VITORIA. La plaza de América Latina es un pañuelo lleno de coches. En una jornada laboral cualquiera, coinciden de media los 12.000 que cruzan portal de Foronda, 22.000 de Juan de Garay, 17.700 de bulevar de Euskal Herria y 14.800 de Honduras. Y a esa marabunta de vehículos se suma desde hace dos años y medio el tranvía con su preferencia de paso, por lo que el tráfico privado suele ralentizarse por las mañanas y colapsarse al mediodía. ¿Solución? Todos los entrevistados por este periódico a pie de rotonda coinciden en que el fin de este punto negro "llegará con el soterramiento de la circulación". No obstante, como el Consistorio ya ha dejado claro que para abrir un agujero habría que esperar al verdísimo proyecto del soterramiento del ferrocarril, no les queda otra que esperar "con más desconfianza que optimismo" al resultado de las obras puestas en marcha esta semana por el equipo de gobierno.

La receta impulsada por Javier Maroto se sustenta en tres actuaciones: un cuarto carril interior en la rotonda desde la calle Juan de Garay hacia bulevar de Euskal Herria con un semáforo siempre en verde para quienes van a Honduras, una vía extra lateral desde el bulevar de Euskal Herria hacia Honduras, para que los vehículos que se dirijan a esa calle no se vean entorpecidos por los que siguen por otras direcciones, y el retraso del paso de cebra que ahora se sitúa al inicio de Juan de Garay. Cinco semanas de obras y un compromiso: reducir un 40% la congestión actual de América Latina. "Por ahora, me sitúo en el bando de los escépticos, porque creo que la verdadera solución es construir el túnel", opina Juanjo, vecino del barrio de Lakua, "aunque al menos se va a hacer algo".

Este vitoriano es de los que aparca al mediodía en el estacionamiento en superficie del parque de Arriaga, ya que llegar a su garaje en portal de Foronda le obliga a comerse dos largos semáforos. "Si justo pasa el tranvía, se pueden perder entre cinco y diez minutos", matiza. Por la tarde, evita la rotonda y da una vuelta por las calles traseras del barrio. Son más kilómetros, pero el rodeo le compensa. Además, el transporte público no es para él una opción, ya que trabaja en Betoño "y las conexiones no son muy buenas". La situación de Aitor es muy parecida. Él trabaja en San Martín y vive en Juan de Garay, y aunque lo lógico sería circular por Txagorritxu, se desvía hasta Coronación por no toparse con la rotonda. "Hace mucho que pagué el pato y no me suelo olvidar", explica.

Hay a quienes, sin embargo, no les queda más remedio que sufrir la glorieta. Es el caso de los taxistas. "Yo he llegado a quedarme atrapado en América Latina durante casi quince minutos", asegura Amador, quien no entiende cómo el Ayuntamiento ha dejado pasar tanto el tiempo. "Siempre se está esperando a que pase algo, como lo del soterramiento, y mientras tanto la plaza es un desastre vengas de donde vengas", critica este profesional, quien recuerda que "el mismo problema vivíamos en Juan de Garay y la avenida de Zaramaga hasta que abrieron el túnel independientemente de lo que viniera en el futuro". También Javier, compañero suyo, alude al "exitoso" pasillo subterráneo. Y, además, recuerda con sorna que "tres meses antes de esa obra hicieron una rotonda, claro que ésa sólo duró un mes y medio". Algo más optimistas se muestran los conductores de Tuvisa, seguramente porque el carril-bus habilitado para ellos en América Latina les permite sobrellevar mejor las retenciones de las horas punta pese al protagonismo del metro ligero. "Cuando empezó a funcionar el tranvía y no teníamos vía propia, esto era un auténtico desastre. Un minuto antes se cerraban los semáforos", recuerda Miguel Ángel, quien espera que a la vuelta de sus vacaciones, en septiembre, "se noten las promesas" del gabinete de Javier Maroto. A su juicio, la solución "no parece mala", aunque insiste en que debe ir acompañada de una "mejor regulación" de los discos de la rotonda, al margen del que se va a poner siempre en verde en el nuevo carril interior.

De toda la obra, el tuvisero Jesús destaca la creación de la nueva vía con destino a Honduras "porque tres carriles en América Latina son insuficientes". No obstante, al mismo tiempo desconfía del éxito de esta medida, porque "el principal problema en las calles de Vitoria es el incivismo". "Un coche ve un carril libre y lo ocupa, aunque no sea el que necesita. Se te cruza y punto, entorpeciendo mucho más la circulación", critica este profesional del volante, quien también advierte de que quienes vayan hacia bulevar de Euskal Herria, como la línea periférica de la red de autobuses urbanos, seguirán padeciendo la prioridad del tranvía.

La estación de bus preocupa Se cumplan los mejores o peores presagios a propósito de las obras, lo cierto es que quienes circunvalan diariamente la rotonda están convencidos de que el futuro pinta negro por culpa del proyecto que se cuece en Euskaltzaindia. "Primero iban a hacer la estación de autobuses en Arriaga, ahora donde el BAIC... Dos ubicaciones distintas, pero el mismo problema: congestión asegurada de toda esta zona", subraya Juanjo. Del mismo modo piensa Pedro, otro vecino del barrio de Lakua. Para él, el reacondicionamiento actual de América Latina "es una forma de despistarnos para no empezar a hablar sobre el problemón tan gordo que se va a formar cuando se construya la terminal".

Por mucho que el alcalde haya prometido "tener en cuenta la variable del tráfico" para encajar la futura estación de autobuses en el agujero del auditorio, los afectados vaticinan un estornudo descomunal. Los más críticos son los vecinos cuyas ventanas miran precisamente hacia la plaza Euskaltzaindia. "Aunque la terminal vaya a hacerse semisoterrada, va a ser inevitable el aumento del tráfico, los malos humos y la contaminación acústica", opina David, quien cree que ha llegado la hora de que los residentes de este entorno creen una plataforma como en su día lo hicieron quienes vivían junto al parque al ya conocido grito de SOS Arriaga.