Vitoria. La prestigiosa socióloga Saskia Sassen, sentada en primera fila en la sala Francisco de Vitoria del Europa, no podía creerse lo que acababa de oír. El alcalde de Gasteiz estaba admitiendo ante los cientos de congresistas y expertos del I Encuentro Internacional de Urbanismo Sostenible que se erró al planificar Salburua y Zabalgana. "En EEUU, nunca he escuchado a nadie admitir que ha hecho mal", dijo Sassen. Pero siempre hay una primera vez para todo, como momentos para rectificar. El Ayuntamiento ha asumido que no debe seguir expandiendo la ciudad, más aún desde el toque de atención del jurado del premio European Green Capital. "Quisimos responder a la necesidad de vivienda de los jóvenes. Nos centramos en el desarrollo social con un crecimiento desmesurado. Y nos equivocamos", confesó Patxi Lazcoz.

Curiosamente, los errores empezaron a finales del siglo XX, con la construcción de Lakua, después de una larga tradición de urbanismo racional, cuando todavía nadie hablaba de sostenibilidad. El Casco Medieval, el Ensanche y los barrios de la antigua circunvalación nacieron sin exageraciones, "con una cierta sensación de orden". Pero después, y en unos pocos años, "Vitoria duplicó su consumo de suelo mientras la población ni siquiera creció un 20%", lamentó Lazcoz, quien manifestó su intención de afrontar el futuro "haciendo ciudad dentro de la ciudad, quedándonos en los límites actuales a través de un proyecto de redensificación". Cualquier experto del mundo en este ámbito coincide en que ésa es la solución correcta, a pesar de las reticencias que ha generado entre los residentes de los nuevos barrios por el miedo a que se llenen de pisos parcelas para equipamientos terciarios.

El alcalde advirtió de que distritos estirados como chicles revientan la calidad de vida y el medio ambiente. Un barrio con una baja densidad de viviendas impide, por una cuestión de rentabilidad, la conexión perfecta con el centro a través del transporte público, aleja los servicios básicos y dispara el consumo de energía porque sus residentes están obligados a coger el coche. Un escenario del que también se hizo eco el lehendakari, Patxi López, presente en el acto inaugural del congreso. "Los cambios que se están viviendo actualmente en el ámbito demográfico, energético y social nos obligan a repensar el modelo de desarrollo urbano propugnado hasta ahora. Ya no vale hacer una utilización extensiva del suelo, porque la dispersión multiplica costes sin aumentar la calidad de vida". Lo que toca, dijo, es configurar "ciudades compactas", tomar medidas para la regeneración urbana -puso como ejemplo la futura eliminación de la cicatriz ferroviaria de Vitoria- e impulsar la rehabilitación de viviendas como alternativa a la nueva construcción.

Todas las actuaciones que una ciudad ejecute desde el prisma de la sostenibilidad tendrá repercusión en el mundo. Un efecto mariposa del que no se olvidó el diputado general de Álava, Xabier Agirre, en su discurso. El tercer hombre en el estrado recordó que la mitad de la población mundial vive en ciudades -el 80% de la población en el caso de Europa- y "es en éstas donde la huella ecológica sufre mayores desequilibrios". Y, por tanto, "es en las ciudades donde se juega la sostenibilidad del planeta". Y en Vitoria, donde se debate hasta mañana gracias a la presencia de más de 350 congresistas y 25 personas expertas de todo el mundo.