Gasteiz. El comienzo de la vendimia de este año recuerda lo que sucede tras el pistoletazo de salida en una carrera. El disparo imaginario se descerrajó el viernes por la mañana. Retirada la uva blanca, que tiene una maduración más temprana que la tinta, las bodegas y los viticultores se han puesto a trabajar bajo los planes que habían ido pergeñando en los últimos días, ya que, como era de esperar, ésta será otra vendimia selectiva, en la que se recogerá por parcelas y no por superficies.
No en vano, el año meteorológico ha sido, cuanto menos, raro. Así lo califican muchos agricultores, con muchas lluvias, caídas y subidas de temperaturas y algunos pedriscos ocasionales que afectaron a Oion y Lapuebla de Labarca, así como a Laguardia. No obstante, la posterior evolución de las plantas ha sido muy positiva en los campos de estas dos últimas localidades.
El comienzo de la vendimia provocaba ayer largas esperas de viticultores en Bodegas AGE, que, aunque se encuentran en el término de Fuenmayor se abastecen tanto de ese territorio, como de Lapuebla de Labarca. El primer día ya se veían largas filas de tractores dando la vuelta por el interior de la enorme factoría, incluso con otra fila en paralelo, porque no daban abasto para procesar toda la uva entrante.
En Lapuebla de Labarca el ritmo era más tranquilo, aunque no pausado, en las bodegas familiares, como la de la familia Casado Morales. "El estado de la uva es muy correcto en estos momentos para la vendimia, porque después del año tan difícil que hemos llevado, se ha corregido bastante en cuando a todos los parámetros", comentaba Javier Casado a este diario. Y no decía poco con eso, porque algunos de sus viñedos se han visto afectados por la última tormenta de granizo y los racimos que entraban en la tolva, procedentes de aquel suceso, estaban en perfectas condiciones, sin diferencias con otros racimos de otras parcelas.
Por su parte, Joseba señalaba que "las dos últimas semanas han sido claves para el desarrollo del fruto. Las noches frescas y los días sanos han ayudado a bajar la acidez, que era lo que más tenía este año la uva". De hecho, esa climatología tan favorable ha sido salvadora para muchas parcelas, que se observaban desde una perspectiva muy pesimista. "En estas dos semanas se ha corregido mucho, ha bajado la acidez y el grado está muy bien, porque lo estamos trayendo a 13,5/14 grados, con el ph bajo, que es bueno. Eso sí, el ácido málico si que viene un poco elevado, pero poco". Esta bodega se alimenta tan sólo de las uvas que proceden de sus propios viñedos.
En Oion también se trabaja desde el pasado viernes, especialmente en las grandes bodegas. En este término las valoraciones se tendrán que realizar más adelante, porque al contrario que en Lapuebla de Labarca, las tormentas de granizo sí que hicieron bastante daño y los viticultores se han tenido que acoger a las ayudas ofrecidas por la Diputación Foral, especialmente en materia tributaria. Precisamente el titular de Agricultura, Borja Monje, estaba realizando durante este fin de semana un seguimiento de los trabajos de vendimia, "que está prácticamente generalizada en la zona baja de Rioja Alavesa, una vez que se terminó de retirar la uva blanca". El diputado foral coincidía con los vitivinicultores en que "estas dos últimas semanas la maduración ha sido muy favorable, el tiempo ha sido óptimo, aunque sigue habiendo algunos focos de botrytis. A medida que las tasas del vino avanzan y evidencian que el grado de maduración sube se aconseja la vendimia, selectiva, por parcelas, teniendo en cuenta los análisis realizados, porque hasta dos parcelas muy cercanas pueden tener distintas evoluciones por mil razones. Lo que no se debe hacer son vendimias como las que se han hecho durante años por zonas, porque no tiene sentido".
De momento, viticultores y bodegueros ven con optimismo la evolución de la vendimia. Los segundos porque el año pasado no vieron entrar tantas uvas como esperaban y los segundos porque confían en una mejora de precios. "Nuestros técnicos aseguran que se espera una menor cantidad, aunque con una mayor calidad y en Rioja Alavesa lo que se paga es la calidad. Las bodegas lo saben y los consumidores lo valoran y eso tiene que repercutir, sí o sí, en la mejora del precio de la uva. El hecho de que algunas bodegas lleven tres o cuatro años sin llenar la bodega, con escasez de uva, influirá en que los precios se muevan al alza".
