Vitoria. La inaplazable llegada del invierno -el próximo sábado, día 21, a las 18:11 horas- volverá a poner a prueba la capacidad de respuesta de los servicios de emergencia vascos ante la más que probable aparición de episodios meteorológicos adversos (precipitaciones, nieve, bajas temperaturas, deshielo, desembalses,...) que afectarán de forma irremediable al modo de vida habitual de miles de personas en Euskadi.
Y es que, pese a la democratización de las predicciones del tiempo, presentes ya en teléfonos inteligentes y otros dispositivos móviles, la labor de prevención desplegada por la Dirección de Atención de Emergencias y Meteorología (DAEM) del Gobierno Vasco a fin de intentar evitar males mayores es mucho más compleja, va más allá.
Así lo asegura Pedro Anitua, máximo responsable de este organismo que coordina todos los recursos humanos y materiales necesarios para responder con rapidez y de forma organizada ante nevadas o inundaciones durante estos próximos meses, pero también ante incendios forestales u otro tipo de catástrofes -naturales o no- que puedan darse en cualquier momento de forma imprevista como, por ejemplo, un siniestro con materias peligrosas de por medio.
Anitua, toda una institución en el mundo de la atención ciudadana y de las emergencias -lleva treinta y dos años abonando ese campo- sabe bien de lo que habla y por eso pone el acento en la complicidad y cooperación existente con otros brazos -como la Ertzaintza, la Dirección de Tráfico, Euskalmet y URA, la Agencia Vasca del Agua- a la hora de buscar soluciones reales a las amenazas que acompañan a un fenómeno adverso y aplicar las medidas acordadas por todos esos agentes y otros como los consorcios de aguas o las autopistas, además de las instituciones forales y municipales que pudieran verse perjudicadas.
Estas decisiones son adoptadas en la mesa de crisis, un atípico gabinete representativo de esas sensibilidades encabezado o por la consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, o por el viceconsejero Josu Zubiaga, que asumen la dirección del plan. Habitualmente, aunque depende de la tipología del suceso que vaya a ocurrir y de su extensión, estas reuniones arrancan con la intervención de los responsables de Euskalmet, que entregan los últimos detalles de la previsión meteorológica, y de la Agencia Vasca del Agua, que ofrecen su análisis de cuál es el estado de los ríos y su evolución. Cada territorio expone su problemática y a partir de ahí se plantea qué acciones tomar -como suspender la actividad escolar o las actividades deportivas-, dónde pueden ser mayores los problemas, qué medios hay que movilizar, qué zonas hay que apoyar y cómo hacerlo.
Un ejemplo real La última de las mesas de crisis convocadas, el 12 de febrero de este año, estuvo presidida por el propio lehendakari, Iñigo Urkullu, debido a la gravedad de las previsiones por riesgo de inundaciones al pasar el Plan Especial de Emergencia de situación 0 al nivel 1. "Especial atención tuvo la cuenca del Zadorra ya que se corría el riesgo de que se produjera un rápido deshielo", recuerda Iñigo Ansola, director de URA, y cuyo concurso en este tipo de situaciones es primordial a la hora de tomar un camino u otro.
En aquella ocasión, por ejemplo, la Agencia Vasca del Agua, junto con la Confederación Hidrográfica mantuvieron una estrecha coordinación para minimizar los efectos del temido deshielo y se optó por mantener un desembalse de sesenta metros cúbicos por segundo. En este caso, las predicciones elaboradas por Euskalmet fueron fundamentales. El margen de error cada vez es menor, aunque como admite Ansola, "no es posible garantizar una predicción con una exactitud del cien por cien. El avance es notorio y cada vez se predice mejor, más exacto. Pero el fenómeno meteorológico es cambiante y en cuestión de pocas horas su comportamiento puede cambiar de forma importante" y trasladarse de una zona a otra e incluso a otro territorio.
No en vano, la tormenta de nieve que cayó en tierras alavesas tuvo efectos significativos en la red viaria vasca a pesar de que la Dirección de Tráfico, la Ertzaintza y la Diputación Foral de Araba trabajaron de forma conjunta desde primeras horas de la madrugada de aquel 12 de febrero. De hecho, la Dirección de Tráfico activó su fase operativa en aquella ocasión -cuando la cota de nieve se sitúa por debajo de los 700 metros de altitud- y la mesa técnica, aquella en la que se presta una especial atención a todo cuanto ocurre en un solo Territorio Histórico, en este caso Araba.
"Cuando esa situación problemática se extiende a otros territorios pues convocamos la mesa de crisis, en la que nos juntamos todos los responsables de los tres territorios", ilustraba Garbiñe Molinuevo, máxima responsable de la Dirección de Tráfico. "La realidad, año tras año, nos dice que son los mismos puntos conflictivos. La zona de Altube es muy complicada, pero los equipos están muy coordinados. Las técnicos de la Diputación de Araba, la Ertzaintza y nosotros [la Dirección de Tráfico] mantenemos siempre un contacto fluido lo que hace que el trabajo sea muy fácil; lo cual se agradece a las instituciones que participan del Plan de Vialidad Invernal", agregaba.
Voluntad Una apreciación compartida por Pedro Anitua, cabeza visible de la Atención de Emergencias, y quien destacaba la capacidad de movilización y el compromiso de todas las instituciones "para remar en la misma dirección, lo que hace que nuestro sistema sea muy potente. Si se llama a los bomberos o los voluntarios de un territorio para ir a otro, nunca ha habido problema. Ese es el éxito fundamental y diferenciador con respecto a otras zonas. El truco está en la voluntad de las personas. No sé por qué pero forma parte de la idiosincrasia del territorio. La gente tiene bien claro que hay que ayudarse cuando se tiene un problema y es relativamente sencillo", apostillaba.
A su entender, ante la llegada de catástrofes de este envergadura -y otras como los episodios de ciclogénesis explosiva de 2009 y 2010- "estamos muy bien preparados. Lo cual no quiere decir que ante fenómenos meteorológicos muy adversos la respuesta muchas veces no alcanza el nivel que se precisa. Yo suelo decir que en Estados Unidos, que tiene la mejor meteorología del mundo y el mayor ejército del mundo cuando hay una nevada espectacular se colapsa el país... No se puede luchar contra los fenómenos naturales. Sí que podemos minimizar los daños y tomar las mejores medidas que nos permita la situación".
Por eso, tal y como insisten Anitua y Ansola, y refrenda Molinuevo, "nosotros velamos porque exista una coordinación entre los trabajos que hacemos todos y poner encima de la mesa qué recursos tenemos cada uno y ponerlos a disposición del resto". Unos bienes materiales y humanos que el director de la DAEM resume en un espontáneo y explícito "movilizamos todo lo que hay". Desde agentes de la Ertzaintza y bomberos, pasando por agentes de policías municipales, profesionales sanitarios, voluntarios de DYA y Cruz Roja más las agrupaciones locales de Protección Civil, lo que puede rondar los cinco mil efectivos, dispuestos a colaborar todos a una.