vitoria. Como "vitoriano de adopción", Anda no se muerde la lengua a la hora de hablar de otros aspectos de interés para la ciudad.

El que a buen seguro será nuevo alcalde de Vitoria, Javier Maroto, ha prometido por activa y por pasiva que Santiago no se va tirar, ¿confía en sus palabras?

No. Mentir, mentimos todos en alguna ocasión, pero es importante que no se note. No digo que los políticos sean mentirosos profesionales, pero cuando mienten se les nota mucho. Tengo la sensación de que tienen muy poca convicción, porque no se creen ni su propia película.

¿Cree positivo que las instituciones cambien de cara?

Es imprescindible. Por la vía que lleva la tendencia actual, es muy posible que el Gobierno Vasco que salga de las siguientes elecciones no va a ser socialista. Tengo un hermano en el gobierno y al PSE lo respeto profundamente, es una opción política muy valorable. Pero hay mejor gente que la que está, a todos los niveles. Gente mucho más capaz.

En cualquier caso, esté un dirigente u otro, el hastío ciudadano parece haber alcanzado cotas ya demasiado altas. ¿Ve futuro al movimiento de los indignados?

Hay muchas circunstancias. La crisis ha pesado y también la falta de sinceridad y conexión con la realidad que los responsables políticos han demostrado para responder a lo que preocupa a la gente. Pero todos los movimientos en los que no hay un responsable o una política, acaban siendo algo, en cierta medida, con una influencia poco determinante. Me parece muy importante el funcionamiento de Internet y las redes sociales, que pueden cambiar la forma de entender y ver la política como algo más cercano al ciudadano. Que se pueda hacer política desde la base. Cuando pasan estas cosas, los políticos son auténticos vampiros, que chupan ideas de ese parlamento que hay ahora en la calle. Veremos propuestas que nacen de ahí y me da una gran esperanza que esto vaya a sensibilizar políticamente a la población juvenil, que ha vivido muy al margen de la lucha y de la política. No se puede vivir al margen de ella.

Hablemos más de Vitoria. ¿Le gusta el tranvía?

Sí. Me parece un transporte cómodo y que acerca bastante a los ciudadanos. Pero los barrios nuevos también necesitan sus líneas, por igualdad. Si vives en Salburua y Zabalgana, hay muy pocas alternativas a tomar el coche.

¿Usted lo utiliza?

Tengo bici, pero generalmente ando. La ciudad está muy bien para caminar, aunque habría que preguntárselo a los que tienen negocios.

¿Le ilusionó el título de Green Capital para Gasteiz?

Me parece una operación de marketing. Soy vitoriano de adopción, mi padre y mi familia vivieron aquí y mi apellido es de aquí, así que todo lo que beneficie a la ciudad y la ponga en el mapa me parece bueno. Como una historia de marketing para que la gente la conozca más y atraiga turismo me parece bien.

¿Vitoria necesita el BAI Center?

(Se lo piensa) Vitoria ha hecho mil cosas... Ha hecho un aeropuerto al que las anchoas llegan en bussiness, porque sólo transporta pescado. Hizo un geriátrico que se convirtió en el Gobierno Vasco, una escuela de discapacitados que acabó siendo el cuartel de la Ertzaintza, un colegio universitario que es un tren de autobuses a Bilbao... No se miden las inversiones. Para hacer las cosas hay que tener medida, y el que venga ahora tendrá que recoger la opinión de mucha gente. Me parece una faraonada, como fue la planificación del aeropuerto.

¿Cree necesario soterrar las vías del tren para traer la alta velocidad a la ciudad?

Si para traer la alta velocidad a Vitoria hay que soterrar Vitoria entera, no (ríe). Pero sí, la alta velocidad es imprescindible porque hay que perder el menor tiempo posible en ir de un sitio cercano a otro. Además, las vías actuales del tren dividen Vitoria en dos ciudades. Cuando desaparezca esa frontera, la ciudad se humanizará. Porque Vitoria es una ciudad de encuentro. No entiendo tampoco la política de rehabilitar un Casco Viejo para que la gente haga sus negocios al tiempo que haces un Gorbeia o un Boulevard, que es yankilandia. Se elimina esa vida de barrio, creativa, que tanto cohesiona a la sociedad.

Como activista prosaharaui, ¿tiene esperanzas en la resolución de este largo conflicto?

Sí, se resolverá. El referéndum y el acuerdo son imposibles, una falacia y una trampa. Pero el ajedrez del Magreb está por definir. Hay muchas formas de solución, y una de ellas puede ser que haya un país laico y de un nivel cultural superior a la media entre Marruecos y Mauritania, que pueda tener sus recursos. La vía de solución no es ni la negociación ni el acuerdo que beneficia a las dos partes, porque eso no existe. Debe haber otra, la guerra que nadie desea, o que la geopolítica de la región necesite ese país que se le debe.