EN nuestro territorio existe una extensa red de espacios públicos, a través de la cual se transporta el elemento esencial para la vida. Es el dominio público hidráulico y marítimo terrestre y su entorno, son nuestros ríos, estuarios, costa, humedales y lagunas.
Sin embargo ese valiosísimo espacio está sometido, como consecuencia de la actividad humana, a algunas presiones críticas que se pueden clasificar en vertidos, principalmente de aguas residuales urbanas e industriales, detracciones de agua, y alteraciones físicas en los ríos, estuarios o costa, o sus márgenes que afectan a sus riberas y su vegetación (presiones hidromorfológicas).
En materia de vertidos, como consecuencia de la industrialización y densificación de los núcleos de población se produjo un grave deterioro de varios tramos de ríos y estuarios, llegando a generar problemas para la salud en algunos casos. Como respuesta a dicha situación se inició hace ya más de 30 años un costosísimo proceso de diseño de infraestructuras de saneamiento, ejecución y explotación de las mismas, en el que han participado todas las administraciones con competencias en la materia. En paralelo, el sector industrial ha incorporado importantes mejoras en sus sistemas de tratamiento de aguas residuales. Todo ese trabajo ha tenido como resultado la paulatina recuperación de muchas de las masas de agua, aunque todavía queda mucho trabajo por hacer.
En cuanto a las detracciones de agua, captaciones para abastecimiento de consumo humano, aprovechamientos hidroeléctricos, captaciones de riego y captaciones industriales principalmente, se debe avanzar en la imposición y control del cumplimiento de los caudales ecológicos, de manera que el régimen de nuestros ríos permita cumplir su funcionalidad a lo largo del año.
La presión hidromorfológica es quizá sobre la que más está costando frenar el deterioro. La orografía existente en los valles de la cuenca cantábrica han llevado en numerosas ocasiones a que los núcleos urbanos ocuparan las márgenes de los ríos y estuarios, canalizándolos frecuentemente para conseguir un mayor aprovechamiento urbanístico, y generándose además, asentamientos en zonas con riesgo de inundabilidad. Asimismo en las cuencas mediterráneas, la presión hidromorfológica viene derivada principalmente por la invasión de determinadas zonas de cultivo en las márgenes de los ríos.
Uno de los objetivos fundamentales de la Agencia Vasca del Agua, como administración hidráulica de Euskadi, es avanzar hacia el buen estado ecológico de las masas de agua, es decir, minimizar las presiones a las que sometemos a nuestros ríos, estuarios y costa, y revertir aquellas situaciones en las que la presión ejercida ha producido un deterioro. Para conseguir dicho objetivo disponemos de una potente herramienta: el régimen de autorizaciones.
Toda actuación susceptible de generar un impacto en el dominio público hidráulico o marítimo terrestre, requiere de una autorización de la administración sectorial de aguas. Estas autorizaciones evalúan si los impactos que potencialmente puede generar una actuación son asumibles, y en qué condiciones se pueden desarrollar. Tienen carácter preventivo y son, por tanto, previas a la generación de los impactos. No obstante, el régimen de autorizaciones, tendría un limitado efecto en el estado de las masas de agua si no fuera por la inspección de aguas ya que ésta asegura el traslado de todos los condicionantes teóricos establecidos en las autorizaciones a la realidad del terreno.