UnA consulta y 144 trámites que pueden solucionarse. Ésta es la función que en la actualidad ofrecen el teléfono 010 y las oficinas de atención ciudadana en Vitoria. Todo un emblema de las políticas de proximidad. Pero los trabajadores de este servicio, que en la actualidad agrupa a 40 personas de una subcontrata, temen que este sistema se venga abajo. Los cambios que baraja el Ayuntamiento de Vitoria, para que este servicio pueda ser atendido por los oficiales de control en la red cívica, han sembrado dudas sobre su futuro. Las movilizaciones ya han comenzado. Porque esta plantilla quiere seguir siendo la voz del Ayuntamiento, y promete no quedarse afónica.

"Hace apenas unos minutos ha llamado un hombre que, tras cuatro intentos de suicidio, se le iba a acabar el paro y no sabía qué hacer. Le hemos derivado a una asociación de padres y madres separados". Ésta es sólo una de las consultas que se han atendido en este servicio, en este caso apenas veinte minutos antes de que una parte de sus trabajadores se reuniera con este rotativo. Era una oportunidad para poner cara a estas bibliotecas de trámites, protocolos y números. Así son el 010 y las oficinas de atención ciudadana. Ésas que sirven para tramitar un padrón, escuchar a personas mayores preocupadas por que les acaban de llamar de una encuesta que no han entendido, informar sobre el estado de las nevadas o recoger las quejas de los ciudadanos. Y, muchas veces, todo a la vez y para un único usuario. Alguna de las trabajadoras lo llama la "atención maratón".

Este servicio arrancó en Vitoria en 1994. El entonces alcalde José Ángel Cuerda se preguntó por qué un ciudadano de un barrio de la periferia debía perder una mañana en desplazarse al centro para realizar unos trámites. Eneka Pérez de Arenaza era una de las cuatro primeras personas que integraron ese servicio telefónico. Al principio, para comunicar las campañas de limpieza o informar de los eventos que ocurrían en la ciudad, recuerda que se pasaban el día preguntando en cada departamento, además de "recoger recortes de periódicos y estar atentas a los carteles colgados en la calle".

El resultado debió ser positivo, porque un año después se incorporaron otras cinco personas. Tras, eso sí, realizar unas entrevistas personales y pruebas de euskera -el teléfono fue un precursor en este sentido- para asegurarse que los elegidos tenían una personalidad adecuada. Amable. Cercana. Alguien debió darse cuenta que ellas eran mejores, porque al final hay 40 personas en este sistema -doce entre Olaguíbel y el 010, veinte repartidas por los centros cívicos y otras ocho para cubrir reducciones de jornada- y el 90% son mujeres.

El servicio, según cuenta otra de las veteranas, Karmele Mendiguren, ha tenido a veces "altibajos". Las trabajadoras han denunciado en varias ocasiones sus condiciones laborales, la falta de pausas. En la actualidad, el horario en general de este servicio va de 9.30 a 14.00 horas y de 16.30 a 19.30. Lo cierto es que, pese a haberse convertido en un referente municipal -que ha inspirado a otras ciudades como Bilbao, Pamplona, Sevilla o Logroño-, el servicio nunca ha dejado de estar subcontratado. Desde 1996 dependen de la empresa Servicios Informáticos y Consulting. El coste para las arcas municipales asciende a 1.167.000 euros al año.

Estas empleadas conocen la cifra de memoria. También se han ofrecido en diversas ocasiones para trabajar directamente para el Ayuntamiento, pero nunca han tenido la posibilidad de presentarse a una Oferta Pública de Empleo sobre sus puestos. Y dudan que, ahora, este servicio se pueda cubrir de otra forma. No, al menos, con la misma calidad. "Al final el ciudadano será el más perjudicado", apunta otra trabajadora, Ixone Iriarte.

Es un aviso para navegantes. Porque, según denuncian, el gabinete Maroto maneja un "programa de racionalización" -ellas, al mencionarlo, lo pronuncian con cuidado- que pretende que los oficiales de control de los centros cívicos, que se encargan de cuestiones como el cuidado y apertura de las instalaciones, asuman ahora sus funciones. Y el grupo actual pasaría a una bolsa de trabajo, aunque dudan de su viabilidad. En definitiva, denuncian que se apueste por un personal que atiendan diversas tareas pero sin especializarse como el actual, que ha aprendido los protocolos "con una formación continua. A menudo nos llaman desde los propios departamentos municipales para saber cómo funciona esto o aquello", cuenta Lucía Arribas. "Y hacemos trámites de mucha responsabilidad", precisa Laura Garalde.

La plantilla del 010 y las oficinas de atención al ciudadano no entienden por qué ahora su labor no resulta esencial. Han pasado de ser referentes a sentirse prescindibles. El Ayuntamiento, en respuesta a una reciente queja planteada en el buzón ciudadano, defendió que se trata de una labor "estratégica" que debe desempeñar, "en la medida de lo posible", personal propio. Mientras, la plantilla actual teme que, ya en marzo, veinte de estos puestos se supriman.

Sus protestas ya han llegado a las calles de Vitoria. Hace una semana recogieron firmas en la plaza de la Virgen Blanca y el martes, aprovechando la afluencia de seguidores al partido de Copa Alavés-Barcelona, repitieron en Mendizorroza. Se les reconoce por sus camisetas verdes, las mismas que llevaron durante el reportaje, en las que se lee Trabajadores competentes y el servicio excelente, ¿de dónde sobra gente? Un lema que resume el orgullo de una plantilla que se sabe cercana al ciudadano, que resuelve sus dudas. Un trabajo que a menudo le ha valido los halagos de la clase política; ahora espera que esos concejales respondan a su llamada.