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Vitoria tiene ya al menos catorce tiendas dedicadas a la venta de bicicletas, amén de los servicios de las grandes superficies. ¿Muchas? Una barbaridad, según los proveedores y comerciales que viajan con sus productos a nuestra ciudad. En comparación con el nivel poblacional, es difícil encontrar un ejemplo parecido a miles de kilómetros a la redonda. Hace décadas que Vitoria se abrazó a las dos ruedas sin motor, pionera como fue en la construcción de los bidegorris, pero ha sido con la fiebre generalizada por este medio de transporte cuando los ciclistas urbanos se han multiplicado. Una presencia cada vez mayor en las calles que ha tenido su repercusión en el mercado empresarial, mejorando la caja de los negocios de toda la vida y animando a la apertura de nuevos locales. Experiencia, calidad, marcas únicas... Cada establecimiento ha encontrado su especialización para atraer clientes y llevarse un trozo de un pastel cada vez más repartido.

Rubén Antoñana convirtió la crisis y los pedales en un cóctel de oportunidad en 2009, tras un ERE que le dejó en la calle. El resultado fue Green City Cycles, una tienda centrada en bicicletas de ciudad y mixtas cuyas ventas han crecido un 20% desde su puesta en marcha. El éxito no es casual, sino fruto de un trabajo intenso que empezó antes de que la persiana se levantara. "Mi socio Luismi y yo hicimos un estudio de la evolución que llevaba este medio de transporte y de sus perspectivas de futuro. En la época de Cuerda se impulsaron políticas de promoción importantes, los siguientes gobiernos las habían mantenido y parecía que se iba a seguir la estela", explica. El tiempo ha demostrado que acertaron al apostar por ese negocio e instalarlo en el joven barrio de Zabalgana. "Nos dijeron que los tres primeros años podían ser duros", recuerda el trabajador, "pero todo lo contrario". Evidentemente, en su positivo balance influyó su apuesta por "un concepto diferente al que había hasta entonces y la calidad".

Green City Cycles es el paraíso del ciclista de ciudad que cree en que es mejor dejarse un poco más de dinero en la compra que lamentarse después. "Aquí no tenemos bicis de cien euros porque sabemos que a la larga es un desembolso tonto. Muchas veces nos viene gente a arreglar una bici barata recién comprada y lo que se ahorró por un lado se lo acaba gastando con la reparación", explica este empresario. A pesar de la crisis, son bastantes los gasteiztarras que optan por hacer un esfuerzo. No obstante, el joven admite que todavía "impera la mentalidad de que con tener dos ruedas y un freno ya es más que suficiente". Tal vez cuando se aplique la nueva ordenanza, que obliga a los bicicleteros a saltar a la calzada en buena parte de Vitoria, crezca la concienciación. Y quizá esa sensibilidad repercuta en las ventas de Rubén. Sus vehículos tienen "todo lo que se necesita" para la ciudad.

También puede suceder que las restricciones hagan caer el uso de la bicicleta y afecten a los negocios que viven de ella. Hay ciudadanos que dicen que se están planteando dejar su vehículo green si tienen que ir por la carretera o bajarse en las zonas peatonales. "Los clientes están preocupados y veremos qué va a pasar. El problema es que antes se toleraba todo y ahora se quiere dar un frenazo en seco. El otro día una señora que vive en Fueros vino preguntando por una bici eléctrica pero dijo que iba a estar pendiente de la ordenanza, porque igual no le merecía la pena", cuenta Rakel Aberasturi, de Ciclos Sport. Ella y su familia regentan la tienda más antigua de bicicletas de la ciudad, fundada en 1949 en el número 6 de Nueva Fuera, convertida en dos con la apertura más adelante de otro local en la calle Francia. Toda una vida que les ha permitido observar cómo iban cambiando los hábitos de desplazamiento hasta el boom de hace cuatro años.

La madre de la joven, Raquel Goicoechea, expone el resumen perfecto. "Recién casada se vendía una caja de parches al día y mi marido estaba desesperado, pero era su ilusión, porque fue campeón cadete a los doce años y toda la familia es ciclista, así que seguimos adelante. Luego que si la bici para los niños, para el monte... Lo normal, hasta que hace cuatro años empezaron a subir las ventas más de lo normal, centradas sobre todo en el modelo urbano". La hija confirma la provechosa evolución de los últimos tiempos, aunque ambas coinciden en que "no es tanta en comparación con la gran cantidad de ciclistas" que se ven por las calles. Lo que han hecho muchos ciudadanos es recuperar el trasto que llevaba décadas guardado. "La gente no entendía la bici como un vehículo para la ciudad, pero surgió este fenómeno, la crisis o todo junto y la sacaron de los trasteros. Y como encima hay miedo a los robos...", apostillan.

Ellas venden modelos para todos los gustos y bolsillos, sabedoras de que la experiencia es su reclamo. "La competencia es cada vez mayor, así que cada uno resalta su singularidad", dicen. La clave de Maestre es irrepetible en Euskadi, ya que no hay otro concept store en todo el País Vasco dedicado en exclusiva a la venta de productos Specialized. "Vimos la oportunidad de montar una tienda monomarca y nos lanzamos", explica Pedro Maestre, que tiene otras dos tiendas de bicis en Bilbao y Santander. El local vitoriano abrió en febrero de 2010 en Juan de Garay y, desde entonces, el balance ha sido positivo. "Quizá los robos y la crisis perjudican a quienes venden gama media-alta, pero nuestro género marca la diferencia. Y eso, además de un servicio de taller y post-venta con técnicos que se reciclan constantemente, ha ayudado", apostilla.

Las grandes superficies no le han hecho daño, una impresión en la que coincide con el dueño de Green City Cycles. Otra cuestión es si acabará habiendo "demasiadas tiendas para la población que somos", se pregunta Raquel. "Es cierto que desde que empezamos nosotros han abierto al menos otras tres. Y eso es mucho", apostilla Rubén. De momento, no obstante, no hay quejas en el sector. La fiebre de la bici mata la crisis.