Vitoria

El intento vitoriano de gravar las viviendas vacías el año pasado fue un fiasco. Sólo la definición hizo estallar la polémica, porque al considerar como tales todos los domicilios donde no hay personas empadronadas se giró el recibo a VPO cuyos dueños no habían podido registrarse a tiempo por no tener las llaves. En unos meses, las reclamaciones ciudadanas se contaban por miles. Y al poco tiempo el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco ponía la puntilla, declarando injusta la fórmula utilizada de cobro, que consistía en recargar con 260 euros la tasa de basuras. El Ayuntamiento gasteiztarra tuvo que devolver los dos millones recaudados y guardó la tentativa en el cajón de los asuntos sin madurar. "Pero no aprende", lamentan los contribuyentes a pie de calle. La fiscalidad municipal presenta para 2014 nuevos experimentos; entre ellos, el que afecta al impuesto de vehículos. Subirá un 1,3% para todos e incluirá un gravamen de entre el 2,5% y 10% en función de las emisiones de dióxido de carbono de automóviles y motos por kilómetro recorrido. El objetivo de la medida, propuesta por el PNV y apoyada por el PP, es castigar a quien más contamina para disuadir del uso del coche y lograr una ciudad más green. Pero los afectados con ganas de hablar replican que el criterio "es desacertado" y el afán "recaudatorio".

La calle está enojada. Da igual que el Consistorio haya insistido en que el recargo no superará los 30 euros anuales. Lo que a los contribuyentes les molesta "son los inventos que se montan con distintas excusas" para dar aire a las arcas municipales a través de este y otros impuestos. Nicasio José Sagarzazu califica la propuesta para los vehículos de "abusiva", mientras saca un ticket de quince minutos en la OTA de Santa Bárbara. "Tiempo justo para comprar unos hongos y volver", cuenta. Él tiene dos coches, "uno muy viejo" y otro de cuatro años, aunque los usa poco. "Y no sé cuál es su nivel de emisiones de dióxido de carbono", añade, "pero la cuestión es que el criterio es totalmente absurdo". A su juicio, el parámetro aprobado castigará sobre todo " a quienes tienen chatarras que contaminan mucho y no tienen dinero para comprarse un nuevo turismo", en vez de a las rentas altas. Además, este jubilado opina que el problema "no es tanto lo contaminante que sea un coche sino cuánto se utiliza". Al igual que sucedió con la recarga en la tasa de basuras a los pisos vacíos, el Consistorio no discriminará. Y eso que no todos los gasteiztarras recurren por igual al medio de transporte privado.

"Los políticos dirán que quieren una ciudad más sostenible, pero a mí me da que lo único que pretenden es aprovechar la crisis para recaudar más. Yo eso del tema green no me lo creo", afirma Nicasio José. Con la misma contundencia se expresa José Sánchez, un prejubilado con un mitsubishi de trece años. "Yo soy de los del 11,3%", dice. A efectos prácticos la subida no le supondrá "más de 35 o 40 euros al año", pero a ese incremento "hay que sumar el del agua, las basuras, la luz, la electricidad...". La presión aumenta sobre sus hombros, más aún ahora que ha de apoyar a dos hijos en paro. Por eso, exige al Consistorio que "se detenga a pensar qué supone cada una de las pequeñas medidas que toma antes de probar a ver cómo funciona". La del impuesto de vehículos le parece que está "fuera de lugar, por improvisada, injusta, desmesurada y ridícula". Al gasteiztarra le fluyen los descalificativos con pasmosa facilidad, pero termina suspirando. "Lo peor de todo", apostilla, "es la impotencia de saber que no podemos hacer nada".

"O sí". Josu Estarrona, un joven autónomo, tiene claro que no votará "a los autores de todos estos despropósitos" en las próximas elecciones municipales. "Es una medida muy de derechas", opina, "porque castigan a los pobres con viejos coches en vez de a los ricos, que tienen vehículos último modelo que no contaminan a pesar de su gran cilindrada". Él, como tantos otros chavales en situación precaria, pertenece al primer colectivo. Hace unos meses se compró un pequeño turismo con más de diez cumpleaños "para poder ir al monte los fines de semana" y ahora se pregunta si no tendría que haber seguido recurriendo a los amigos. "Como para no enfadarse. Lo que van a hacer es impresentable", afirma J.M. Sancho, otro veterano con mucho que decir. Él, por suerte, adquirió hace poco un híbrido, así que sólo tendrá que afrontar la subida común del IPC.

El incremento del 1,3% resulta excesivo, sin embargo, para muchos de los ciudadanos entrevistados. El propio Sancho cree que la presión fiscal no debería aumentar más de lo que lo hacen las pensiones. "O sea, el 0,25% y más que suficiente", apostilla. Otros, como Ramón, son todavía más drásticos y opinan que todos los impuestos, tasas y precios públicos deberían congelarse. "El problema es que los políticos solamente piensan en cómo subir y subir, cada vez un poco más, y no se plantean qué se podría hacer para obtener dinero de otras formas", sostiene este jubilado. En la sede de la Casa Consistorial ya hubo debate al respecto, gracias a la enmienda a la totalidad de Bildu. La coalición abertzale pretendía cuestionar el modelo de financiación municipal, que vive del cada vez más escaso Fofel foral, pero su propuesta cayó en saco roto. "Y así estamos, sufriendo abusos porque los de arriba mantienen el sistema de siempre, que sólo pide esfuerzos al ciudadano", insiste Ramón.

Falta imaginación y, cuando la hay, falla. Natalia García se opone a la medida porque "castiga a gente que no se lo merece, tanto al que tiene un coche viejo porque no le llega para uno moderno, como al que tiene uno contaminante pero que sólo lo usa puntualmente para largos trayectos o al que necesita utilizar un vehículo diariamente si quiere seguir manteniendo su trabajo". A su juicio, los experimentos deberían posponerse "a tiempos mejores" si gravan los ya sufridos bolsillos ciudadanos. "¿Qué es más importante ahora mismo?", plantea, "¿que el aire de la ciudad sea limpio, que ya lo es, o que nos den un poco de tregua?". Su amiga Idoia Cabezudo cree que si el Ayuntamiento quisiera de verdad una Vitoria más sostenible "daría incentivos a la gente para usar la bicicleta o los medios de transporte público y, sin embargo, los ciclistas cada vez tienen más trabas y los precios del autobús y el tranvía siguen creciendo".

Idoia es una de las muchas personas contribuyentes que ha percibido "contradicciones" en el impuesto. "En todo caso, tendrían que mirar la potencia", plantea Sancho. "Y tampoco", dice Natalia, "porque ahora hacen coches muy potentes que no contaminan". "En todo caso tendrían que mirar los kilómetros que hace cada uno al año y tener en cuenta su renta", propone otro jubilado, José Mari Berrueta, "pero sería un cacao". Este veterano lamenta que el Ayuntamiento tienda a "tirar la piedra, a ver cómo suena, y recular si recibe coscorrones". Ya pasó con la vivienda vacía, sólo que ahora no parece que existan resquicios legales para combatir las subidas. "Así que si yo tuviera un coche viejo que no uso mucho se lo regalaría al Ayuntamiento", asegura el abuelo.