Vitoria. En aquella visita a Texas de octubre de 2011, antes de que el fracking se convirtiera en elemento de debate en Álava, el director del Ente Vasco de la Energía (EVE), al que pertenece la Sociedad de Hidrocarburos de Euskadi, confirmaba al enviado especial del Grupo Noticias, Xabier Lapitz, las entrañas del acuerdo con los americanos. Heyco pondría la tecnología necesaria para perforar el subsuelo del territorio, y se llevaría a cambio el 60% del gas alavés. "Se trata de una operación con cierto riesgo que nosotros solos no podemos abordar", dijo entonces Ignacio Hormaeche. Una de las principales preocupaciones de los socios estadounidenses era entonces la rigidez de los procedimientos administrativos del Estado español, y singularmente los que tenían que ver con la protección del medio ambiente.
En ese sentido, las nuevas leyes aprobadas por el Gobierno de Mariano Rajoy obligan a realizar estudios de impacto ambiental en todos los pozos de fractura hidráulica, pero también reducen los plazos de esos informes a cuatro meses, cuando ahora llevan al menos un par de años.
De hecho, el Ejecutivo del PP ha hecho una clara apuesta por el fracking, técnica que defiende sin ambages el ministro de Industria, el popular José Manuel Soria, y ha dejado de lado la transición a las energías renovables en la que España era un país pionero hasta hace un par de años.
De hecho, ese brusco viraje y el fin de las primas a las energías limpias ha tirado por la borda inversiones multimillonarias y ha enfrentado al Estado con naciones tradicionalmente amigas a la hora de hacer negocios, como por ejemplo los Emiratos Árabes Unidos.
Más gas, menos eficiencia España ha cambiado de bando en su visión sobre el futuro energético, frente a países como Alemania, que siguen apostando por las renovables. En ese sentido, un estudio de la consultora germana KFW opinaba, el pasado mes de abril, que Estados Unidos y Alemania contarán con las mismas ventajas o desventajas competitivas a medio y largo plazo pese a que la factura del gas ha caído un 45% en tres años en el país americano, gracias a la fractura hidráulica, mientras que los teutones pagan un 60% más que en 2010.
La razón, según KFW, es que el hallazgo de estas enormes cantidades de gas natural bajo el territorio estadounidense está relajando de forma significativa la política de eficiencia energética de ese país, y por otro lado se asegura que "las consecuencias ecológicas del fracking no se conocen completamente y pueden suponer grandes costes en el futuro".