsqueda, las caninas y los submarinistas recibieron saludos y agradecimientos por su dedicación de estas semanas. Una de las personas que ha permanecido estos días en el parque colaborando en la búsqueda y en todo lo que se necesitaba comentaba que esa despedida había sido el momento más emocionante de estos días.
Vicente Garrido desapareció a primera hora de la tarde del domingo, 1 de diciembre, en aguas del río Ebro, en el lugar conocido como presa de La Poveda. Al parecer, la hipótesis más verosímil sobre lo acaecido es aquélla que dice que Garrido se precipitó al cauce tras intentar ayudar a uno de sus perros que, al parecer, no se atrevía a saltar desde un tronco a causa de la corriente. Todo apunta a que el joven se descalzó para caminar por el agua y que debió resbalar y golpearse, cayendo a la salida de la presa donde se forman fuertes remolinos. Un amigo, con el que había quedado en el lugar, fue quien dio la voz de alarma al encontrar la furgoneta familiar en marcha y los perros ladrando desde la cima de la presa.