Vitoria. Si el gabinete Maroto buscaba polémica con su decisión de prohibir la circulación ciclista por las zonas peatonales del centro de Vitoria, la ha encontrado. Si no, también. Ni los grupos de la oposición en el Ayuntamiento ni Bizikleteroak, la asociación más representativa de los pedaleadores en la ciudad, ni los usuarios particulares de este medio de transporte comparten la idea. A todos les parece excesiva, alejada del sentido común, destinada a desincentivar el uso de la bici más que a potenciarlo. Por no hablar de que ha sido "una sorpresa", puesto que en los foros celebrados para diseñar el futuro reglamento "no fue consensuada". Así que el alcalde gasteiztarra ya ha recibido un chaparrón de críticas, y a través de las redes sociales ha dado respuesta, comprometiéndose "a valorar todas las opiniones". Conciliación tras el bombazo.
Cierto es que hay tiempo para perfilar todos aquellos asuntos que ya han levantado ampollas. Hasta que entre en vigor la ordenanza, previsiblemente en verano, habrá periodo de alegaciones y la necesaria tramitación por las comisiones y el Pleno. No obstante, Bizikleteroak advierte de que ésta no es manera de empezar. El veto a la circulación ciclista en buena parte del centro -el PP habla de Siervas de Jesús, Diputación, Virgen Blanca, Plaza Nueva, Postas, Dato y San Prudencio- le resulta "poco realista y excesiva". Lo que hay que hacer, a su juicio, es cumplir el artículo 11.4 de la normativa ya existente de usos, tráfico, circulación y seguridad en las vías urbanas, según el cual las bicicletas, patines, monopatines y triciclos pueden moverse por áreas peatonales, siempre y cuando la afluencia de viandantes lo permita, respetando la prioridad de éstos y sin crear peligrosidad, siempre con una velocidad moderada. Pero no se aplica.
"La normativa está y no hace falta más. La Policía tiene la herramienta para vigilar que se respete la convivencia con el peatón en estas zonas, para que tenga prioridad. Otra cosa es que por comodidad sea más fácil prohibir", advierte Pablo Solano, integrante de Bizikleteroak. Además, la asociación cree que el veto puede tener "un efecto contraproducente". Le han llegado ya unos cuantos correos electrónicos de socios que aseguran estar dispuestos a dejar la bici en casa si les impiden circular por estas áreas peatonales. En sus itinerarios sí o sí tienen que pasar por allí, por lo que la medida del equipo de gobierno les obligaría a dar ineficaces rodeos, muchas veces en horas en las que apenas hay viandantes en la calle a los que quizá molestar. "Restringir en ciertos momentos, cuando hay aglomeración, sí; prohibir, no", insisten desde el colectivo.
Por eso mismo, la propia filosofía general del borrador de la ordenanza ha escamado a Bizikleteroak. La asociación considerado "precipitado obligar a las bicis a saltar a la calzada", tanto en las zonas 30 como en aquellas calles de aceras estrechas, si no se cumplen antes ciertas condiciones: esperar a los cambios en el Reglamento General de Circulación en los que está trabajando la DGT, que exista una vigilancia intensiva en las vías con calmado de tráfico hasta que los vehículos motorizados conozcan cómo circular convenientemente, aguardar hasta constatar que se reduce la intensidad de tráfico en dichas vías, que haya partida presupuestaria permanente para formación continuada sobre circulación ciclista y que existan planes de movilidad sostenible en los centros escolares y de trabajo.
La mejora de la convivencia peatón-ciclista ante la creciente presencia de la bici requiere, según el colectivo, de vigilancia y educación. No de prohibiciones. La misma reflexión comparten los grupos políticos de la oposición, ante el veto de la circulación ciclista propuesto para las zonas peatonales. El PNV se quedó "perplejo" al conocer el documento presentado por el equipo de gobierno a los medios de comunicación y descubrir que se incluía esta medida. "Parece que se quiere establecer una doble vara de medir, siendo más estrictos con las bicis que con los coches, ya que éstos sí puede tener acceso a los garajes, así como la carga y descarga", reprocha el concejal nacionalista Álvaro Iturritxa.
Evidentemente hace falta una regulación, ante la creciente presencia de ciclistas en las calles, "¿pero hasta dónde?". El edil nacionalista teme que propuestas tan drásticas consigan el efecto contrario al pretendido. Por poner un ejemplo, en ciudades donde se ha exigido el uso del casco "la bicicleta ha caído hasta un 30%". También el PSE teme que la consecuencia sea la desincentivación de la utilización de la bicicleta, después de estos últimos años de boom. La formación socialista cree que una ordenanza "no puede ser prohibitiva, sino ordenar el uso de los espacios públicos" para facilitar la convivencia de los distintos medios de transporte sin crear situaciones de peligro. Y si hay hueco suficiente para viandantes y ciclistas, como sucede de normal en áreas como la Virgen Blanca o la Plaza Nueva, "lo lógico es esa ordenación y no el veto". Y si hay aglomeración, "nuestra propuesta es presentar alternativas que no pasen por la prohibición", apostillan desde este grupo municipal.
Bildu, como las redes sociales, está que arde por la sorpresa. "En las cuatro reuniones que ha habido del foro ciudadano por la movilidad, el PP ha evitado deliberadamente profundizar en el tema más polémico del documento, que es el de la prohibición de circular en bicicleta por la zona centro", sostiene el portavoz, Kike Fernández de Pinedo. A su juicio, esta medida es "excesivamente restrictiva y desmotiva a la ciudadanía a la hora de utilizar este medio de transporte". Por eso, solicita al gabinete Maroto que se esfuerce en proponer medidas que garanticen la convivencia. Aunque a veces se dan conductas incívicas que hay que atajar, "se deben estudiar alternativas como fijar horarios, limitar la velocidad, prohibir las maniobras en zig-zag, o establecer distancias mínimas con respecto al peatón".
Aunque la coalición abertzale está a favor de contar con una ordenanza que regule la movilidad ciclista, teniendo en cuenta que el uso de la bici va in crecendo, tiene claro que no la apoyaría si contempla esta prohibición. Tampoco el PNV y PSE darían su voto. Así que al gobierno le toca recular. Ayer el alcalde ya dio el primer paso hacia atrás.