vitoria. Su pintxo, Silencio, recibió no sólo el primer premio, sino el premio del público por votación. Bueno, en este caso se escuchó la voz del pueblo. ¿Cree que en las movilizaciones ciudadanas se le escucha también?
Mira, creo que no se protesta nada para lo que debería de hacerse. Pero claro, si ahora ya se nos escucha poco, con esta ley nueva... ¡no vamos a poder ni salir a la calle a abrir la boca! Ya digo yo que en algunos aspectos vamos a volver a 1965...
Entonces, ¿cree que no se reacciona ante los miles de casos que se destapan de corrupción?
Pues claro que no. Es que, vamos a ver, yo creo que nos tendrían que dar un par de azotes en el culo ¡a todos! Tendríamos que morderle el cuello a algunos/algunas que se están pasando por ahí arriba.
Los últimos datos dicen que igual hasta 2033 esto no acaba de remontar...
Si es que a mí me va a tocar currar igual de duro aunque remonte antes. Eso ya lo tengo asumido. Pero la generación de mi hija... lo va a tener crudo, y van a acabar como nosotros cuando teníamos 20 años; cogiendo el primer trabajo que te ofrecen, por poca pasta y muchas horas. Otro retroceso más.
¿Qué cuerpo se le queda con noticias como la de Fagor?
Tristeza, mucha tristeza y poco que decir. Intento no darle muchas vueltas.
Desde el otro lado de la barra, ¿notan en el carácter de la gente la crisis?
Por supuesto. Se nota y mucho, la gente está triste. Pero mira, también es verdad que en los eventos que organizamos (como la Semana de Pintxo o Ardoaraba) los clientes tienen ganas de probar cosas nuevas, hacer cosas diferentes, de salir a la calle, de novedades... Antes el público el primer día igual ni se había enterado. Supongo que ahora es por desconectar un poco.
Por cierto, ¿cómo son los vitorianos en los bares?
Muy especiales... ¡Superexigentes! No pasan una. Que eso está bien porque nos ayuda y nos obliga a mejorar. Pero ya me gustaría verles cuando salen de Vitoria... ¡fuera vale todo!
Ahora que la reforma de educación está de plena actualidad. ¿Cómo recuerda su educación?
Pues bastante mal. No tengo un buen recuerdo. Creo que en ese sentido se ha avanzado mucho. Yo estudié en un colegio de monjas, y ahora veo la educación que está recibiendo mi hija y me parece una maravilla: estudia en una ikastola y con chicos y chicas juntos. Nada que ver con lo mío. Más vale. Hay cosas que se pueden mejorar siempre. Pero yo la veo muy bien. La educación que se les da en casa... es otro cantar. En eso sí que creo que hemos ido para atrás. Ahora te contesta cualquier mocoso y si te descuidas ¡te escupe! Eso lo llevo fatal.