Vitoria. "Mirando a la bici desde el sur", como reza su charla, ¿qué fotografía obtenemos?
Hay que ser consecuentes con el escenario que vivimos, en el que hay que incorporar la bicicleta como herramienta positiva. Pero nos hemos preocupado mucho por mirar qué hacen países de otras latitudes donde la bici tiene más éxito pero que tienen otras condiciones de vida y nos hemos emperrado en copiar estructuras que no son transpantables al escenario que nosotros tenemos.
El caso es que la bici parece haberse convertido en la obsesión de todos los ayuntamientos. ¿Es un interés real por promocionar este vehículo limpio o hay mucho de marketing?
La bicicleta es barata, positiva, da una imagen verde... Tiene una buena rentabilidad a nivel político y social. Y aquí, que los políticos no son tontos, se ha decidido usar la bici como una herramienta rentable.
¿Pero se establecen los mecanismos apropiados para fomentar el uso de la bici sin que choque con otros medios de transporte?
Ahí está el quid de la cuestión. Sobre todo en las capitales medianas, la mayoría de itinerarios no motorizados se puede hacer a pie y no hemos sabido valorar eso y preservarlo, detrayendo de lo que hay que detraer, que es el tráfico motorizado. Ha habido un poco de miedo al implementar la bici. Se ha recurrido a fórmulas magistrales, como las bicis públicas, biciarriles posibilistas... Y no se han sentado las bases. Y las bases se sientan desde la infancia. Hay que afianzar la bici entre quienes la usan, los niños y los jóvenes, y luego ir a por las siguientes generaciones. Pero eso no es tan rentable, visible y bonito.
Y precisamente esa educación es la que facilitaría la convivencia, ya que ahora mismo, al menos en Vitoria, parece que la bici se ha convertido en la mala de la película.
Sí, la asignatura pendiente es conciliar, sobre todo con los coches que es donde hay que meter mano: condicionar viajes, calmar velocidades... La velocidad es la clave del asunto.
De hecho, aquí se siguen construyendo bicicarriles en las aceras mientras la asociación Bizikleteroak insiste en llevar la bici a la carretera con una 'ciudad 30'.
Sí. Por un lado, es la historia que se vende de que ya se ha quitado mucho al coche. Y, por otro, nos han enseñado a tener miedo al tráfico. Así que donde son más convenientes las bicis es fuera del tráfico. Y esta es un arma de doble filo. En el momento en que sacas a los ciclistas de la calzada, de su lugar natural, estás jugando contra el siguiente colectivo más desfavorecido, que es el de los peatones. Los peatones no son gente moviéndose, sino personas viviendo, mientras que los ciclistas son personas que han elegido un vehículo para desplazarse. Y es un crimen saltarse esto, porque entonces estamos condicionando los tránsitos peatonales y, por tanto, su habitabilidad.
En Vitoria se creó el primer sistema de préstamo gratuito de bicis del Estado. Ahora se acerca uno nuevo de pago. ¿Tiene sentido?
A nosotros siempre nos había gustado, pese a todas las deficiencias que tenía, el sistema de Vitoria porque era barato. Claro que había apropiación de la cosa pública porque alguien cogía la bici y no la devolvía hasta la tarde, las bicis estaban en mal estado, no se hacía un mantenimiento intensivo, se forzaba al personal de los centros cívicos a hacer una atención para la que no estaba preparado... Pero era un sistema barato y, por tanto, bueno, con visibilidad y disponibilidad de bicis. En el momento en que el Ayuntamiento quiere dar el salto a la gran operación de bici pública automatizada... Esto es un monstruo, un invento, una gran e increíble operación de marketing con muchos intereses encubiertos de los grandes operadores de bicis públicas, como el que va a funcionar en Vitoria. Detrás hay operaciones de marketing, de publicidad en calle. De hecho, lo primero que ha dicho el alcalde es que no se preocupen los vitorianos que ya ha encontrado un patrocinador para el sistema. ¿Un patrocinador para qué? Podría haberse buscado para otro fin relacionado con las bicis.
El alcalde dice que con el anterior sistema la bici no se había afianzado como un medio de transporte real y que ahora sí se logrará.
Esa argumentación tiene una encerrona: presentar la bici, que es un transporte unipersonal, como un transporte colectivo público. Y si fuera gratis, ni tan mal. Pero tiene un coste desorbitante. Y en las ciudades pequeñas está demostrado que no funciona. Se está cometiendo un error, pero con rentabilidad política. Y ésos están bien pagados.
También se ha planteado crear un registro de bicis para frenar la oleada de robos. ¿Qué opina?
Otra invención. A ver, no está mal que haya registros de bicis y que los datos estén a buen recaudo, pero todas las bicis tienen un número de serie. Pretender que las policías locales hagan una labor de persecución del crimen organizado en el robo de bicis sólo porque las bicis estén en un registro municipal es una barbaridad. Mucho más cuando no hay una unificación en los sistemas de registros, hay que pagar... Más bien parece una operación para tener a los ciclistas controlados y ordenados porque empiezan a ser molestos.
Vitoria aspira a que en 2020 el 15% de los desplazamientos por la ciudad se haga en bici. ¿Posible?
No sé por qué una meta tiene que ser un número. Es lo de siempre: presentar grandes propuestas con un buen aparato de comunicación alrededor. Lo importante no es cuántas bicis hay en la ciudad, sino cuántos coches. Lo importante no es que haya más bicis, sino menos coches. Si hay más bicis porque hay menos coches, es interesante. Si hay más bicis porque hay menos usuarios del transporte público, ya no es tan interesante. Y si hay más bicis porque hay menos peatones, no interesa la jugada. Lo que hay que hacer es ponérselo difícil a los coches. ¿Pero existe esa determinación por complicar las cosas al coche o se está jugando a los números positivos? Si se detrae tranquilidad peatonal, estamos jugando a un juego siniestro. Y en Vitoria, el número de viajes en coche están subiendo. Quizá se estén logrando los objetivos bici, pero no de la movilidad sostenible. Y la bici, sin movilidad sostenible, no tiene sentido.