A los vecinos del Casco Viejo de Vitoria siempre les ha costado respirar. Antes de que el Ayuntamiento se decidiera a resucitar la colina, bastaba con una mano para enumerar las zonas destinados al ocio y descanso de los ciudadanos. Y sobraban dedos. Por eso, la recuperación de espacios públicos se ha convertido en una estrategia prioritaria de la Agencia de Revitalización de la Ciudad Histórica dentro de la política de mejora urbana de la almendra. En dos años y medio, zonas que habían sucumbido a la degradación por la pasividad institucional han recuperado la dignidad y otras que nadie sabía que existían han salido a la luz. Una lista que encabeza la superficie liberada con la rehabilitación de la muralla.
Engullido por los patios traseros de las manzanas del Casco Viejo, el fortín gasteiztarra quedó sumido en un profundo sueño durante siglos, hasta que la ciudad se decidió a despertarla. Gracias al proyecto de recuperación iniciado, ahora los gasteiztarras pueden adentrarse en el paso de Ronda desde Fray Zacarías Martínez y contemplar a través de un sistema de pasarelas, sobre un gran paseo ajardinado de 7.200 metros cuadrados, 300 metros de piedra recuperada delimitados por dos grandes torreones. Además, pueden disfrutar del Jardín de la Sorpresa y el Espacio del Silencio: mil metros cuadrados con acceso desde Villa Suso convertidos en un paseo con un núcleo de escaleras y un ascensor cubierto por vidrio con motivos vegetales que permite ascender a la antigua gatera, donde se ubica la pasarela-mirador, la nevera del siglo XVIII y un verde corredor urbano.
A la espera del inicio este año de la tercera fase de recuperación de la muralla medieval, que dará forma a un ágora con mirador y un pequeño auditorio, el Casco Viejo regala a los viandantes otros pulmones recuperados dignos de visita. Por ejemplo, los jardines de Etxauri. El cerramiento de la cata arqueológica de la zona de El Campillo permitió crear una gran plaza con infraestructuras deportivas y juegos infantiles desde la que disfrutar de unas preciosas vistas de la torre de la iglesia de San Miguel. El cambio de Los Arquillos también salta a la vista, sobre todo por el arreglo del techo, la restauración de la piedra y un sistema de iluminación más moderna y eficiente. No hay turista que no se resista a recorrer el espacio para desembocar en la balconada de San Miguel, que tras su rehabilitación ha adquirido vocación de área expositiva. ¿Y qué decir de los fascinantes caños medievales? Mejor visitarlos hoy en la jornada de puertas abiertas.