Vitoria. El alcalde de Vitoria, Javier Maroto, afronta hoy un duro aprieto: lavar la imagen de Gonzalo Arroita a costa de la de su concejal Fernando Aránguiz. El máximo dirigente de la capital alavesa ha decidido comparecer ante los medios de comunicación de la mano del gerente de la Arich para agradecer su labor durante los últimos tres años y medio. Será un acto de desagravio en toda regla. Hace dos días, Aránguiz acusó al todavía líder del plan de revitalización de la colina de haber inflado las cifras de lonjas reactivadas y de proyectos pendientes de ejecución para influir sobre el Consistorio y sacarle más dinero. Y ayer, el incrimado convenció con un informe a todos los partidos de que había sido deshonrado sin razón.

Los juicios de Aránguiz, edil de Promoción Económica y presidente del consejo de administración de la Arich, pillaron con el pie cambiado a todos los grupos políticos. Estaba claro que el equipo de gobierno tenía otros planes para esta sociedad y que le venía muy bien que Arroita, fichaje de la era Lazcoz, hubiera renunciado a continuar al frente de la agencia más allá de este otoño. Pero lo que nadie se esperaba es que, a un sólo día del último Consejo de este profesional y por una pregunta del PNV sobre el presunto parón del proyecto de reactivación económica del Casco Viejo, este concejal fuera a poner en entredicho los datos publicados hasta ahora con el visto bueno de todos los partidos políticos.

Aránguiz dijo que son 30 y no 61 las lonjas reactivadas por la Arich y que hay 10 y no 60 proyectos con plan de viabilidad que no han salido adelante porque falta dinero para comprar lonjas donde ubicarlos. No estaba dispuesto a reconocer que el PP había cortado el grifo. Sin embargo, el informe de Arroita no sólo ratifica los datos originales sino que a esos 61 locales que han vuelto a la vida añade otros dos más. "Si de algo he pecado siempre, ha sido de prudente", había alertado tras conocer las acusaciones que se habían vertido sobre su persona. Ayer, confirmó la máxima y, además, consiguió el apoyo de los concejales de la oposición que actúan como consejeros en la Arich. Álvaro Iturritxa (PNV), Juan Carlos Alonso (PSE) y Antxon Belakortu (Bildu) arremetieron duramente contra Aránguiz y le exigieron que rectifique públicamente. Si no lo hace, o con el acto de hoy de Maroto consideran que el gesto es insuficiente, están dispuestos a poner en marcha los mecanismos precisos para derrocarlo de su puesto como presidente del consejo de administración de la agencia.

Las explicaciones que dio Aránguiz ayer sólo alimentaron la indignación del resto de concejales. Según todos los presentes en la reunión, en su primera intervención el edil del PP aseguró no haber realizado juicios de valor y acusó a los prensa de buscar titulares malintencionados sólo "para vender más". La oposición saltó. Iturritxa le preguntó "si acusar a alguien de inflar datos para convencer al Consistorio de conseguir más dinero no es un juicio de valor" y consideró "gravísimo" haber puesto en cuestión el trabajo de Arroita tras tres años y medio de gran consenso político. Alonso, por su parte, le recordó que en la anterior legislatura él era el primero que defendía a este profesional y que, sin ir más lejos, en el anterior consejo había hablado de 60 negocios pendientes de ejecución. "Consta en acta, ¿así que cuándo ha mentido?", inquirió.

Incluso Belakortu salió en defensa de Arroita, pese a que Bildu no comparta su gestión como el resto de grupos. "La intervención de Aránguiz el lunes fue patética", resumió. Ante semejantes palabras, el concejal del PP aprovechó su segunda intervención para recular. Según los asistentes, pidió disculpas a Arroita entonando el mea culpa y alabó su trabajo como lo hacía cuando estaba en la oposición. Pero para la oposición no fue suficiente. "Ha metido la pata y no sabía cómo sacarla. Hemos alucinado en colores", admitió Iturritxa. La misma sensación acompañó a Alonso, quien lamentó que Aránguiz "en vez de afrontar la realidad, que se habían acabado los fondos para la Arich y no iba a haber más, prefirió cargar el mochuelo a Arroita tras convertir el Casco Viejo en un motor social, económico, turístico...".

¿Y qué dice el protagonista involuntario de la historia? Ante la prensa nada, pero en el consejo reconoció irse "con sensación de tristeza". No era la despedida que esperaba.