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El Zadorra no es un río limpio. Un año más, el informe de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) que analiza el nivel de sustancias peligrosas en las aguas de la cuenca ha pintado dos puntos negros en la marcha cantarina del torrente alavés. La zona de Vitoria, aguas abajo, acumula concentraciones elevadas de mercurio, cadmio, cromo y cobre. A la altura de Agurain de los dos últimos. La prolífica presencia de industrias y los vertidos de las estaciones depuradoras explican los altos registros, pero que sean considerados o no preocupantes depende de si el analista trabaja en organismos administrativos o sociales. La CHE resta importancia a los porcentajes porque "no conllevan riesgos para la salud" de las personas, mientras que la Agencia Vasca del Agua (URA) llama a la calma porque la tendencia de los últimos estudios indica que la contaminación se ha frenado. "Está claro que si metes un dedo no se va a derretir, pero la verdad es que nos encontramos con un problema serio que se viene repitiendo de forma sistemática a lo largo de los años y que hay que admitir para poder actuar", replican desde Ekologistak Martxan.
La única diferencia de este informe respecto a los anteriores es que, por primera vez, la CHE ha analizado además de las aguas los sedimentos. Y no ha sido buena la novedad para el Zadorra. Los análisis han encontrado en los restos acumulados en el fondo del río a su paso por Vitoria una sustancia peligrosa en altas concentraciones: los hidrocarburos policíclicos aromáticos. Son compuestos procedentes del petróleo, el carbón y depósitos de alquitrán, contaminantes a todas luces y, según dice la comunidad científica, altamente carcinógenos en algunos de los casos. Uno de ésos es el fluoranteno, localizado en la zona. El descubrimiento ha pillado desprevenido al colectivo ecologista, pero le reafirma en su preocupación por el deficitario estado del Zadorra, "ya que si a metales pesados ahora hay que sumarle esto, que a saber de dónde viene...". Por desgracia, la directiva europea que contempla las normas de calidad del agua y que España aplica ya desde el año pasado todavía no ha establecido criterios que permitan hablar o no de incumplimientos. "Solamente los hay para el agua y los peces", explica el jefe del Área de Calidad de la Confederación, Javier San Román.
La CHE, no obstante, trata de mitigar la preocupación ecologista. "Que se detecten sustancias peligrosas es más mérito de nuestro laboratorio que otra cosa, ya que cada vez tenemos más capacidad para encontrar elementos en más bajas concentraciones, como sucede en el ciclismo con las operaciones antidoping, análisis que hace diez años parecían imposibles", sostiene San Román. Además, el jefe del Área de Calidad advierte de que la directiva europea es tan exigente que considera incumplimientos de la normativa concentraciones de sustancias "que no son peligrosas" para las personas. En el caso del mercurio, por ejemplo, establece un máximo de 20 microgramos por kilo. Y aunque en el Zadorra los expertos han encontrado barbos con 43 ninguno parece haberse inmutado. "Al comercializar un pescado para su consumo, se permite que tenga hasta 500 microgramos por kilo", tranquiliza el responsable. Illana, sin embargo, alerta de que esos niveles son bioacumulables y pueden desembocar en fallos de reproducción o esterilidad de los animales que se coman estos peces, afectando a la vida que transcurre por el río.
Mientras el portavoz de Ekologistak Martxan se pregunta "cómo es posible restar importancia a datos así", la CHE se atrinchera en su posición. "El Zadorra no es el valle de Ordesa, esto está claro. Tiene mucha presión por la gran actividad industrial que existe en Vitoria y Salvatierra, y por los embalses, que quitan al río la posibilidad de crecidas que arrastren los sedimentos, pero hay que tener en cuenta que en nuestro informe de red de sustancias peligrosas vamos a donde sabemos que vamos a encontrar algo, debajo de las ciudades y en las aglomeraciones de fábricas", señala San Román. El experto asegura, además, que existe margen de mejora siempre que las instituciones quieran invertir.
Precisamente ese afán ha unido a Amvisa, el Ayuntamiento de Vitoria y la Agencia Vasca del Agua-URA -dependiente del Departamento de Media Ambiente y Política Territorial del Gobierno Vasco-. En estos momentos, los tres organismos están colaborando en la ejecución de unas obras que permitirán que en unos pocos años que el sistema de saneamiento en Vitoria cuente con un inestimable aliado. La desviación de los ríos del sur permitirá una mayor separación de las aguas residuales y pluviales de la ciudad, evitando la saturación de la estación depuradora de Krispijana, que ahora vierte sobre el Zadorra restos que no puede digerir y que favorecen la contaminación del caudal. "Ello conllevará un significativo aumento de la eficacia y eficiencia en el tratamiento de las aguas residuales que llegan a Krispijana, que contienen tanto materia orgánica como residuos industriales que los colectores e interceptores derivan desde los polígonos", explican desde URA.
En realidad, la estación de Krispijana no está diseñada para gestionar los fluidos manchados por el trabajo de las fábricas, pero URA sostiene que "el aumento de la eficiencia del tratamiento por la criba de las aguas pluviales conllevará un aporte significativamente menor de aguas residuales industriales de forma directa al medio y que buena parte de los contaminantes considerados como peligrosos, prioritarios y emergentes sean degradados en el proceso de depuración de la estación o retenidos en los lodos de ésta". Ekologistak Martxan comparte casi todo el diagnóstico. "Esa presencia de metales pesados se podrá minimizar y por eso es importante que se lleve la obra a cabo, ya que el funcionamiento actual de Krispijana es uno de los factores que perjudica al Zadorra. Sin embargo, no es la solución perfecta o la única", apostilla Illana.
El control a las industrias resulta fundamental. "Algo está pasando", subraya el portavoz ecologista, "para que pasen los años y la Confederación Hidrográfica del Ebro continúe publicando los mismos informes negativos". URA, sin embargo, prefiere ver el vaso medio lleno. Si los estudios no han arrojado resultados distintos en los últimos tiempos es porque "o bien las fuentes emisoras de las sustancias no persisten en el vertido con la misma intensidad o bien la gestión de dichos vertidos ha mejorado". Su segunda hipótesis será más evidente cuando se realicen las desviaciones de los ríos del sur. La primera, a su juicio, es ya una realidad. "El régimen de autorizaciones de vertido es una herramienta vital de la administración hidráulica que ejerce un creciente control de las emisiones al medio junto a la legislación sectorial y la normativa de la planificación hidrológica. Y fruto de ello, es evidente que, independientemente de las necesarias mejoras pendientes, el sector industrial ha incrementado notablemente el control en origen de los vertidos industriales tanto con la adecuación del proceso productivo como con sistemas de depuración y tratamiento más exigentes", sostiene el organismo vasco.
Ekologistak Martxan percibe que la CHE y URA tratan de "quitar hierro al asunto" equivocadamente. Illana tiene claro que, sin necesidad de desatar la alarma ciudadana, ambos organismos deberían reconocer que el Zadorra "es un punto negro" en la cuenca del Ebro para afrontar los problemas que suscitan los metales pesados. La nutria, por ejemplo, ha regresado a prácticamente todo el Estado, "pero en nuestro río no se acaba de recuperar". Y eso que por las características que presenta, en cuanto al caudal y la vegetación de ribera, tanto este animal como el visón europeo deberían campar aquí a sus anchas. "Algo está fallando", insiste.