gasteiz. Activista social desde multitud de colectivos y causas, Forero reside en el barrio madrileño de Vallecas desde 1998, cuando debió salir exiliado de su país, Colombia, por tratar de recuperar la Memoria Histórica de los crímenes de lesa humanidad allí cometidos. Hoy estará en Gasteiz, donde a buen seguro desplegará un discurso contundente contra las instituciones y los "poderes fácticos" responsables de la crisis y la creciente pobreza.

Lamentablemente, la pobreza está hoy muy de moda en el día en que se celebra su Día Internacional.

Lo lamentable es que todavía exista un día que tenga que recordarlo. Pero más que un recuerdo, este día debe ser un grito global como ciudadanos del planeta respecto a lo que está sucediendo. Lejos de lo que en algún momento se pretendió desde la ONU y la aparente buena voluntad de los Estados, que para 2015 todo el planeta tuviera derecho a lo más básico, a la alimentación o al agua, la situación ha cambiado mucho. El balance ha sido positivo para países como Brasil o India, pero al mismo tiempo, con las medidas del capitalismo neoliberal desplegadas en Europa, ha surgido un nuevo escenario de pobreza supremamente brutal. Hablamos de que hay cerca de 140 millones de pobres en Europa, cinco en España, creando una situación muy grave para la vida de la gente.

En Euskadi, que se encuentra en una situación más estable, la pobreza afecta ya al 20% de la población. ¿Qué le dice esta cifra?

Esto es muy grave, porque la pobreza constituye una violación integral de los derechos humanos. Esto significa que la gente pierde las garantías para la seguridad humana. Y cuando no la hay, se está violando la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Estamos sufriendo a un gobierno tiránico, que oprime y está en manos de decisiones trasnacionalizadas que atienden a los dictados de una oligarquía global cuya única finalidad es hacer dinero y, después, hacerlo crecer. No tienen ningún tipo de consideración ni de valoración frente a las necesidades y los derechos humanos. Las políticas de recorte y ajuste estructural que vivimos en América Latina hace 30 años ahora se viven en Europa con tal nivel de crueldad y deshumanización que sólo se entiende porque las personas que se encuentran al frente están totalmente idolatrizadas a la dinámica del capital.

¿Qué mensaje mandaría a las instituciones, grandes responsables de esta situación?

Las instituciones están secuestradas por esos poderes fácticos, que han financiado clandestinamente, a través de las famosas puertas giratorias, a los grandes partidos. En España, sobre todo al PP y al PSOE, pero no son los únicos. El marco constitucional actual no representa un Estado social de derecho, por lo que hay que llamar a la ciudadanía a reconstruirlo para poner en el centro a la vida, a las personas, y no al dinero.

¿Qué alternativas plantea para avanzar hacia un modelo más justo?

El Comisario europeo de Derechos Humanos ha advertido ya sobre este empeoramiento de las condiciones de vida, con cuatro millones de europeos en una condición casi de indigencia. Hay que llamar a una rebelión social, no queda otro camino. Hay que restituir la soberanía popular, porque ésta no se encuentra en el Parlamento, sino en los ciudadanos. Hay que recuperar eso que dice el artículo primero de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que todos nacemos libres e iguales en dignidad y en derechos y debemos comportarnos fraternalmente los unos con los otros. La única respuesta que hemos tenido de las instituciones respecto a la desobediencia civil que ha ido surgiendo ha sido represión y más represión. Así que hemos entrado en una ola de pérdida de derechos civiles y políticos.