vitoria. Apenas 300 metros en línea recta separan Zabalgana de Borinbizkarra. Pero los vecinos se ven obligados a dar un rodeo de más de un kilómetro debido a la ausencia de un puente en condiciones para cruzar las vías del tren. Cada día, decenas de personas de ambos barrios bajan hasta los raíles para cruzar al otro lado por una especie de paso a nivel, a ras de suelo y no muy seguro. Hasta ahora aprovechaban que las puertas azules de la verja se encontraban abiertas para atajar. Pero la situación ha cambiado desde que las asociaciones vecinales lo denunciaron, el Ayuntamiento ha cerrado las puertas y la Policía clausurado las entradas, aunque ya poco queda del precinto colocado. "Consideramos que, dada la peligrosidad se debían adoptar medidas para prevenir accidentes, a riesgo de que la solución no guste demasiado a los que se beneficiaban de este paso", apunta Mario Calvo, de la asociación Pasabidea de Zabalgana.
Y es que, pese a la falta de seguridad y la proximidad de las vías, los residentes preferían arriesgarse y cruzar, para cerrar la brecha que separa ambos barrios, una herida que en Vitoria se extiende a lo largo de todo el recorrido del ferrocarril y que, de momento, no va a curar el ansiado soterramiento, ya que el proyecto se encuentra bastante parado por culpa de la carestía de la obra (511 millones de euros). No obstante, el martes se sabrá algo más, ya que Vitoria espera la llegada de la ministra de Fomento, Ana Pastor, para que aclare el futuro del ambicioso plan.
A la espera de que el Ayuntamiento construya una pasarela elevada que una la avenida Reina Sofía con la calle Henry Morton, los vecinos, sobre todo de Borinbizkarra, se colaban por las vías para cruzar a Zabalgana, donde están los servicios básicos, para ir al colegio a recoger a los niños, realizar algunas compras o tomar un café. El visto bueno del gobierno de Maroto a la pasarela fue un regalo para dos barrios que desde hace tiempo reclaman un paso digno, pero aún pasarán unos meses antes de que se pueda estrenar un nuevo viaducto que permita tanto el paso de viandantes, como de sillas de ruedas, carritos y bicicletas.
Otro de los pasos, "poco seguros", que los ciudadanos utilizan a diario es el viejo puente que une Ali con el sector de Aldaia. Por eso, el compromiso del alcalde incluye también su adecuación, con la idea de recuperarlo para el tránsito peatonal y de bicis, y dotarlo de barandillas antivandálicas para que nadie arroje objetos a las vías.