Gasteiz. Piezas negras y blancas se desplazan sobre el resbaladizo tablero del fracking, algo más que la técnica de fractura hidráulica para la extracción de gas no convencional -shale gas o gas pizarra- que no se encuentra en bolsas sino adherido a la roca, por lo que el método de obtención difiere de las técnicas tradicionales. Si bien el fracking se conoce desde hace décadas, la fiebre por la fractura hidráulica es más reciente y la estratégica partida del subsuelo se disputa en el abrupto ajedrez de la superficie entre sus partidarios y detractores; dos posiciones acaso irreconciliables. "Sobre el fracking se está hablando con demasiada ligereza. Somos contrarios a posturas maximalistas de fracking siempre sí o fracking siempre no. Consideramos que la viabilidad de esta técnica dependerá de las circunstancias concretas de cada yacimiento", propone Miguel Gómez, presidente del Colegio de Geólogos del País Vasco.
Al contrario de la discusión a dos tintas, la realidad apunta hacia una paleta de grises. "El problema, principalmente, es que existe una tendencia perversa a alimentar un debate con generalidades, cuando lo que se necesita es rigor, datos veraces, concreción y detalles para hacerse una opinión. No se trata, sin más, de decir fracking sí o fracking no. Esto es más profundo y complejo, no una discusión de bar", expone un analista que dice que sobre el fracking el "final se redacta antes que el principio".
El fracking es una técnica muy discutida en distintos foros, también en Euskadi, cuyo déficit energético es notable y de ahí que la fractura hidráulica se observe como una opción a explorar, una posible vía para mejorar la balanza energética en el futuro. "Sí existe gas no convencional en Euskadi, pero lo que no es posible concretar es la cantidad y la calidad. Es necesario realizar una serie de sondeos de exploración que permitirán no sólo responder en gran medida a estas preguntas, sino también conocer los condicionantes medioambientales en cada caso concreto, así como si el potencial de recursos existente puede ser producido con rentabilidad económica", alumbra Miguel Gómez.
De momento, lo que se impone es la polémica, que ocupa el centro de la agenda en Álava, no sólo en el pulso energético y medioambiental, sino también en el debate social y político. "Se habla mucho del fracking cuando todavía no se sabe cuánta cantidad de gas hay, si es de calidad o no, si su explotación superaría la legislación medioambiental o si económicamente sería rentable su explotación", enjuicia un analista que entiende necesaria una exploración "seria y rigurosa" de las zonas de gas. "Sólo el conocimiento profundo de los distintos yacimientos nos permitirá tomar una decisión sobre si realmente es medioambiental y económicamente viable la explotación", agrega el geólogo.
Varios países europeos han decidido establecer una moratoria parcial o total para la extracción de gas no convencional hasta que no se despejen las dudas que suscita la técnica. En 2011, la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo emitió un informe concluyendo que con el fracking se produce una "emisión de contaminantes a la atmósfera, contaminación de las aguas subterráneas debido a caudales de fluidos o gases provocados por escapes o vertidos, fugas de líquidos de fracturación y descargas no controladas de aguas residuales, así como la utilización de más de 600 productos químicos para liberar el gas natural".
La legislación medioambiental europea es más restrictiva y está muy alejada del proceder en EEUU, donde el fracking se ha convertido en el nuevo El Dorado. En EEUU se estimulan 35.000 pozos al año, que según la Asociación de compañías de investigación y exploración de hidrocarburos y almacenamiento subterráneo (ACIEP), "han logrado reducir considerablemente el precio del gas, haciendo más competitiva a su industria y el país está en fase de convertirse en productor neto, cuando antes dependía mucho de la importación". El precio del gas en EEUU se sitúa en 3 euros mientras en Europa es de 10, por lo que la factura energética es más cara, lo que implica, a ojos de ACIEP, una menor competitividad de la industria en un mercado globalizado.
