vitoria. Lo que para un adulto es un espacio normal y corriente puede ser un escenario lleno de peligros para un niño. Ayer, el infortunio tuvo como protagonistas una niña de cuatro años y un balcón que varios de los vecinos del mismo portal consideraban ayer "peligrosísimo". Con una barandilla situada a media altura para una persona de estatura normal y ubicada sobre un pequeño muro, cualquier niño correría el peligro de precipitarse abajo por un pequeño paso en falso o por asomarse demasiado al vacío. La investigación policial sólo contemplaba ayer la posibilidad de un terrible accidente como motivo de la caída de la menor, aunque las causas exactas que las motivaron estaban ayer aún siendo investigadas.

"A mí nunca me han gustado estas barandillas por lo bajas y peligrosas que son", aseguraba ayer a este periódico una vecina del edificio de la calle Portal de Foronda, que se eleva junto a la carretera con once alturas y dos manos en cada una. El hecho de que madre e hija apenas llevaran "cuatro o cinco meses" viviendo solas en este piso de alquiler se traducía ayer en el desconocimiento generalizado de sus vecinos sobre sus identidades, algunos de los cuales ni siquiera se habían cruzado aún con ellas ya fuera en el portal o en el ascensor.

"Yo sí he coincidido alguna vez con ellas. Saludaban y parecían muy simpáticas, pero no llegué a cruzar muchas palabras con la madre o la hija. Mi piso da al otro lado y no me he enterado de lo ocurrido hasta que he bajado a la calle y he visto a los periodistas", explicaba otro de los vecinos al tiempo que una joven entraba la puerta tras candar su bicicleta en un aparcabicis ubicado justo frente al portal. "Vengo de clase y mi madre me ha llamado para avisarme de lo que había pasado y que no me asustara si veía algo en la calle", subrayaba.

En realidad, la rapidez con la que acudieron los servicios médicos y la policía una vez conocida la caída de la niña, acontecida alrededor de las 8.30 horas, provocó que tan sólo unos tres cuartos de hora después la zona quedara totalmente vacía y sin ningún vestigio de lo que acababa de suceder. El alcalde de Vitoria, Javier Maroto, quiso dar su pésame a la familia y le envió "un abrazo muy fuerte", además de asegurar que su fallecimiento era "una tragedia sentida por todo Vitoria" y pedir "tranquilidad" a la ciudadanía "en estos duros momentos".

También desde la asociación de vecinos de Arriaga, su presidente, Ángel Lamelas, quiso trasladar su pésame a la familia de parte de todos los vecinos del barrio gasteiztarra, que desde hoy intentarán pasar página de un suceso que ha supuesto todo un mazazo para una zona que en los últimos tiempos ha tenido que ser noticia en Gasteiz por incidentes como éste y que confía en no volver a serlo nunca más, dejando la muerte de esta niña como último suceso que ponga punto final a la vida de uno de sus vecinos, sobre todo si se trata de una menor de edad.