Vitoria. Para disfrutar de un buen café no hace falta que acabe molido nadie. El genial eslogan colgaba ayer de un aromático puesto ubicado en la plaza de la Provincia. Era el Día Mundial del Comercio Justo y la coordinadora estatal encargada de impulsar este modelo más justo de producción y compraventa no quiso perder la oportunidad de hacerse un hueco en Vitoria para ofrecer su exquisito y solidario grano. Una acción que tuvo su recompensa. Decenas de ciudadanos se acercaron a lo largo del día al stand y todos se llevaron algo: una o más cajas para saborear esta bebida estimulante o, al menos, la convicción de que es preciso apoyar una forma de negocio que garantice "un precio estable a los grupos productores y superior al del mercado".

Según un estudio realizado por la Plataforma Francesa de Comercio Justo, con este sistema alternativo los campesinos reciben un 17% del precio de la venta final, mientras que en el comercio convencional es de un 5%. Además, las técnicas de producción son ecológicas y no se utilizan sustancias sintéticas o transgénicas para respetar los ciclos de la tierra y el entorno. Sostenibilidad cien por cien, además de cero explotación infantil e igualdad de condiciones laborales entre hombres y mujeres. Muchas ventajas, y todas excelentes, que no pasaron desaparecibidas ayer en Vitoria.

"Hace tiempo que compro muchas cosas de comercio justo, como café, chocolate, infusiones... Son más sanas, están más ricas y sé que estoy contribuyendo a una buena causa. Y ahora toca probar el café", apuntó Pilar, una vitorianica de setenta años, tras recoger las vueltas. "A ver qué tal sabe. Si me gusta, repito", prometió Lourdes, tras comprender las virtudes de este modelo de compraventa. "¿Y por qué la jornada se centra en el café?", preguntó un joven, tras echar un rápido vistazo por el puesto. Explicación, la hay. Es el segundo producto básico de mayor comercialización mundial, después del petróleo. Y su precio lo fijan las bolsas de Nueva York y Londres, por lo que está sujeto a una gran volatilidad. Justo lo que evita, por suerte, el comercio justo.