Irene pasea entre los expositores joystick en mano, sentada en una silla de ruedas eléctricas que le costó 10.000 euros. Cuanto más avanza la ciencia para facilitar la vida de las personas con discapacidades, el dinero empieza a ser el principal obstáculo en el camino hacia la autonomía. Una realidad encrudecida por la crisis económica imposible de ocultar en el Salón Sin Barreras, ese gran escaparate comercial de todos los sectores relacionados con la dependencia y accesibilidad que Gasteiz lleva acogiendo desde hace ya cuatro años. Por eso, porque no hay otro punto de encuentro igual, los ciudadanos pueden encontrar allí lo último del mercado, inventos que parecen sacados directamente de una película de ciencia ficción pero que existen y se venden. "Y sí, son cosas caras, pero muy necesarias. Por eso las instituciones deben mojarse y dar más ayudas. Tenemos derecho a llevar la misma vida que cualquier otra persona", proclama la joven, llegada para la ocasión desde Bizkaia, provocando en sus compañeros de batalla un asentimiento general y entusiasta.
Los empresarios se suman al manifiesto improvisado. "Las subvenciones que se dan hoy no llegan ni para abonar un tercio del coste total de nuestro servicio básico", lamenta Ioseba Martínez de Guereñu, uno de los fundadores de Araba Domotic. Su último milagro es un sistema de voz para encender y apagar las luces de casa, regular las persianas, controlar la calefacción y activar mecanismos de seguridad si entran intrusos o surge una emergencia médica. Los mensajes se graban en un ordenador, y no hace falta utilizar después las mismas palabras ni la misma voz para materializar las órdenes. El precio asciende a 18.000 euros, "aunque si luego se quiere incluir la interacción con la televisión habría que sumar otros 2.000", aclara el profesional. Una inversión fuerte pero que, a cambio, "supone un cambio de 180 grados en la vida de muchas personas que no tienen movilidad".
Las últimas sillas del mercado también prometen una revolución. En Ortopedia Bidari las hacen a medida, a partir de un molde que se saca del cuerpo del demandante, y en función de lo que gaste el interesado es posible controlar desde ellas la televisión, el teléfono, las ventanas y hasta el coche. "Y las tuneamos, si hace falta, porque para quien las usa son una prolongación de su personalidad. Las hemos hecho con dibujos de Hulk, de Ferrari...", apostilla. En función de los servicios que ofrezcan, las hay desde 4.000 hasta 27.000 euros. Y no es raro ver cómo algunas personas hacen el esfuerzo económico, ya que obtienen tremendos beneficios a cambio. La lucha por la autonomía es continua, en el hogar, a pie de calle y, por qué no, frente al volante. Cada vez son más los avances en el sector del automóvil, como los que presenta en el Salón Sin Barreras Asistencia 2.000. "Realizamos adaptaciones para todo tipo de discapacidad, para poder introducir a la persona por delante, por detrás o de lateral, para aprovechar la butaca original, para llevar con las manos hasta el freno y acelerador, hacemos rampas... Las tecnologías, además, se han actualizado y nos ajustamos a las características de cada persona", explican Ángel Ortiz y María Villegas, mientras prueban un asiento que sale del coche tras un giro 90 grados para desde allí hacer el traslado al interior.
La ciencia de las pequeñas cosas tiene parada en Amasando Bienestar, una joven empresa dedicada a la venta de ropa y accesorios para los usuarios de sillas de ruedas. "La tradicional puede provocar úlceras", advierte Begoña Goiria. Sus pantalones son más altos por detrás, tienen costuras planas, el cierre es más sencillo y la cremallera más larga, las chaquetas se acortan por delante y las mangas se alargan algo más de lo habitual para que no molesten y mantener las solapas en su sitio. El género procede de Alemania y se sustenta en tejidos de primera calidad, con precios de entre 69 y 79 euros por prenda. Irene cotillea entre las perchas, aunque no puede dejar de mirar a Pontiac. Es uno de los perros de la Fundación Bocalan, que entrena canes para su uso en terapias con asociaciones o para entregarlos a personas con necesidades. "Te acercan los productos de la compra en el supermercado, te abren la puerta, te ayudan a desvestirte... Son tu sombra", ejemplifica una de las adiestradores, la joven Beatriz González.
Son tales las genialidades en el Salón Sin Barreras que hasta se puede experimentar la opción de controlar un ordenador con la mirada. Se llama Eye Tracking y Eduardo Jáuregui, de Iris Bond, ha traído la herramienta a España a un precio inferior al del mercado internacional. "¡El doble guiño suple al ratón!", descubre una reportera, entusiasmada. Los obstáculos también están de más en el mundo virtual.