En medio de la controversia, la localidad alavesa de Kuartango celebró un referéndum sobre el posible empleo de la fractura hidráulica en el futuro. El rechazo resultó mayoritario entre los habitantes del pueblo, situado en una zona donde se focaliza uno de los yacimientos de gas no convencional que necesitaría del fracking para cualquier actuación futura. En Kuartango no quieren saber nada de la técnica, que también visibiliza su logística y estructura en el paisaje, otro lunar para sus detractores.
"El fracking es peligroso porque se puede producir la contaminación de acuíferos derivados del uso de aditivos químicos nocivos para la salud que se emplean para romper las rocas junto al agua y la arena", apunta Iñigo Leza, de la plataforma Fracking Ez de Araba. Subraya que "los aditivos químicos utilizados para la fracturación pueden llegar a ser hasta el 2% del fluido y un alto porcentaje de esos aditivos se quedan en el subsuelo, además de que los escapes de metano generan un efecto invernadero 25 veces superior al provocado por el CO2".
En la orilla opuesta se encuentra la ACIEP. Para la agrupación, el fracking abre una puerta extraordinaria para la explotación de recursos energéticos en España, canina en la producción de energía. "Es una oportunidad para incrementar la producción propia de gas y reducir la dependencia del exterior. Actualmente España importa más del 99% de los hidrocarburos que consume", subraya la ACIEP, que calcula "que podría haber reservas de hasta 70 años de consumo de gas". Iñigo Leza duda de la rentabilidad del gas y refuerza la idea de que "la apuesta energética no deben ser los combustibles fósiles, sino las fuentes de energías renovables, pero el Gobierno las penaliza".
No existe el riesgo cero El billar a tres bandas entre el impacto medioambiental, las necesidades energéticas y la actividad económica que podría florecer alrededor de las explotaciones gasísticas componen un debate repleto de aristas y derivadas. Mientras las plataformas antifracking destacan que al riesgo de contaminación de los acuíferos se le debe sumar las posibilidad de los seísmos, derivados de la perforación; la ACIEP niega la mayor. "Recalcamos que es una técnica completamente segura y respetuosa con el medio ambiente". La industria apunta a que la presencia de productos químicos utilizados en el fluido para fracturar la roca es mínimo y apenas supone el 0,5%.
En Álava, una de las mayores preocupaciones es la contaminación de acuíferos como el de Subijana. "En el caso de que los pozos atraviesen acuíferos, el riesgo de contaminación debido al uso de aditivos es muy bajo debido a que las zonas del acuífero en contacto con el pozo son protegidas de forma habitual con una triple entubación y cementación", diserta el presidente del Colegio vasco de Geólogos, matizando que los acuíferos también "podrían ser contaminados por las actividades realizadas en superficie".
Impacto medioambiental Por cuestiones de este tipo, el Colegio de Geólogos estima que la fractura hidráulica es una actividad sometida a evaluación de impacto ambiental y ese filtro debe ser muy exigente. "Se debe garantizar que los trabajos de perforación, de estimulación mediante fracking y el resto de actividades relacionadas se realicen en condiciones de vertido cero, evitando cualquier tipo de derrame a la superficie del terreno o a los cauces fluviales". Siendo este el punto de partida, los expertos consideran que habrá yacimientos en los que una explotación sea posible y otros en los que no se den las garantías suficientes. Descartado el riesgo cero porque "la seguridad absoluta no existe ni en esta ni en ninguna otra actividad", Gómez aporta que "hay algunos riesgos, pero también se dispone del conocimiento y tecnología suficiente para que sean minimizados al máximo".
No lo entiende así Fracking Ez Araba. Advierte Leza "que a causa del fracking, en el Reino Unido se han registrado casos de seísmos de grados 3 y 4". Son numerosas las voces que cuestionan el fracking por causar terremotos. "Habría que hablar de microseísmos que no son percibidos por la población dada su baja magnitud", replica Gómez.