En esta primera fase de la vendimia, localidades como Elciego, Oion, Baños de Ebro y Villabuena, además de Lapuebla de Labarca, son las que están generalizando la recogida. Este año, además, se ven más propietarios recogiendo uvas, especialmente en el tramo entre Elciego y el cruce con la carretera a Baños de Ebro. En Villabuena, el pueblo con más bodegas embotelladoras en el interior de su casco urbano de todo el país, en Luis Cañas, los domingos de guardar se han acabado durante unas semanas. Allí estaba toda la plantilla, analizando con rigurosidad cada carga de tractor y a la espera de su operación más compleja, la que da fama ilimitada a algunos de sus vinos, como es la selección a mano de los granos de uva.
En la salida hacia Samaniego. Vicente, encargado de una cuadrilla con cerca de 40 componentes, vigilaba para acelerar los trabajos de vendimia. Esta persona trabaja "para un particular que vendimia una media de 450.000 ó 500.000 kilos de uva en diferentes parcelas". Buen ambiente y mucha actividad se respiraba entre los trabajadores, la mayoría de ellos procedentes de Entrena, en La Rioja, una localidad muy cercana a Logroño. En este caso las uvas eran recogidas en cajas para su traslado de esa forma a la propiedad.
En Samaniego, Íñigo Sáenz de Samaniego se afanaba en la organización del patio de operaciones de Bodegas Ostatu, mientras los otros hermanos, Gonzalo y Mariasun, se dejaban las pestañas en la mesa de selección. "La tinta está entrando con muy buen estado, porque con la blanca ya hemos terminado y podemos decir que con un resultado mejor del que esperábamos. Comenzamos el viernes con las uvas más maduras de Samaniego, que son las de las parcelas más cercanas a Baños de Ebro. Las uvas entran en cajas de 18 a 20 kilos, que son las idóneas para trabajar en la mesa de selección. Las bayas que no están en perfectas condiciones se desechan para otros subproductos".
Con los hollejos y con el material inhábil que no pasa el examen de la mesa de selección se inicia un segundo proceso. "Lo primero que desechamos es el raspón, que se tira en una finca porque sirve para mejorar el suelo. El resto, lo que sobra después de la fermentación y por lo tanto tiene grado, se envía a la alcoholera y de ahí salen los orujos y otras bebidas.
Esta bodega, Ostatu, cuenta para los trabajos de campo con personal temporero. Algunos llevan varios años repitiendo su viaje a Samaniego. Y es que la implicación social de la familia propietaria de la bodega les ha llevado a tener su propia vivienda para los trabajadores, una vivienda unifamiliar, de dos plantas y con todas las comodidades.
'Empresarios' de mano de obra Otros, sin embargo, no tienen el mismo sentido de las cosas. En esa misma localidad de Samaniego, apenas a 150 metros en línea recta de las instalaciones de Ostatu, una presunta empresa se instala todos los años. Alquila unas lonjas en una calle que no tiene otra cosa que locales en batería, pero que se encuentra en un extremo de la localidad y allí ofrece sus servicios de mano de obra a bodegueros que no se hacen demasiadas preguntas. Obviamente quienes aparentan ser los responsables de ese negocio, no sólo no contestan a ninguna pregunta, sino que exigen a los visitantes que se abandone de inmediato el lugar. Lógicamente, posar para las fotografías tampoco entra en sus planes. No es de extrañar. En el extremo de la calle hay unas cuerdas con ropa puesta a secar y que, supuestamente, se lava en unas lavadoras -al parecer, dos- a la entrada de un solar, sin desagües a la red de alcantarillado, y sin tomas de agua normalizadas. Pero lo peor es lo que esconden los barracones. En uno de ellos, unas largas mesas aguardan la llegada de al menos un centenar de personas para comer y en otro, un conglomerado de literas de hierro ilustran lo que debe ser un catre. Camas en las que se amontonan las maletas y la ropa de la gente que anda por el campo vendimiando, ausencia de ventanas y un nauseabundo olor, ya que los servicios y duchas son una caseta de obra metida en la misma lonja. Mal encarados y con tono amenazante, los propietarios del pseudo-albergue echan al periodista y aguardan hasta comprobar que el coche desaparece.