Vitoria. El equipamiento deportivo de Los Astrónomos está en plena forma. El Departamento de Deportes del Ayuntamiento de Vitoria ha confirmado que la inundación que padeció la zona del trinquete hace una semana no fue motivada por un fallo estructural, como se advirtió inicialmente desde el Consistorio, sino que fue inevitable. Según informó ayer a este periódico la Federación alavesa de Pelota, responsable de la gestión de la instalación, los técnicos del área municipal le han explicado que fue tal la tromba que cayó sobre la ciudad en menos de una hora que llegó un momento en que los canalones no dieron más de sí y el agua se filtró por la junta de dilatación.

Esta última explicación exculpa, por tanto, de toda responsabilidad tanto al Ayuntamiento como a la constructora. En un principio, fuentes del equipo de gobierno sospecharon de la existencia de un fallo de construcción: el volumen de agua que se filtró a través de la junta de dilatación había sido espectacular y ninguna otra instalación municipal había sufrido tan llamativas consecuencias por la tormenta. A lo sumo, se detectaron algunas goteras en edificios de más antigüedad, como el de Mendizorroza. El de Los Astrónomos sólo tiene cuatro meses.

El primer diagnóstico de la situación de la empresa responsable de las obras fue otro. En una visita al trinquete, trabajadores de la firma atribuyeron la inundación a la suciedad de los canalones; una labor la de limpieza que corresponde al Ayuntamiento por ser el equipamiento de propiedad municipal. No obstante, parece ser que el sistema de evacuación está todavía en buenas condiciones ya que no ha transcurrido tanto tiempo como para obturarse hasta el punto de no tener capacidad para canalizar el agua de lluvia.

Para el recuerdo quedan las imágenes del trinquete anegado. En un par de horas llegó a acumular más de un centímetro de agua sobre el nivel del suelo, lo que obligó a emplear hasta veinte máquinas para ejecutar las labores de achique y a cerrar el recinto esa tarde y durante la mañana siguiente. Una situación que causó una gran preocupación ya que, además, no era la primera vez que el recinto daba problemas. El primer defecto surgió nada más abrirse la instalación en marzo, en forma de resbalones. El origen de los patinazos del trinquete estaba en la pintura plástica usada para cubrir el hormigón del suelo y en la forma en que la máquina encargada de limpiar el polvo de la obra pulía el pavimento. Se aplicó un producto para matizar la superficie, se redujo el servicio de la barredora y se dejó que pasara el tiempo. Mano de santo.

En mayo, el traspié pasó a los espacios íntimos. Hubo que cerrar varios vestuarios durante unos días porque el suelo se encontraba desnivelado, circunstancia que impedía que evacuara el agua correctamente. No obstante, las obras duraron poco tiempo y quedaron al servicio de los usuarios los suficientes cambiadores como para no verse perjudicados.

Solventados estos dos contratiempos, y tras conocerse la autopsia definitiva sobre el suceso de la semana pasada, ya se puede decir que tanto la zona del trinquete como el resto del equipamiento -graderío, frontón largo y zona de baile- se encuentran en óptimas condiciones. Y también ahora pueden evocarse las palabras de Waltari sin miedo a equivocarse. En su visita a la capital alavesa con motivo del estreno de este recinto deportivo, el rey cubano de la pelota calificó el trinquete como "el segundo mejor" de cuantos había conocido en el mundo. Una sensación que puso en práctica con su participación en la fiesta inaugural.

Desde entonces, decenas de personas usan todos los días este equipamiento, un edificio de 2,6 millones a cargo del Plan E llamado a ser seña deportiva del barrio de Santa Lucía. Se ha convertido en el lugar de entrenamiento de los alumnos de las escuelas de pelota de la Federación, en la sede de baile de la asociación Errekatxiki y en punto de encuentro para los apasionados del frontón.