VITORIA. El Itinerario Muralístico de Vitoria (IMVG), La ciudad pintada, no sólo reúne a artistas, estudiantes y voluntarios. Porque esta iniciativa no sólo consiste en pintar un mural. Se trata de cambiar la ciudad, de unir esfuerzos de personas muy diferentes y volcarlos en un trabajo artístico en el Casco Viejo. Y, en ese proceso, pintan mucho empresas de todo tipo que colaboran con los murales ofreciendo material, realizando descuentos o simplemente brindando su experiencia. Desde Artium a tiendas de pintura, informática, andamios o seguridad, todas ellas aportan algo a este proyecto.
Desde el itinerario explican que uno de sus grandes objetivos es "fomentar la cultura participativa". Y ese afán educativo incluye a los vecinos que se ofrecen para subir al andamio, a las instituciones que aportan sus fondos para financiar el proyecto y a las empresas que prestan sus medios y ofrecen descuentos clave. No hay enormes patrocinios, pero sí pequeños grandes gestos de firmas que quieren implicarse en el recorrido de los murales. Así imprimen su logo en la camiseta del IMVG y forman parte del equipo.
Limpre-Bidailan es uno de los jugadores; la base del trabajo, en realidad, puesto que esta empresa se encarga del andamiaje y de la restauración de las fachadas elegidas para integrar el itinerario. Su papel es uno de los que más valoran los vecinos, puesto que no sólo se pinta la fachada, sino que también se repara. El director de la firma, José Guedes, explica que éste ha sido su primer año de colaboración con el proyecto -los precios de la instalación han sido más reducidos de lo habitual-, y el objetivo es continuar: "Creo que ya somos una empresa conocida en el sector -se fundó en 1979- y hemos sumado nuestra experiencia al prestigio del Itinerario. Y el resultado es muy bonito. Este proyecto está vistiendo las fachadas del Casco Viejo".
Una vez subidos en la estructura, de la seguridad se encarga MC2 Estudio, que gestiona permisos y licencias además de velar por la salud de los participantes en los murales, que asisten a un curso para aprender a moverse por el andamio. Y entidades como Artium también colaboran con cuestiones logísticas -este año, una de las obras se ubica en la calle Francia, frente al museo-, como facilitar la toma de electricidad o prestar un proyector para las pruebas del mural.
Vimex Informática es otra muestra de esta colaboración. La firma reúne desde 2000 en Vitoria a Juan Carlos García y a la mexicana Rosa Márquez. Ella acudía a clases de pintura donde conoció a las hermanas Werckmeister, impulsoras del itinerario, y se animó a colaborar en los murales de la escuela Haurtzaro y en Cubiertos de cielo y estrellas -en Pintorería-. Para ella suponía una nueva aventura artística y, para el itinerario, el fichaje de una voluntaria que después les prestaría material informático o de impresión. En realidad, el trabajo que termina en un mural a menudo empieza en un ordenador.
A Rosa, que reconoce que aún ve Vitoria con los ojos de una extranjera, iniciativas como el itinerario le han brindado una oportunidad para conocer mejor la ciudad. "Vitoria aún necesita llamar la atención. Mucha gente todavía no la conoce o no sabe todo lo que tiene", apunta.
color en el casco El IMVG contribuye a estimular la materia gris de los visitantes. Pero lo hace a color. Con paredes vibrantes. Y ahí es donde resulta vital la colaboración de Pinturas Juno -47 años de experiencia en la ciudad- o Pinturas Técnicas Bello -una empresa familiar con 19 años de andadura-. Los primeros colaboran con descuentos en la pintura de imprimación para preparar las fachadas -el conocido y a veces difícil de encontrar 2x1- u otros materiales y los segundos, además de color también aportan disolventes, pinceles o ropa de labor ya sea con descuentos o donaciones.
Para Roberto Martín, representante de Juno, esta colaboración con el itinerario resulta atractiva en todos los sentidos: "La gente ve los murales y puede ver la calidad de los materiales. Son casi como un anuncio". Mientras, para Jorge Bello, de Pinturas técnicas Bello, se trata de toda una experiencia que, por fortuna, ha visto crecer desde sus orígenes: "Los murales han demostrado que cuentan con una gran organización. Al principio, con el primer mural -se refiere a Al hilo del tiempo, que desde 2007 decora la plaza de las Burullerías- casi no se hablaba de fechas, pero ahora anuncian que en un mes están listos y el resultado de todos los años es genial".
Los viandantes ya pueden comprobar las entregas de esta edición, en el cantón de Anorbín y en la calle Francia. Tras su fachada, este proyecto reúne a decenas de manos, voluntades y experiencias con un objetivo común: cambiar una parte de la ciudad para contribuir a reformar el todo.