Vitoria. "Es como combinar un traje de noche y unas botas de monte". La Asociación de Concejos de Vitoria, Acovi, ilustra de esta forma los planes urbanísticos que durante años se han aplicado en la zona rural de la capital alavesa. Aceras donde no se necesitan, viales excesivos para pueblos tranquilos, muros de hormigón en construcciones originalmente de piedra... Son sólo algunos de los ejemplos que ponen desde el colectivo para reivindicar que el pueblo no es la ciudad y, por tanto, no puede guiarse por sus mismos desarrollos urbanísticos. Para solventar esta solución, por fin se trabaja en unos nuevos criterios para las entidades locales menores.
El gabinete Maroto presentó un documento con sus propuestas, que se aplicarían tanto a núcleos consolidados de los pueblos como a nuevas urbanizaciones, en la Casa de Hijosdalgo de Elorriaga el pasado 21 de noviembre. Y los concejos respondieron dándose un plazo -las sugerencias se admiten hasta el próximo 28 de diciembre- para estudiar el informe y proponer cómo ajustarlo. En extremos de la ciudad como Arkaiate, precisamente cerca de la salida de la ciudad y de la sede de los concejos, o bien en Zabalgana, cuyas grúas se han convertido en parte del paisaje de Ali, es donde más se aprecia ese contraste entre el campo y una ciudad cada vez más cercana. Los vecinos de los pueblos a menudo han lamentado cómo el mundo agrario ha cedido terreno a la expansión de Vitoria; ahora el debate es si lo ha hecho de la forma adecuada.
La clave del proceso es evitar los contrastes de estilos. Que lo nuevo se ajuste a lo existente. De entrada, el borrador apuesta por ejemplo por evitar los viales de doble sentido y también los cambios de nivel al urbanizar, que las aceras se contemplen en zonas con especial nivel de tráfico, y que haya alineaciones de árboles junto a los viales en caminos o zonas con aceras. El borrador también dedica una atención particular a los materiales a utilizar, y así por ejemplo apuesta por usar adoquín en lugares especiales de uso público, por un color negro forja para el mobiliario urbano y juegos infantiles preferentemente con apariencia de madera y acabado natural, mientras que las zonas verdes fomentarían la vegetación autóctona y se habla, en concreto, de plantar nogales en los rincones y plátanos en espacios de reunión.
Una de las principales preocupaciones de Acovi ahora es que este tipo de reglas, que aún no son definitivas, se conviertan en una solución para todo, que no se ajusten a la particularidad de cada zona. No obstante, la primera reacción es positiva, según cuenta la presidenta del colectivo, Miren Fernández de Landa: "Estos ajustes eran una sugerencia que planteamos hace tiempo al Ayuntamiento, a raíz de cómo se estaban realizando cambios en la zona rural. Porque aquí no se pueden plantear los mismos criterios que en la ciudad. Si no, al final las nuevas urbanizaciones convierten a los pueblos en islas".
Fernández de Landa explica, por ejemplo, que no tiene sentido instalar aceras en un puntos de Villafranca donde sólo circulan vehículos agrícolas; mientras que en Betoño, un lugar de gran paso de peatones y vehículos, no puede aplicarse el mismo criterio; que lo ideal es apostar por mantener las estructuras existentes, como en Guereña, y los muros de piedra en lugar de soluciones de hormigón, aunque no siempre, debido a su alto coste.
Desde Acovi lamentan que, a pesar de la lógica de este urbanismo, sus peticiones no se hayan tenido en cuenta hasta ahora. Cuando, según lamentan, la crisis aprieta y obliga a meditar cada actuación. Por el momento, valoran que hay propuestas "interesantes" que, de seguir adelante, aseguran mantener la apariencia de los pueblos -porque Vitoria también lo es- frente al avance de la ciudad.