Vitoria. Las inmobiliarias luchaban contra la crisis y de pronto se toparon con un gigante todavía más poderoso: las entidades financieras. "Se han convertido en una competencia infranqueable", alerta el agente de la propiedad Eduardo Cervera. A él y sus compañeros les ha sucedido ya en varias ocasiones que "intentas hacer una operación ventajosa con un precio realmente bajo y cuando el cliente llega al banco para pedir la primera entrada éste le ofrece su abanico de pisos con unas rebajas que son inalcanzables para nosotros". Quienes atesoran los dineros del mundo se ahogan de todo el ladrillo improductivo que han ido acumulando y ahora "se lo intentan quitar de encima como sea". El resultado está siendo el crack de más empresas dedicadas a la venta de pisos y, por ende, el engrosamiento de las listas del paro en un país que suma ya seis millones de desempleados.

Cervera ha podido constatar el afán desesperado de los bancos por quitarse viviendas en gestos tan elocuentes como "un papel pegado en el ordenador del trabajador de turno que decía ofrecer pisos". Las entidades financieras ofrecen las casas a precios "todavía más bajos de los que podemos ofrecer nosotros por debajo del valor real" y a esa significativa ventaja suman otras muy jugosas como "cero comisión de apertura y el cien por cien del crédito hipotecario". "¿Cómo vamos a competir contra eso? Es imposible", lamenta el propietario de Fincasa. El objetivo de sacudirse el ladrillo incluye, además, "otras operaciones, como vender a empresas extranjeras lotes de entre 200 y 300 pisos a precios si cabe aún más inferiores, para así volver a hacer cash, que es lo que buscan".

Por desgracia para los promotores, Cervera está convencido de que "esta situación se puede alargar aún por mucho tiempo". Por eso, habrá que ver cuántos profesionales del sector aguantan hasta que "en cuatro o cinco años" empiece a vislumbrarse algo de luz al final del túnel. Las cientos de inmobiliarias que había en Vitoria ahora no llegan a dos decenas y se ven incapaces ya de rebajar más su mercancía. No obstante, tampoco los bancos salen ganando con su estrategia, ya que difícilmente pueden recuperar los préstamos que concedieron por mucho que vendan los pisos que se quedaron. La cuerda se ha ido estirando hasta que al final se ha roto.