Vitoria. El cruce entre el coche y el peatón sigue generando debate. Y los choques entre ambos no se reducen a la zona centro, como en las calles Prado o General Álava. Otras zonas a priori menos transitadas de Vitoria también sufren el continuo paso de vehículos privados por donde está limitada la circulación, aparcamientos indebidos y carga y descarga a deshoras. Ése el caso de la plaza Jardines de Zaldiaran, en Coronación. Este entorno en teoría peatonal se ha convertido en un atajo para aquellos vehículos que quieren cruzar de Badaia a Cruz Blanca -y viceversa- y ahorrarse los semáforos de Domingo Beltrán. Los vecinos alertan del peligro de esta situación.

"Deberían pasar sólo los vecinos y los usuarios de los parkings. En teoría. Pero al final pasa todo el mundo. Es una práctica habitual -en una zona con un supermercado, con varios portales y donde suelen jugar los niños-, pero no se empezará a vigilar hasta que no haya una desgracia". Así resumen la situación los responsables de dos de los bares de la zona, que en el acceso desde Badaia presenta varias terrazas. La asociación vecinal Errota Zaharra, mientras, critica la mala distribución del entorno, utilizado para las fiestas del barrio: "No es ni un jardín, ni una plaza. Tiene zonas peatonales por donde al final pasan los coches, porque no se ha cerrado la zona ya que hay parkings residenciales. Al final, no vale para nada", cuenta su portavoz, Fernando Antía.

Una señal informa de que se trata de una zona residencial y de que la carga y descarga está limitada de 7.00 a 12.00 horas. Fuentes municipales precisan que esta indicación debería bastar para prohibir el paso. Sin embargo, la plaza de Zaldiaran es un continuo ir y venir de coches. Incluidos los que se dirigen correctamente al parking subterráneo y a los diversos aparcamientos residenciales. La distribución de estos espacios, situados a los dos lados de la plaza, obliga a permitir la circulación por ambos, además de la entrada por Badaia y la salida por Cruz Blanca. Así se ha logrado el atajo.

Los vehículos que llegan por Badaia -o Cruz Blanca, pero es menos usado- pueden cruzar por ambos lados toda la plaza, delimitada por bolardos de forma intermitente -ciertas zonas de acera, por ejemplo, no se separan de la calzada-. Si hicieran lo mismo por Domingo Beltrán, tendrían que superar hasta siete semáforos y dar un rodeo por la calle Gorbea hasta alcanzar Cruz Blanca. El ahorro de tiempo es evidente.

diez vehículos cada hora Este rotativo ha comprobado in situ la frecuencia con que los coches utilizan esta salida por la tangente, en tres horarios: por la mañana -de 8.30 a 9.30 horas-, cerca del mediodía -de 13.00 a 14.00 horas- y por la noche -de 21.00 a 22.00-. En los tres tramos, un mínimo de diez vehículos recurrió a este atajo entre el acceso clave desde la Avenida Gasteiz a Coronación y la principal salida del barrio hacia la zona centro. En todos los casos, pasaron menos de diez minutos hasta que el primer coche aprovechó estas vías de acceso a los garajes. Y también en todos los horarios hubo vehículos aparcados ajenos a la carga y descarga. "Alguna vez he usado el atajo, porque se ahorra mucho tiempo", cuenta José Manuel, vecino de la zona.

Fuentes de la Policía Local insistieron en que, salvo para residentes o la carga y descarga en las horas adecuadas, el paso está prohibido. Sin embargo, los vehículos han convertido la plaza en una calzada, algo por lo que se puede sancionar a los vehículos no autorizados con cantidades que pueden rondar los 90 euros. Varios de los detectados utilizando el atajo, además, discurrieron por encima de los exigidos 20 kilómetros por hora. En uno de esos casos, un coche incluso pidió paso a bocinazos a un ciclista urbano.

Esta situación empeora el tráfico en una zona ya de por sí complicada. La Policía Municipal vigila en la actualidad las continuas dobles filas que se producen en Cruz Blanca durante la hora de entrada al colegio, cuando se llega a ocupar uno de los dos carriles del tráfico. Y, mientras, en Zaldiaran se ha convertido en un hábito que haya que mirar a ambos lados antes de cruzar por una zona residencial. La plaza ya presenta zonas hundidas en el firme. Y los vecinos se preguntan cómo atajar el atajo, para evitar que este entorno ganado para el peatón pierda la batalla frente al coche.